«Siempre estaré muy unido a este Palacio al que tanto quiero»

-El Palacio de Festivales cumple 30 años. ¿Qué es lo primero que se le viene a la mente?

-Cómo se pasa la vida de rápido. Pero también me hace mucha ilusión porque Ramón Calleja y yo estamos implicados en la celebración del treinta aniversario con el estreno de la obra 'Variaciones enigmáticas', lo que nos permite volver a un sitio al que siempre estaré muy unido y al que tanto quiero.

-Retrocedamos treinta años. ¿Cómo fue su llegada al Palacio?

-Me llamó Rafael de la Sierra, por entonces Consejero del Gobierno de Cantabria, que en ese momento tuvo la inteligencia de arrancar el proyecto con un equipo con experiencia en el sector y sin ningún tipo de interés de partido. Me encontré con Ramón Calleja, Javier Hontañón y Lynne Kurzeknabe, entre otros, a los que se nos encargó poner en marcha toda la infraestructura para empezar. Un grupo de profesionales que desbordaba ilusión y que se encontró con un Fórmula 1 que no tenía nada que ver con lo que habíamos conducido hasta ese momento. Y otra cosa muy importante, se nos llamó apenas unos días antes de la inauguración por lo que tuvimos poco tiempo para empezar a rodar un equipamiento tan grande.

-¿Cómo fueron aquellos primeros días?

-De locura. Literalmente nos entregaron las llaves del Palacio en un llavero y te aseguro que nos perdíamos por los ascensores. Pero allí nos plantamos con una gran valentía e incluso algo de osadía posiblemente por el desconocimiento, pero lo logramos, y ya te digo que en un tiempo récord.

-¿Coincidió con el arquitecto Sáenz de Oiza? ¿Qué opinaba del resultado de su proyecto?

-El edificio ya estaba construido cuando llegamos y sí tuvimos una reunión con él porque queríamos que nos explicara qué podíamos utilizar y cómo, porque había una serie de elementos, como unas compuertas que se abrían y una entrada en la sala Griega (hoy María Blanchard) que no sabíamos como usar. Finalmente fuimos probando y muchas de las cosas que él hizo no se han usado nunca, como por ejemplo el ventanal que comunica la sala Argenta con el mar, que creo que sólo se ha utilizado una vez.

-¿Por qué no los utilizaron?

-Porque realmente son detalles arquitectónicos pensados como ornamentos del edificio que son muy poco prácticos para una representación. Lo mismo pasó con las butacas que diseñó y que luego hubo que cambiar.

-¿Cómo recuerda la jornada inaugural?

-Para nosotros fue algo brutal. Muy emocionante... Estrenamos con el oratorio 'Joshua' de Haendel, que nunca se había hecho en Santander y con el director Robert King y su orquesta la Kings Consort, que es un grupo maravilloso que volvió no hace mucho a un Año Jubilar Lebaniego. En aquel momento ese concierto fue muy importante por todo lo que significaba musicalmente pero la estrella, sin duda era el continente del concierto, porque la gente lo que quería era ver cómo había quedado el Palacio de Festivales por dentro.

-Entiendo la expectación, pero recordará que la construcción estuvo rodeada de críticas.

-Sí hubo críticas, sí, pero lo cierto es que primera temporada, y ahí están las memorias del Palacio, fue magnífica, sobre todo la parte musical con las ideas de Lynne Kurzeknabe y con buenas representaciones teatrales. Para mí fue una temporada inolvidable, pero de verdad que la gente iba, sobre todo, para ver el Palacio por dentro.

-¿Les afectaron mucho esas críticas o la ilusión de la que me hablaba antes pudo con todo?

-Las críticas empezaron bastante antes de que la gente conociera el edificio por dentro, incluso por mi parte. Se veía como una gran mole incrustada en un espacio pegado a la bahía, con lo que esta significa para los santanderinos, y como muchas otras cosas que se han hecho en la ciudad tuvo mucha controversia. A mí el Palacio me sigue gustando mucho más por dentro que por fuera. Y hay que valorar que en ese interior se han podido hacer cosas impensables con anterioridad, cuando el único gran escenario que tenía Santander era La Porticada. Así que las críticas, que estaban más relacionadas con lo estético, a nosotros que veíamos las posibilidades de la infraestructura no nos afectaron tanto. Nos fuimos arreglando con lo que tuvimos y ya con el primer FIS nos enfrentamos a grandes retos. Me viene a la mente la representación de la ópera 'Otelo'. que jamás podría haberse representado en otro lugar de la región.

-De todos los espectáculos que ofreció el Palacio estando usted en la Dirección habrá alguno que recuerde especialmente.

-Siempre cito la ópera 'Madama Butterfly' de Lindsay Kemp, que se estrenó aquí porque era una producción nuestra e hizo 35 funciones por España e Italia, cosa que no era muy habitual en este tipo de espectáculos. Pero podría decirte muchas otras, en danza por ejemplo están todos los estrenos mundiales de Nacho Duato. Luego tengo que citar que todos los grandes nombres del teatro español han pasado y estrenos como 'El avaro' de Molière. Pero han sido tantas cosas...

-Como el concierto de Bob Dylan, por ejemplo, que se puede calificar como histórico en Cantabria. ¿Cómo lo recuerda?

-Pues como alguien muy difícil de tratar. Puedo presumir de haber llegado a tener amistad con algunas de los intérpretes que han pasado por el Palacio, como Lindsay Kemp, pero este no es el caso. Ni nos dirigió la palabra en todo el tiempo que estuvo en el Palacio. Cómo músico me encanta, siempre le he admirado mucho, pero como persona no quiero saber nada de él.

-Desde fuera da la sensación que todo el personal del Palacio es una gran familia.

-Creo que se debe destacar y valorar el gran equipo técnico que hay en este Palacio. Muchos de ellos continúan trabajando todavía y son gente muy experimentada. Anonio Valle, el jefe técnico, por ejemplo, entró hace treinta años y es magnífico, como todos los que están a su alrededor también. Isabel Ybarra es una gran profesional de la producción también. Pocos teatros en España tienen un equipo como este y debemos presumir de ello.

-La programación del Palacio convive cada verano con el Festival Internacional de Santander. ¿Cómo se han llevado?

-Para nosotros era complicado porque el FIS programa casi todos los días una cosa distinta, lo que significa montajes muy apurados y claro, cuando empezamos hace treinta años ellos tampoco tenían experiencia en este edificio, así que de repente nos decían que iba a venir tal ópera, y me estoy acordando del 'Otelo' inicial, que en el Covent Garden tardó cinco días en montarse y pretendían que nosotros lo hiciéramos en uno. Así que discutíamos mucho de lo que no se podía hacer, pero nos llevábamos muy bien.

- ¿Cómo ha sido lidiar con tantos políticos de distintos colores?

-Tengo que decir que hemos tenido bastante suerte. López Marcano era un jefe de equipo absolutamente integrador y un hombre de cultura. Nos dio una gran libertad y confiaba en nosotros. La gran aportación de Rafael de la Sierra fue que nos dejó crear un equipo sin injerencias políticas, y con José Antonio Cagigas también tuvimos gran libertad.

-Y treinta años después ¿cómo ve el Palacio?

-Durante años nosotros hemos sido considerado casi personas non gratas y, sin embargo, ahora hemos sido recibidos con una amabilidad absoluta por parte de Carlos Troyano, que nos ha dado todas las facilidades y del que se debe valorar su trabajo con un presupuesto tan ajustado.