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Aurora Bobadilla, junto al Palacio de La Magdalena, con su acreditación de alumna de la UIMP. Roberto Ruiz
Las lecciones de vida de la alumna más veterana de la UIMP
Aurora Bobadilla Pardo

Las lecciones de vida de la alumna más veterana de la UIMP

Lleva 62 años asistiendo a los cursos de verano porque en esta Universidad ha encontrado «el mejor medicamento»

Rosa M. Ruiz

Santander

Lunes, 26 de agosto 2024, 07:15

Si una se pone a echar cuentas, la reina Victoria Eugenia, esposa afligida de Alfonso XIII, pasó 18 veranos en el Palacio de La Magdalena, un lugar al que llamaba «mi casuca de verano» y donde casi siempre se sintió muy feliz. Aurora Bobadilla Pardo le gana, pues año tras año, y ya van 62, ha hecho de las estancias de este edificio y del de Las Llamas su 'hogar' estival. Tiene 85 años y es, sin duda, la alumna más veterana de la UIMP. Este año ha acudido al curso de 'Historia del siglo XX', que dirigió Julián Casanova, y al de 'Oratoria' de Emilio del Río, aunque faltó a algunas ponencias para seguir las lecciones del filósofo Markus Gabriel. Pero la verdadera lección, la de vida, es la que regala ella en cada conversación. «La UIMP es un sitio donde te enseñan a vivir», asegura. «Porque aquí puedes aprender todo lo que quieras. Yo empecé a ir a los de cursos de arte y literatura que se impartían en Las Llamas, pero luego he asistido a todo tipo de clases. ¡Hasta de física cuántica¡ Y cuando me preguntan que por qué siempre digo que cómo si no voy a saber qué es la física cuántica», explica. Esta misma curiosidad la ha llevado este verano a disfrutar de las referencias a la Inteligencia Artificial que ofreció en sus ponencias Markus Gabriel. «Unas clases muy interesantes que me han puesto de nuevo en el mundo porque, lógicamente, este mundo no es el que yo he vivido».

Trayectoria

Ha conocido a José Hierro, a Alberti, Saramago, Dámaso Alonso, Cela... pero añora las tertulias que había antes

Aunque no parece una mujer que se regodee con la nostalgia, no puede evitar hablar con emoción del campus de Las Llamas, en el que tuvo su primer contacto con la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Aurora Bobadilla estaba casada con Carlos Galán, el que fuera durante años director de los Cursos de Español para Extranjeros y artífice de los Martes Literarios, así que para ella el Paraninfo de Las Llamas y sus jardines son parte de su vida.

Una vida que comienza apenas terminada la Guerra Civil Española en Cortes (Navarra), aunque se cría en el poblado de Azucarera Leopoldo (Burgos), a tres kilómetros de Miranda de Ebro. Estudió en la escuela de Azucarera hasta los 9 años y después realizó el Bachiller y tres años de Magisterio. En el año 1957, a los 18 años, opositó para Mutualidades Laborales (antiguo régimen de gestión de pensiones y ahorros) y trabajó como funcionaria interina. También dio clases particulares de matemáticas. A principios de la década de 1970, ya casada con Carlos Galán, el matrimonio y sus dos hijas se trasladaron desde Zaragoza a Santander, donde tras disfrutar de una excedencia se incorporó a su trabajo en Mutualidades Laborales hasta 2004. Y fue entonces, una vez jubilada, cuando decidió disfrutar de sus dos grandes pasiones: la UIMP y la música clásica.

Uno de los primeros nombres que le vienen a la cabeza es el del historiador José María Azcárate «que fue el que me inició en el arte». Fue en la época de Las Llamas cuando su marido se encargaba de los cursos de español. «Tengo muchos y muy buenos recuerdos de Azcárate que era uno de los mejores medievalistas del país, tanto, que en sus clases jamás llegábamos a Picasso o Dalí, que no le gustaban nada», recuerda entre risas.

La de Las Llamas fue para ella, la mejor época de la UIMP. Porque tras participar en aquellos cursos de arte comenzó a asistir a los de literatura que impartía el poeta José Hierro, con el que, con los años, labró una gran amistad. Y es que, si algo le ha dado esta universidad ha sido amigos, y poder pasar tiempo con personalidades como Alonso Zamora Vicente, Dámaso Alonso, Alberti, Vargas Llosa, Cela, Delibes, Torrente Ballester, Saramago... y un sinfín más de nombres que forman parte de las bibliotecas de todo el mundo. «Esta universidad me ha dado unas relaciones que a mi nivel jamás pensé que podría conocer. ¡Cómo no le voy a estar agradecida a la UIMP!».

También ha conocido a un gran número de rectores, entre los que destaca al santanderino Ciriaco Pérez Bustamante «que fue maravilloso y no sé muy bien por qué ignorado por esta ciudad», lamenta. «Él le dio mucho a la UIMP y fue un catedrático con ideas muy liberales, aunque fuese de derechas. La prueba está en que durante su rectorado se hablaba de todo y en los cursos de Filología, por ejemplo, se daba filología vasca, catalana y gallega. Para la vasca venía Koldo Mitxelena y para la catalana José María Valverde».

La universidad en los pasillos

Tras su jubilación decidió seguir matriculándose a los cursos a los que hoy en día considera «mi mejor medicamento porque me ponen las pilas. Vivo sola, ya que mis hijas están fuera, y si me llevo bien con mi soledad creo que es gracias a venir aquí». Le cuesta destacar uno de entre todos a los cursos a los que ha asistido, además de los de Azcárate claro, pero de los más recientes el primero que le viene a la cabeza es el del escritor griego Petros Markaris sobre novela negra, si bien reconoce que uno de los que más la han marcado es el que dirigió Roberto Saviano, el autor de 'Gomorra'. «Vive escondido porque está amenazado de muerte y nos dio un curso de tres días en los que todos acabábamos llorando. Tenía tantas medidas de seguridad que había más policías en clase que cuando vienen los Reyes».

Ahora, sigue disfrutando de la universidad aunque reconoce que nota muchas diferencias con la de hace años. «Pero es lógico, la vida cambia». Los primeros cambios, en su opinión, llegaron de la mano del rector Raúl Morodo «que para mí fueron para peor». Tampoco las obras en el Palacio de La Magdalena ayudaron según cree porque «antes estaba más abierto todo. La cafetería, por ejemplo, estaba arriba no en un sótano como ahora y esto la convertía en un punto de encuentro y en el lugar idóneo para seguir con las tertulias. También en los salones del Palacio continuábamos los debates entre alumnos y profesores después de las clases. Y esas tertulias, que ahora se han perdido, también son universidad».

Pese a la falta de esos corrillos tras las clases «y a que Las Llamas se han perdido», cree la UIMP actual funciona muy bien. «El problema es el de siempre... La falta de dinero. Es muy difícil mantener esto con pocos recursos» y no puede evitar una velada crítica para Santander. «Cuando llegué aquí se decía que la UIMP vivía de espaldas a la ciudad, pero más bien era la ciudad la que le daba la espalda. Durante años intentamos que los extranjeros de los cursos se integraran con los santanderinos, incluso se organizaban fiestas en el Tenis o en Los Pinares a las que no iba nadie de aquí y los que lo hacían eran ligones con malas intenciones».

Aurora Bobadilla podría estar horas hablando de la UIMP sin que el que escucha pierda interés. «Soy una afortunada y mientras pueda no dejaré de venir», concluye.

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