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Entre las grandes frases que dejó escritas Ortega y Gasset, hay una que se puede aplicar a lo que se vivió la semana pasada en el Aula que con su nombre se celebró en el Palacio de La Magdalena: «Camina lento, no te apresures, que ... a donde tienes que llegar es a ti mismo». Ochenta chicos y chicas de entre 17 y 18 años, con los mejores expedientes de bachillerato de toda España se reunieron en este encuentro, dirigido en esta edición por el catedrático de Historia, Julián Casanova Ruiz, con el objetivo de «encontrar una aproximación a las grandes corrientes del saber en disciplinas diversas y en las cuestiones capitales de nuestro tiempo». Eso era lo que decía el programa de este Aula, en la que colabora el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, y en la que todos los participantes asistieron becados. Pero lo cierto es que este catedrático tenía un mensaje muy especial que dejar a todos los participantes: «que la diversidad y la pluralidad solo se consigue con respeto, conociendo y viendo el espejo del otro y teniendo empatía en torno a la otra gente».
También una petición para todos estos estudiantes que «algún día, cuando lleguen a ser alguien que llegarán, devuelvan los privilegios que han recibido a la gente que les ha ayudado hasta ahora- en referencia a las becas y estudios que han recibido gracias a los impuestos de todos los ciudadanos, la voluntad de sus profesores y el esfuerzo de muchísima gente, empezando por sus padres-», tal y como expuso.
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Dejarles un poso que empezó a cimentarse en este Aula Ortega y Gasset de la UIMP con las clases ofrecidas por destacados ponentes de todas las disciplinas. ¿Y cómo son estos alumnos tan brillantes y cuáles son sus aspiraciones? Diez de ellos, procedentes de distintos puntos de España hablaron con El Diario Montañés sobre sus vocaciones, sobre la incertidumbre que les causa empezar la formación universitaria, sobre sus otras pasiones... Lo primero que llama la atención es su curiosidad infinita y que todos ellos han elegido la carrera que van a cursar seguidos por sus vocaciones, al margen del mayor o menor número de salidas laborales que estas tengan. También que prefieren la educación pública, en la que se han venido formando, a la privada a la hora de elegir universidad Y sí, cómo les pide Julián Casanova, están agradecidos de todo el apoyo recibido hasta ahora, sobre todo por parte de sus familias y profesores. Es el caso de Gonzalo García de León, un joven de Daimiel en Ciudad Real, que afirma que sus padres «han hecho más de la mitad del trabajo para yo haya llegado aquí». Este joven iniciará este curso los estudios de Ingeniería Aeroespacial en la Universidad de Sevilla. «Siempre me han interesado las ciencias exactas y las matemáticas pero sobre todo, y creo que en como casi todo el mundo, siempre he tenido una gran fascinación por los aviones y los cohetes. Y eso que me da miedo subir a un avión», contaba entre risas. Llegó a La Magdalena con otra joven de su pueblo, Ángeles García Luengo, que va a cursar la carrera de Biotecnología pero también seguirá estudios superiores de clarinete. «Y eso que me aconsejaron que me decantase solo por una de las dos carreras sí quería ser la mejor. Pero tras pensármelo mucho me di cuenta qué para qué quiero ser la mejor sí lo que quiero es ser feliz».
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Algo parecido es lo que le pasa a Eva Aguilera, que es de Castilla y León pero que vive en Cantabria desde la pandemia. En esta tierra, en el IES La Marina de Bezana, estudió bachillerato y en Santander también, en la Universidad de Cantabria, cursará el doble grado de Magisterio en Infantil y Primaria. «Mi pasión es la enseñanza y no he dudado en que es lo que quiero estudiar». El hecho de que su hermana también estudie esta carrera y «que he tenido unos profesores con una pasión contagiosa» le hicieron decantarse por esos estudios al margen de consejos para que eligiese otra formación.
La Universidad de Cantabria, en este caso la Facultad de Ciencias, contará también con otro de los expedientes de más brillantes, el del santanderino Julen López, quien va a estudiar el doble grado de Física y Matemáticas. «Siempre me han gustado las ciencias exactas y las matemáticas y he tenido el placer de contar con unos profesores en mi instituto -el IES Torres Quevedo- que me han transmitido su pasión. «No sé a lo que me dedicaré en un futuro, pero lo que sí tengo clarísimo es lo que quiero estudiar», afirma.
Por el momento no se ha planteado abandonar Santander «posiblemente lo haga para estudiar un máster o posgrado» y lo que sí ha dejado, porque sabe que la carrera que ha elegido le va a llevar mucho esfuerzo, son los estudios de música, pues tiene el grado profesional de percusión y piano, pero, de momento, no seguirá con los superiores. Eso sí, continuará tocando en las orquestas de la UIMP y la Joven Orquesta de Cantabria a las que pertenece.
Héctor Gómez, un joven zaragozano, que iniciará en la Universidad de Zaragoza el doble grado de Matemáticas e Ingeniería Informática, se encuentra en una situación parecida. También ha concluido los estudios profesionales de violín, pero no continuará con los superiores para centrarse en la carrera. «Pero en la Universidad de Zaragoza hay una orquesta en la que espero poder ingresar porque no quiero dejar de tocar». Este joven reconoce que tuvo muchas dudas a la hora de matricularse en este doble grado, «que requiere mucho sacrificio», pero cree que hay que apostar por lo que a uno le gusta y le motiva. «Y estoy muy expectante porque sé que las cosas van a cambiar mucho con respecto al instituto, pero tengo muchas ganas de aprender, de tener una buena formación, de entrar en el mercado laboral y demostrar todo lo que valgo».
Esa misma curiosidad es lo que le ha llevado a Felipe García Serrano, de Fuensalida en Toledo, a estudiar el doble grado de Física y Matemáticas en la Universidad Complutense de Madrid. «Siempre me ha proporcionado un gran placer encontrar las respuestas sobre las cosas que no conozco». Esa aspiración personal y no otra cosa es la que le he llevado a estudiar tanto durante el bachillerato y tener tan buen expediente, explicó. Tambié, que al igual que los compañeros de Daimiel con los que coincidió en este Aula, reconoce que vivir en las zonas rurales tiene más dificultades para formarse. «Vivir en un pueblo pequeño conlleva algunas querencias como falta de bibliotecas, museos, centros de investigación... También, al haber menos población cuesta encontrar a gente que le guste lo mismo que a ti. Además, los institutos pequeños tienen menos recursos, pero eso no quiere decir que no puedas desarrollarte en un pueblo».
Coincide con él, Atenea Baruttis de Torre-Pacheco (Murcia) quien seguirá la carrera que siempre quiso estudiar: Historia. «Siempre me han gustado las Humanidades y me apena terriblemente que cada vez se eliminen más asignaturas relacionadas con ellas, sobre todo en los pueblos, en los que cuesta cada vez más encontrar institutos en los que se ofrezca Griego, Historia del Arte y en algunos hasta latín». Ella se quedará en Murcia, en la universidad pública, para cursar la carrera deseada «Y tengo muchas expectativas e incertidumbre, pero de momento estoy encantada de poder hacer la carrera que me gusta y mi objetivo es disfrutarla».
Marina Gil, de Albacete, también se quedará en su ciudad para estudiar en la universidad pública Medicina. Nunca tuvo una vocación muy clara porque su curiosidad le ha llevado a querer hacer distintas carreras durante su vida, pero «al final me he dado cuenta de que lo que quiero es ayudar a la gente y creo que la mejor forma de hacerlo es desde el mundo de la investigación».
La que seguirá viviendo en Madrid, ciudad a la que se desplazó hace unos años desde Murcia para seguir la carrera superior de danza española en el conservatorio Mariemma es Carmen Valverde. A base de trabajo logró compaginar la danza con el bachiller y ya se ha matriculado en la Universidad Carlos III para seguir el doble grado de Estudios Internaciones y Derecho pese a que hasta ahora se decantaba por las ciencias, «pero es que vivimos en un mundo en el que nos han dado todo hecho y parece que no nos paramos a pensar en quién. Contribuir en beneficio de la colectividad también es una forma de progreso», concluyó.
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