Secciones
Servicios
Destacamos
Admiración. El uno por el otro. Sonríen. Se estrechan la mano y en sus miradas se puede palpar la complicidad. Ellos mejor que nadie saben lo que significa. «Es un lujo para mí poder escucharle y estar aquí con él», confiesa con cierta timidez Mohamed ... Attaoui (Beni Melal, Marruecos. 2001), el 'chaval de Torrelavega', como le llaman por la calle. «El placer es mío. Este chico es un talento al cuadrado», replica José Manuel Abascal (Alceda, 1958). El Diario los puso uno junto al otro. Han pasado cuarenta años desde que Abascal lograba la primera medalla olímpica en pista para España. «Un cántabro, ¿quién lo iba a decir?», admite en voz alta en medio de una conversación coloquial entre los dos atletas. Él representa el despegue en un deporte en el que por aquel entonces nadie tomaba en serio a los españoles. El 'chaval' significa una de las irrupciones más potentes en la élite del atletismo. «A Cantabria vengo a descansar. Me tomo un respiro. Antes me agobiaba si estaba mucho aquí, pero ahora con concentraciones y competiciones estoy deseando volver», explica Attaoui, recién llegado después de 22 días de parada obligatoria para recuperar tras los Juegos Olímpicos de París 2024.
La cita entre maestro y alumno se concretó en la camilla de Abdel Laghcim, en Soto de la Marina, su sala de recuperación cuando Attaoui anda por casa. El joven atleta –cumplió 23 años el mismo día de la entrevista– levantó de los asientos a los aficionados españoles con su actuación en la final de los 800 metros en el Estadio de Francia en París. Se coló entre los mejores en su debut en el mejor escenario del mundo. «Hace dos años pensaba en lo que para mi era un sueño. Y ahora, no solo he ido sino que me clasifiqué para la final».
Remontada olímpica «Lo de salir atrás está hablado con mi entrenador. Veo la carrera desde atrás y luego tengo que saber cambiar y saber cuándo hacerlo»
Cantabria «Antes me agobiaba cuando estaba mucho aquí, pero ahora me voy a las concentraciones y estoy deseando volver»
Ya no es un desconocido Es normal. No me da presión, todo lo contrario.Me gusta. Cuando te exigen es cuando mejor funciona un deportista»
Fue quinto después de una salida a lo 'Ataoui', rezagado, tapado y cauto para ir remontando después. «Es algo que tengo hablado con mi entrenador. Soy más de 800 y 1.500 que de 400 y 800, por eso sabíamos que teníamos que correr desde atrás y leer la carrera desde ahí y sabiendo que había que cambiar cuando había que hacerlo», recuerda, mientras le aprietan los músculos y ni se queja. Es costumbre.
Abascal lo sigue de cerca desde que entrenaba en La Lechera o apretaba los dientes en Sniace. «Le conozco, sé de lo que es capaz y no tiene límite». Para el de Alceda su margen de mejora es lo que asombra. «Está llevando una progresión inmejorable y magnifica y ojalá pueda decir que Cantabria tiene otra medalla en el medio fondo mundial. Sería algo maravilloso para esta tierra».
Una virtud «Es un talento al cuadrado. Lo tiene todo. Tiene esa mentalidad que le hace salir diciendo 'aquí estoy yo'. Es valiente. Eso le dará el éxito»
Más virtudes «Tiene un final enorme; esos ochenta o noventa metros cuando los demás van tocando el tambory él aún sale por fueracon clase. Es enorme»
Semejanzas «Antes los españoles teníamos miedo. Yo en eso fui pionero y llegue a la final y ataqué. Attaoui también es así»
Attaoui apuntó siempre desde pequeño. Llegó a Cantabria con apenas seis años. Consiguió la nacionalidad española en 2021 y fue a partir de entonces cuando su ascenso no ha tenido tope. Sorprendía a todos en el campeonato europeo sub-23 del verano pasado al conseguir la medalla de plata en 1.500 metros. Precisamente esa era la distancia para la que parecía que estaba destinado, la misma en la que Abascal sorprendió junto a Sebastian Coe y Stephen Cran, como cuenta el veterano atleta. «Fui pionero, no esperé y ataqué a 600 metros de la línea de meta.Era un poco suicida, pero al final aguanté», recuerda mientras Attaoui se prepara la respuesta de su idilio inesperado con la distancia de 800 metros. «La verdad es que he descubierto el potencial este año. Así que de momento vamos a apostar por ello y luego con los años, cuando pierda un poco velocidad, igual nos pasamos al 1.500».
Realmente nadie esperaba lo que Attaoui hizo de camino a los Juegos Olímpicos. Sería en Italia, en el Campeonato Europeo de Atletismo, donde se metió sin que nadie le colase en la final y se colgó la plata. Después ha ido con la flecha para arriba hasta París. «Es que fíjate, ha hecho quinto con 1.42.04», alza la voz Abascal para darle el valor que realmente tiene el registro del torrelavegense. «Sí, lo cierto es que fue una final muy rápida. Con ese tiempo en los últimos años seguramente habría estado en el podio, pero... Hay que seguir mejorando» señala mientras se incorpora de la camilla. Su puesta a punto ha terminado y la charla continúa con un café. «Por aquí suelo venir cuando me toca rodar. Por Soto de la Marina o a veces voy a Las Marismas de El Astillero».
De camino al desayuno, el 'profe' y el 'chaval' se van contando confidencias. «Es que todo ha cambiado. Vaya que si ha cambiado. Empezando por las zapatillas. Nosotros poco más o menos corríamos con alpargatas», bromea Abascal señalando el calzado que lleva Attaoui. Los avances tecnológicos, de material, de técnicas de entrenamiento y nutrición, de descanso... «No se puede comparar, pero hay una cosa que no ha cambiado y es el atleta. El talento. Y ese es el que quiero destacar de Attaoui», insiste 'Abas'. «Es un lujo escuchar lo que dice de mí. Yo quiero aprender, seguir mejorando y pensar a corto plazo y a largo», añade el joven atleta. «Tiene dos cosas que le distinguen; una, la mentalidad. En eso se parece a mí, no le importa, no tiene miedo, arranca y sale diciendo 'aquí estoy yo'». Café con leche en vaso. Lo apura y contesta el protagonista. «Es mi forma de correr, no creo que la vaya a cambiar. Me siento bien siendo agresivo y valiente». Y tanto. Y eso que a los profanos en la materia les cuesta entender eso de salir el último para acabar en cabeza. «Además, lo hizo en unas eliminatorias durísimas y eso es lo que le da más valor aún». El otro aspecto que ensalza Abascal del joven talento es ese final. «Esos ochenta o noventa metros son tremendos;cuando los demás ya van con los brazos como tocando el tambor es cuando él sale por fuera, con clase y con una potencia tremenda. Eso es lo que le dará el éxito».
Hace cuarenta años «los españoles tenían miedo, ahora eso ha cambiado y Attaoui es el ejemplo. Es una exhibición de poderío».
Su corto respiro de 22 días ya se acabó y ahora le toca ya planificar el futuro. «A corto plazo acabo de reanudar los entrenamientos. Poco a poco. Primero, en octubre subiré a Sankt Moritz a una concertación. Lo alternaré con venir a casa diez días y luego a Sudáfrica a preparar la pista que tenemos el mundial a finales de febrero. Después el Mundial al aire libre, en septiembre. La temporada se alarga, pero es lo más importante», admite. Ya no es un desconocido y asume que el factor sorpresa se ha desvanecido. «Es normal. Pero a mi me gusta. No me da presión. Todo lo contrario, me gusta y creo que es cuando mejor funciona un deportista, cuando se le exige. Eso es que lo puedes dar».
De repente ambos echan una carcajada. «Te voy a llevar el sábado, ya verás», le dice Abascal. «Para que veas dónde entrené yo allí rodeado de vacas, caballos, en altura y metiendo las piernas en el deshielo para recuperar». «Venga, perfecto, pero no se lo digo a Wanyonyi (oro en 800 metros)», confiesa entre bromas. Finalmente, ayer no hubo encuentro en Áliva, centro de operaciones «donde se fraguó aquella medalla» y que se convirtió en respiro espiritual y 'trending topic', como dirían hoy, en aquellos lejanos 1984. «Lo dejaremos para otro día», lamenta.
«Yo siempre le he admirado. Y me gusta escucharle y recibir consejos», explica con la sinceridad e inocencia de alguien que «quiere aprender y progresar». Caprichos del destino, Attaoui llegará con 26 años a los Juegos Olímpicos, precisamente a Los Ángeles, el lugar donde cambió todo. «Yo ya le he dejado marcado el camino, allí, en el Memorial Coliseum». Abascal eleva los hombros y se frota las manos en un gesto que indica que 'los deberes están hechos. Attaoui toma la palabra y no se esconde. «Pues nada, habrá que ir a Los Ángeles a hacer un Abascal». Toma esa. Recoge el guante. No le importa que ahora sea la zancada a seguir y que las ilusiones del atletismo español pasen por un ramillete de jóvenes entre los que se encuentra. «Es algo que te invita a entrenar más, a prepararte mejor y a mejorar. Va todo bien y para los Juegos quedan cuatro años, pero está claro que quiero volver más fuerte». «Está bien asesorado, bien rodeado y en el mejor sitio. Lo tiene todo», concluye 'Abas'. No se hable más.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.