110 años de cariño hacia el Racing

Como si fuesen una suerte de flautistas de Hamelin, los integrantes de esa banda, con sus gaitas y tambores, empezaron a atraer como por arte de magia a más y y más racinguistas. En las aceras, los curiosos inmortalizaban la escena con sus móviles. Y en todos los casos, con una sonrisa. Porque el pequeño acto no podía ser más emotivo y lleno de cariño. La música, las camisetas y las bufandas verdiblancas anunciaban que el viejo Racing está de cumpleaños. Que se cumplen 110 años de su primer partido. Desde aquel 23 de febrero de 1913 -el aniversario fue el jueves- una cosa se ha mantenido a lo largo de un siglo y diez años: el amor por el equipo.

Casi media hora después, la comitiva, ya integrada por unas 400 personas, llegó a la plaza de Tetuán. Allí, el racinguismo empezó demostrar ese cariño no solo a su equipo, sino también a las personas que lo han hecho grande. El primer homenaje fue en la placa que recuerda a Ángel Meñaca y en el que estuvieron presentes, además de autoridades y representantes del Racing, familiares del que fuera nombre ilustre del fútbol cántabro y uno de los pilares del Rayo Cantabria. Más tarde, al son de la Fuente de Cacho, la banda y los racinguistas que la acompañaban llegaron a la zona de bares de la calle Tetuán, donde ya a eso de las dos de la tarde había otro buen número de racinguistas. Allí hubo otro sencillo acto, con ramos de flores a sus familas junto a las estrellas que recuerdan a dos mitos del racinguismo: Manolo Preciado y Nando Yosu.

«Llevo tocando el silbo y el tamboril desde 1999. Y en los pasacalles con el Racing, el tambor lo toco desde, creo recordar, la temporada de la UEFA. Y desde la creación de la Banda del Centenario, formo parte de ella», señalaba Javier Alonso, tambor en ristre. Socio desde el principio de los años 90, estaba convencido de que «ganamos hoy. Y nos quedamos en Segunda. Hay mimbres para ello».

«Un equipo no se mide por las Copas, sino por su afición», señalaba orgulloso Julián Cacho. «Y hoy ganamos seguro», añadía su amigo Héctor Olabarri. Su hijo, también Héctor, y el de Julian, Izan, andaban a sus siete años vestidos de verdiblanco. «Fue primero su carné de socio del Racing que el inscribirles en el registro», señalaba entre risas Julián. Izan juega en el Montaña y Héctor en el Guarnizo. Pero Izan ya ha estado «en la Academia». Porque los dos quieren, algún día, «jugar en el Racing». De aquel puñado de chavales que en 1913 imaginaron un equipo a Héctor e Izan han pasado 110 años y mil y una vicisitudes. Lo que no ha variado en ni un ápice es el cariño por un equipo al que su afición no puede querer más.

Corteo

Y tras tomar algo o comer por la zona, tocaba ir al estadio. Con uno de esos corteos que hacen retumbar todo el túnel de Tetuán, la vía que comunica casi directamente esa calle con los Campos de Sport. A las tres y media entraba la comitiva del club por la infraestructura. Música, cánticos... Así hasta llegar al estadio para animar al Racing en su partido ante el Andorra. Otro más en esta historia en verde y blanco, pero el que estaba en el calendario en la semana en la que el Racing cumplía sus primeros 110 años de vida.

El partido trajo el mejor regalo posible. El triunfo del Racing (2-1) ante el Andorra. Parte de la afición regresó a Tetuán para seguir con la fiesta, amenizada esta vez por el grupo Coverage. Se cerraba así una jornada con actos sencillos pero de lo más emotivos. Ya queda menos para el siguiente aniversario. En 2024, los 111 años.