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Se fue de repente y por la puerta de atrás, pero en el caso de Cristóbal no se puede catalogar como un acto de mala educación porque el cordobés si de algo ha hecho gala es de todo lo contrario. Quizá su salida sea ... más un acto de dignidad, cansado de que no se le tuviera en cuenta para nada. Los resultados, de los que depende cualquier entrenador han sido malos, y eso es difícil de justificar se mire por donde se mire, pero su marcha no sólo se debe a que su equipo no haya funcionado y que su trabajo no haya mejorado en nada el de su antecesor, Iván Ania, al que el club destituyó en la jornada 16 y le abrió la puerta para su llegada. El club dijo que ha sido una resolución mútua y Cristóbal ha decidido irse sin hablar, como hizo en las últimas ruedas de prensa en las que se le preguntó por el mercado de fichajes y los refuerzos de la plantilla. En todas se mordió la lengua una y otra vez. En cualquier caso, el técnico cordobés no aparecerá en un lugar con lustre en la historia del club verdiblanco; educado, correcto y pausado, su discurso no caló y un solitario triunfo en once partidos no dice mucho en su favor.
Llegó a Santander cuando el equipo era penúltimo y lo deja colista y a siete puntos de la salvación. En su camino bien es cierto que ha tenido de todo; un arranque prometedor con un empate a domicilio en Lugo y un triunfo en casa ante el Extremadura, pero luego la suerte y la falta de acierto le condenó. Errores puntuales en los últimos minutos facilitaron a equipos como el Cádiz o Las Palmas 'robarle' puntos o la permisividad y excesivo conservadurismo ante el Dépor o el Fuenlabrada quedarse sin seis puntos más que tenía casi en su poder. Los resultados sepultaban cada día un poco más al técnico que trataba de mantener las formas. No se salió del guión y nunca dijo una palabra más alta que otra.
Llegó el mercado de invierno y sus números ya eran peores que los de Ania. La posibilidad de que los refuerzos pudieran cambiarle el aire y el color a la plantilla se convirtió en la última alternativa y posiblemente a su trabajo. Sin embargo fue la puntilla. El club vendió a Yoda cuando Cristóbal había dicho días antes que su venta podía «destrozar al equipo». La falta de sintonía del técnico con el director deportivo propició que el cordobés siempre que se le preguntaba por algo relacionado con la plantilla prefiriera que fuera Chuti quien contestara. Todo cambió el pasado domingo cuando sin decirlo dejó claro que el club no contaba con él para nada. Eso, sin duda, aunque nadie lo reconoció –ni él, que se ha ido sin despedirse– propició que el lunes le comunicara al club que su periplo como racinguista terminaba.
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