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Con las manos en los bolsillos y con el gesto muy serio. Así salió Aritz Solabarrieta este lunes del vestuario rumbo al campo de entrenamiento. Lo como hizo la pasada semana, aunque en esta ocasión se notaba un ambiente un poco más enrarecido. El ... día después tras caer derrotado en su debut en El Sardinero ante el Amorebieta fue como estaba programado: los futbolistas que participaron en el fiasco apenas saltaron al terreno de juego y completaron una sesión de regeneración y el resto de la plantilla sí que se ejercitó con intensidad.
El míster recibió la visita del director deportivo de la entidad José María Amorrortu, su jefe, y con él mantuvo una conversación inicial que se extendió al tiempo que los jugadores trabajaban. Fuera, en la banda, Víctor Diego, responsable de las relaciones institucionales del club, contemplaba el entrenamiento. Las mascarillas impedían retratar el semblante de los que no estaban vestidos con el chándal. La ausencia de público también benefició a la plantilla, que pudo cargar con su penitencia sin que nadie se lo pusiera más difícil.
Los 16 futbolistas que jugaron la mayoría del tiempo en el duelo con el Amorebieta se fueron a la ducha pronto, mientras que los que no jugaron o tan solo entraron al campo en la segunda parte extendieron el trabajo. Solabarrieta volvió a emplearse a fondo. Activo, dinámico y corrigiendo activamente los ejercicios, corrió de un lado a otro por el campo... Su carácter cambia por completo cuando salta al campo o se coloca en la banda en comparación con su actuación en las ruedas de prensa. Tan solo Pablo Andrade se presentó a la sesión con molestias. El brasileño reapareció el pasado domingo, tras dos meses apartado por una lesión en el tobillo.
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Amorrortu presenció todo el entrenamiento y esperó a que saliera el cuerpo técnico para seguir su charla en el vestuario. El míster saludó con educación a los medios de comunicación al marcharse. Detrás de él iba Cali Trueba, su segundo.
Minutos antes de que finalizara el entrenamiento, Solabarrieta se acercó al canterano Martín Solar. Ambos mantuvieron una charla táctica, en la que por los gestos, el partido frente al Amorebieta era el tema principal. El canterano cambió al equipo cuando entró en el campo en los últimos minutos y, sin hacer nada más allá, su presencia le dio un aire que no tenía. Al llegar al banquillo, el resto del cuerpo técnico le dio una palmada en la espalda al joven jugador. Todo indica que una de las novedades este miércoles, en el partido ante el Real Unión (19.00 horas, Campos de Sport) será su titularidad que, por deméritos de sus compañeros, se hace casi imprescindible.
No se vio a los propietarios del club: Alfredo Pérez -no suele acudir a los entrenamientos- ni al vicepresidente, Pedro Ortiz -suele estar algún día por La Albericia-, aunque no es menos cierto que la presencia de los dueños del club le hubiera transmitido más tensión a la mañana. Al equipo se le notaba consciente de que se encuentra al borde del abismo y sólo los jugadores pueden evitarlo.
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