![Dani Fernández, junto a Fontán, en un lance del encuentro.](https://s2.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/2023/10/14/cartagena-racing-ktJH-U210429432442eHG-1200x840@Diario%20Montanes.jpg)
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Que en un partido con cinco goles faltó puntería puede parecer una frivolidad, pero lo de ayer en el estadio de Cartagonova pudo haber sido un resultado de escándalo… O de disgusto para olvidar.
Y es que en el lapso de un par de minutos ... pasamos de que lo podía haber sido el gol de la temporada –un lanzamiento a portería vacía desde setenta metros de Andrés Martín, que no se marchó muy lejos del arco– a lo que a punto estuvo de ser un severísimo varapalo, si el cabezazo en el segundo palo del blanquinegro Alcalá no se hubiera ido a la izquierda del palo de Jokin Ezkieta, este por mucho menos distancia. Fue, literalmente, el último lance del partido, porque justo entonces el colegiado decretó el final del encuentro o, en otras palabras, que los aficionados del Racing ya podíamos volver a respirar.
Y no es que el equipo hubiera sufrido en exceso, después de haber sido muy superior durante casi todo el partido, pero desde fuera costaba olvidar lo ocurrido en la primera parte. Porque precisamente cuando mejor estaba jugando el Racing, que prácticamente había borrado al rival del campo y había dado la vuelta al marcador, concedió un saque de esquina en el que acabaría encajando un gol de los que más duelen: en pleno descuento. Un tanto psicológico, vamos.
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Pero si algo está claro esta temporada es que este equipo es capaz de aprender de sus errores. Y de mantener la calma en situaciones de alta tensión.
Porque el de ayer no era un partido tan sencillo como podría indicar el resultado final, ni como se podía presumir de un simple vistazo a la clasificación. Para empezar, la experiencia nos enseña que, demasiado a menudo, resulta mucho más difícil ganar al colista que al líder. Y es que a nadie le gusta ser el farolillo rojo, por lo que se redoblan los esfuerzos. Cuando se tiene poco que perder se está dispuesto a correr más riesgos, lo que explica que el Efesé mandase a su portero a rematar un par de saques de esquina en el descuento.
Lo que pasa es que el Racing de José Alberto está de dulce, con la buena fortuna de que, si un día no brilla en exceso su jugador franquicia, Íñigo Vicente o los delanteros no atinan, nunca falta quien reclame el protagonismo. Y hasta se disputen el título honorífico de ser el mejor del partido. Bendito problema, se dirá el míster, pero es que costaría decidir quién estuvo mejor ayer, si un Andrés elegante y habilidoso, que abrió el marcador y llegó pletórico al final del encuentro, poniendo cordura al juego y marcando el tempo justo cuando su equipo más lo necesitaba, o un Peque con el que seguro que soñaron varios zagueros locales, porque les acabó volviendo locos.
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No sólo provocó un penalti y marcó dos goles; no sólo firmó uno de sus mejores encuentros como racinguista, sino que ha conseguido que nadie cuestione su titularidad en la mediapunta del conjunto verdiblanco.
Otra cosa sería el final, claro, pero como a los sufringuistas nos va la marcha, ni con tres centrales estuvimos tranquilos. Y eso que Álvaro Mantilla está enorme, estratosférico. Pero en el último segundo la oportunidad de los locales fue clara. Clarísima. Eso sí, la fortuna sonríe a los audaces, y de nuevo tuvo premio el planteamiento valiente de José Alberto y de un equipo que en todo momento buscó la portería contraria. Un Racing abonado a la locura, pero es que… ¡bendita locura!
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