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Cedric Omogui (Nigeria, 1994) estaba deseando volver a España. Su aventura en el fútbol belga no salió como él esperaba, así que cuando el Racing puso una oferta encima de la mesa, ni se lo pensó. Los cántabros buscaban gasolina de alto octanaje para su ... motor y el delantero un equipo donde disfrutar de minutos y poder demostrar su pedigrí. «Echaba de menos todo: el idioma, la gente... A veces cuando estas aquí quieres probar la experiencia de vivir fuera de España y piensas que todo va a ser mejor; y al final resulta que como en aquí en ningún sitio. Al menos esa es mi experiencia», confiesa con sinceridad.
El nigeriano es un tipo espigado y con buena planta. De andares felinos y elegantes. Transmite tranquilidad. De sí mismo dice que es discreto, casero y que cuida mucho sus amistades. «Me considero algo carismático. Soy reservado, pero no serio. Me gusta hablar y reír mucho» y por si quedaba alguna duda esboza una media sonrisa. Y no tarda en matizar que de leer prensa nada. «No la leo mucho, prefiero estar tranquilo y centrado», avisa. Pero sí que ha tenido tiempo para visitar La Magdalena, donde lleva a jugar «a los peques».
Aunque en el Royal Excel Mouscron belga no pudo lucirse mucho -solo jugó siete partidos-, en su mochila lleva un buen puñado de goles. Para eso llegó al Racing precisamente, para marcar la diferencia, para ser el hombre gol. Aunque el fútbol es caprichoso y todavía no ha podido estrenarse en la portería rival. «Los goles sé que son importantes. Es para lo que he venido y mi responsabilidad, pero si lo tiene que meter otro compañero también estoy contento por ellos», admite. Y es que los otros dos delanteros, Balboa y Jon Ander, ya han 'mojado'. «He podido ayudar al equipo con un par asistencias que he dado y me he sentido igual o más feliz que el que ha metido el gol. A uno le hace feliz que el equipo gane, y si yo he participado en alguna acción individual me siento bien», sentencia sin pesar. Todo llegará, tiene tiempo y talento de sobra.
derbi
No siente presión por no haber marcado todavía. Y eso que la vida del delantero es difícil, aunque el negro sobre blanco se empeñe en pintarla de rosa. Que se les cuestione es el pan nuestro de cada día. Con todos los focos puestos sobre ellos, un error condena al más sobresaliente y un buen zapatazo borra de un plumazo los fallos. Pero a Cedric eso no le afecta. «Cuando vienes de una lesión tan larga todos esos minutos los aprovechas o los disfrutas, porque lo difícil del fútbol no es no jugar, sino no poder jugar. Por eso no quiero ahora obsesionarme con el tema del gol». Aunque es verdad que tiene claro a qué ha venido. «Si se me cuestiona lo vería normal. Tengo que ser honesto conmigo. Sé de dónde vengo, de la lesión de la que vengo y que tengo que ir poco a poco», explica.
El jugador venía de una lesión larga. En su último año en el Fuenlabrada se rompió el tendón cuadricipital de su muslo izquierdo ante Unionistas. Y no era su primer percance grave. Antes se había roto el ligamento cruzado anterior de su rodilla derecha ante el Celta B en la primera vuelta. En el Royal Excel Mouscron belga estaba entre algodones, pero el idioma era una barrera importante. Un muro que ha derribado en el Racing. «Había muchos médicos que nunca la habían trabajado porque no había muchos casos. Ahora que estoy en España ya puedo explicar si tengo alguna dolencia o molestia porque es mucho más fácil la comunicación».
Todos quieren a 'los buenos' en su grupo. A los que corren, los que luchan, los que meten la pierna. Y a la vez todos piensan: 'elígeme a mí'. Quieren ganar, ser los mejores. Destacar. Cedric también, claro. «Estoy creciendo. Me están ayudando mucho el entrenador y los compañeros. Entienden la lesión que he tenido. Sé que me tengo que exigir más porque tengo que dar más, pero no puedo pedir a mi cuerpo ahora mismo algo que seguramente hace un año podría», relata con una naturalidad que manda al limbo todos los complejos.
Prefiere no obcecarse con los sistemas, pero si tiene que elegir le gusta jugar «con 4-2-3-1, de delantero, de 9, con un buen media punta detrás que me pueda asistir». Para él el mejor ejemplo fue su papel en el Fuenlabrada, donde «podía romper, hacer esas cosas que me gustan. El delantero prefiere estar cerca del área, aunque ahora estamos jugando con dos sistemas con dos delanteros y nos va bien».
el sistema
De todas formas no tiene miedo a nada. Ya ha vivido dos ascensos seguidos, con el Mallorca y el Fuenlabrada; y ahora va a por el tercero. «He estado en equipos que luchan por los puestos de arriba y estoy, entre comillas, acostumbrado a objetivos grandes». Por eso no tembló ante la llamada del Racing. Su llegada a Santander fue «muy curiosa», como el mismo cuenta entre risas. «Resulta que estaba cerca de ir al Recre y el Racing se enteró de que yo quería salir de Bélgica y se metió por medio. Cuando vi su propuesta yo estaba súper feliz. ¡Y eso que se confundieron de Cedric!, o eso me dijeron, pero al final llegué».
Efectivamente, llegó. Y el Recre amenazó con llevarlo a los tribunales. El jugador tenía un acuerdo con el cuadro andaluz, pero el equipo belga prefería una operación de compra a una cesión. Ahí entra el Racing en la ecuación. Los verdiblancos asumieron los dos años de contrato que le quedaban a Cedric con el Royal Excel Mouscron, y esto invalidó cualquier acuerdo previo. «Hasta donde yo sé lo de la denuncia quedó en nada. No había base sobre la que denunciar, si no lo hubieran hecho. Creo que fueron sensatos. Hablé con ellos, todo quedó bien y cada uno es feliz con lo que tiene y donde está».
Confiesa que en el vestuario todavía no hacen cuentas ni cuadran números para el ascenso, pero la sombra del covid siempre está ahí, generando dudas. «No te puedes relajar. A lo mejor la competición se para mañana mismo y te lamentas porque no has hecho lo deberes. Sabemos que esto es corto y cada partido es como una final, no nos tenemos que poner nerviosos», decreta con seguridad.
el ascenso
Ante el Laredo el Racing resbaló como si jugase sobre hielo. El derbi se le escapó. El equipo de Rozada no cumplió con las expectativas y los de Calleja, no solo manejaron mejor los tiempos, sino que impusieron su ley en San Lorenzo. «El error fue que jugamos a su juego, y en eso ellos son mejores. Un fútbol más directo, balones aéreos, disputas... Entramos en esa dinámica y nos equivocamos», analiza. «Nosotros tenemos unas virtudes y teníamos que haberlas aprovechado, pero no lo hicimos», se lamenta.
Sabe que los racinguistas son incondicionales, pero también que han depositado muchas esperanzas en este equipo. Y más después de los disgustos futbolísticos de los últimos años. «Querrán ver un Racing que aplaste a los rivales, pero en Segunda B todos pelean. En este grupo somos el equipo a batir y todos vienen con una motivación extra». Para la afición tiene un mensaje claro: «Que estén tranquilos. El Racing va a ir a más, a crecer. Ambición y ganas hay. Que tengan paciencia, todo saldrá bien».
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