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A mí no me gusta el fútbol. Ni un poco. Nada de nada. Por lo menos, hoy. No sé si será una reacción alérgica a los picotazos de avispa; ayer en eEl Sardinero fueron solo dos, pero escocieron como si estuvieran envenenados. El primero, vaya... ... pero el segundo aguijonazo fue como pinchar un globo. Como cuando te explota en la cara. Y yo pensaba que el globo estaba lleno de euforia y optimismo, pero no; debía de llevar helio, porque de inmediato se me puso voz de pitufo. De pitufo gruñón, en concreto. Si por lo menos hubiera llevado gas de la risa....
Lo malo no es que palmara el Racing. Que todo puede pasar, y todavía no se ha perdido nada, en realidad. Lo peor es el chorreo que tienes que aguantar después de la derrota. Cuando salen de la cueva los que parecían estar esperando un tropiezo del equipo. Los del 'ya lo decía yo', sí... Y solo de pensarlo, ya parece uno el capitán Haddock, soltando rayos y centellas por la boca. Y llegar a casa en esas condiciones, como un alma en pena, es todo un sainete. Maldito fútbol, vas pensando mientras guardas la bufanda de la peña en el cajón de las bufandas. Puñetero Racing, te dices mientras te quitas la camiseta, la blanca retro del año de la polca. ¿Pero qué necesidad tengo de pasar estos malos ratos?, te preguntas mientras te sirves una tila en tu taza verdiblanca.
¿Es que no aprenderé nunca?, te torturas mientras te pones el pijama del Racing. Y no me pongo las zapatillas del Racing porque no hay manera de encontrarlas; por cierto, a ver si se animan a lanzar una nueva remesa.
Y uno piensa en desconectar el móvil, porque si no, encima, tienes que hablar con los amigos. Esos del Sporting, como Carlines, que te preguntaba si no te pone nervioso sentir su aliento en la nuca, 'ho'. Menos mal que otros son cariñosos, como el maño Pisón, que hasta me consolaba. Que el empate hubiera sido lo más justo, me decía. Pero claro, este juego no va de justicia. Ni siquiera de jugar bien al fútbol, si me apuras. Va de ganar y ganar y volver a ganar, que decía el Zapatones.
Claro que cuatro seguidos era ya exagerar. Que somos el Racing, aunque se nos hubiera olvidado. Y, como siempre, dejamos que se nos disparase la ilusión, porque mola mucho eso de soñar por encima de tus posibilidades. En vez de pensar en el punto que para el play off, con lo que uno soñaba secretamente era con que palmase el Valladolid y llegásemos al ascenso directo. Y qué menos, ¿no? Que soñar sigue siendo gratis.
Pero anoche me iba a la cama con los sueños rotos, como suele pasar siempre que celebramos por anticipado. Y mientras me envolvía en mi mantita del Racing -sí, esa tan corta que si te tapas la cabeza te destapas los pies, que es más o menos por donde se me había caído el alma- me repetía como un mantra la frase de Preciado, aquella de 'Mañana saldrá el sol'.
Bueno, pues el sol ya ha salido. Y qué pereza la oficina, para dar vueltas y vueltas a la misma conversación, que si subiremos, que está hecho, que si el árbitro, que si es para tirarse por el faro... Vamos, normal que un lunes como este no te guste nada el fútbol.
Pero claro, mañana... Igual ya vemos la cosa de otra manera. Que el Villarreal B ya no se juega nada. Que seguimos teniendo un equipazo. Que... Bueno, que igual le damos otra oportunidad al fútbol, ¿no?
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