Secciones
Servicios
Destacamos
Sería porque era la noche de los Goya, pero ni que el comienzo del partido de anoche lo hubiera escrito el mejor de los guionistas: era imposible de mejorar. Y es que el Ayuntamiento se equivocó al avisar de que la macrofiesta de carnaval se ... trasladaba al Palacio de Deportes; qué va: la verdadera fiesta no sería en la Ballena, sino en los Campos de Sport. Ambiente de lujo y gran entrada para un partido de Primera, que además sirvió para recordar a los héroes del plante. En buena medida gracias a ellos el viejo Racing sigue en el fútbol profesional, y rugiendo más que nunca.
Porque lo de anoche fue un zarpazo de depredador, de esos que saben que para ganar hay que atacar primero. Y más, contra un gallo de la categoría. Primer minuto y ya habían conectado los dos Íñigos, fabricando un contragolpe antológico. Con toda la emoción contenida tras los preliminares, el gol de Arana provocó toda una explosión de felicidad. Después de ver a todo el Sardinero saltando, algunos ya dábamos la jornada por amortizada: que llegara ya el 'happy end', lo antes posible. Otros, en cambio, pedían más fiesta. Macro, a ser posible.
Noticias relacionadas
Cómo se pondrían los ánimos, que todavía era el minuto dos y la grada ya estaba cantando aquella de 'Volveremos a Primera, como en el 93». Es lo que tiene jugar contra el Espanyol -aunque entonces se llamase Español-: en lugar de miedo, despierta nostalgia. Si ya encima el partido se pone de cara, como se puso, un poco más y las olas acaban entrando en el Sardinero.
Como si hubiera querido adelantar San Valentín, el Racing enamoraba. Eso sí, la resurrección de este equipo que hace dos semanas no carburaba tiene mucho que ver con el estado de ánimo de Íñigo Vicente, que no es que sea el termómetro del equipo, sino su faro. Pero no ese que anuncian en el paseo Pereda, sino el de Cabo Mayor, ¿eh?
Y es que Vicente corría los contragolpes, se fajaba en todos los cruces, presionaba arriba y abajo, remataba en el área, se desgañitaba ante el árbitro, consolaba a los lesionados y hasta sacaba de banda. Tan motivado se le veía, que en la primera jugada casi parecía que iba a hacerse un Mboula, pero por suerte buscó optó por el pase de la muerte.
Anoche no solo estaba hiperactivo, sino que parecía un mariscal de campo, colocando a los suyos y en permanente comunicación con José Alberto. Tremendo ver a los dos brincando y gesticulando como dos manojos de nervios... ¡y eso que tenían el marcador a favor!
Claro que los rivales también se dieron cuenta enseguida de quien cortaba el bacalao, y el lateral Omar El Hilali se aplicó en un marcaje psicológico, diciéndole quién sabe qué al oído cada vez que tenía ocasión. Pero la táctica del hombre que susurraba a las estrellas no daba muy buen resultado, y los defensas acabarían por recurrir al abrazo del oso. En fin, mejor cariño que patadas, dónde va usted a parar...
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.