Culmen y castigo

El técnico racinguista, Aritz Solabarrieta, con la calma que le dan los buenos resultados, parece ir encontrando la rutina en su alineación. Las novedades que mostró fueron obligadas por las circunstancias. Óscar Gil entró en el centro de la zaga; Álvaro Bustos regresó al extremo zurdo y Cedric dispuso de una nueva oportunidad en la delantera. Con Pablo Torre, Íñigo Sainz-Maza, Mantilla y Ceballos como representantes del potrero de La Albericia en el once.

Más complicado lo tuvo por la falta de efectivos, o más sencillo, según se mire, por no tener casi ni donde elegir, lo tuvo Manu Calleja en el Laredo. El de Beranga, para recomponer su equipo, colocó a Diego Marta como lateral derecho y reubicó a Rasines como central. Para sorprender, puso a pierna cambiada a sus extremos, Riky y Álvaro García y le dio la punta de ataque a Vinatea e Iván Argos.

'La Fuente de Cacho' volvió a corearse en los Campos de Sport. Un avance hacia la normalidad en esta maldita pandemia. Como avance rápido fue el del Racing en el arranque del encuentro. Los dos primeros minutos fueron propiedad del Laredo. El primer ataque verdiblanco acabó en la meta de Rafa Pedrero. Un rechace en el área le cayó a Isma López. El lateral zurdo la pegó, con dudas y con la pierna mala, y el balón se fue al poste. La pelota se fue a los pies de Soko y el centro del camerunés lo rebañó Cedric en boca de gol. Por fin, hechuras de delantero, aunque acto seguido mandó una buena acción a las caballerizas de La Magdalena.

El Racing había activado el modo galope. Poco vistoso pero muy efectivo. Sin alardes, el equipo santanderino llegaba con mucho peligro. Como en una acción de Álvaro Bustos por la izquierda que el asturiano, en busca de la precisión, mandó al travesaño. Al Charles le pesaban las patas, en su tercer partido en ocho días, y también el entorno, muy diferente a lo vivido en los últimos once meses. Manu Calleja miraba el reloj. O cambiaba la carrera o se le iba a hacer largo.

Porque entre la confianza en aumento de la cuadra local y el decaimiento progresivo de la visitante, el Racing iba hilando cada vez más fino. Y más rápido. Quizá hasta llegar al mejor nivel de lo que va de temporada. Vale que el obstáculo a saltar tampoco estaba demasiado alto.

La actuación arbitral tampoco tenía muy contento al personal pejino y, tras una decisión de Sánchez Asla, el juez se giró hacia la grada donde se hallaba el banquillo rojillo. Ración doble de caramelo de fresa. Al utillero. Y a Guipu. La expulsión del futbolista iba a condicionar el resto del encuentro para Manu Calleja, que perdió un posible central para lo que iba a sucedere después. El parón no dejó fríos a los racinguistas, que en tres toques hizo el segundo. Un centro medido de Álvaro Bustos desde la izquierda lo remató, entrando desde atrás, Pablo Torre para hacer su primer gol con los mayores. Ayer el chaval jugó su mejor partido y se convirtió en uno de los jockeys verdiblancos.

El peor Racing de su historia se estaba reservando para el derbi. El Laredo hacía todo lo posible por no perderle la cara a un encuentro muy en contra. Pero los santanderinos ayer estaban indomables. Como Soko, desbocado en banda derecha. Sacó el balón desde su área, galopó, dejó atrás a varios rivales, se frenó para ceder atrás y continuar con su carrera hacia la portería rival. Veloz, para rematar el centro desde la banda izquierda y hacer el tercero. En plena galerna, el camerunés pudo hacer el cuarto dos minutos después, en un remate de cabeza que se marchó alto. Y al pobre Laredo, para más inmerecido castigo, se le lesionó Diego Marta justo antes del descanso. El chaval se limpiaba las lágrimas con la camiseta. Un drama. 34 minutos había jugado hasta ayer. Que llegase el intermedio era lo mejor. Racing y Laredo, a esas alturas, lo mejor que podían hacer era empezar a pensar en la siguiente curva. Barakaldo y Portugalete, respectivamente. Pero quedaban aún 45 minutos por delante. Así, Calleja hizo el cambio obligatorio por el lesionado Marta y Solabarrieta dio descanso a Soko para meter en dinámica también a Traver. Lo mismo que Pablo Andrade, unos minutos después, en sustitución de Isma López.

El partido bajó de revoluciones. Así que la contienda también se igualó. Pasado el minuto 55, por fin, el Laredo logro tener su primera ocasión, aunque lo hiciese en botas de un jugador verdiblanco. Una falta lateral colgada desde la derecha la desvió Óscar Gil en su intento de despeje y la pelota se le envenenó a Lucas Díaz, que tuvo que enviar a córner.

Pero ayer el Racing podría haber comprado lotería o pedir matrimonio a alguien, porque le salía todo. Cedric bajó, con la puntera, un balón que caía, por lo menos, del Perseverance aterrizado en Marte esta semana. El nigeriano avanzó y sirvió a Álvaro Bustos, que mandó el cuero a besar por tercera vez en la tarde alguno de los postes. Por el contrario, el mal de ojo continuó para los de Manu Calleja. Borja Ares, que ya legó tocado a la cita y que sustituyó al lesionado Marta en el descanso, se tuvo que marchar por donde vino. Recaída. Ni suerte.

El Racing estuvo tan certero ayer que apenas hizo trabajar a Rafa Pedrero entre goles y palos. Pero el meta sí que tuvo que despejar, porque se colaba en su portería, un balón rebotado en la pierna de un compañero a la salida de un córner. Precisamente desde la esquina contraria, en diagonal, botó justo después el Laredo un lanzamiento que iba a castigar la relajación santanderina y mitigar el dolor pejino. Cristian Toboso, que rima con poderoso, se elevó con autoridad y mandó el esférico al palo contrario para hacer el 3-1.

El hecho de que en San Lorenzo no conozcan la palabra 'rendición' y que el Racing llevaba un rato hibernando, con el saco de alfalfa al cuello, dejaba aún ligeramnte entreabierto un derbi que podía haber estado finiquitado hace tiempo. Pero al Laredo ya no le daban las piernas para llevar peligro suficiente hacia la remontada. Una gran acción de Riky, que eligió asistir en lugar de chutar, fue la mejor opción rojilla. Justo antes, en el otro área, Martín Solar mandó muy alto su disparo. Por suerte para los verdiblancos, ya estaban lo suficientemente cerca de la meta como para que les alcanzase su contrincante, aunque, una vez más, el cuadro dirigido por Solabarrieta no fue capaz de mantener –con el condicionante sabido de la clara renta y los numerosos cambios– el nivel hasta el pitido final.

Tan doloroso fue el palo que se llevó el Laredo que hasta el árbitro sacó del área un penalti sobre Traver cuando el cronómetro ya superaba el noventa. Ya no más, debió pensar. Y así, terminó un derbi. Menos derbi que otros, porque todo lo bueno es menos en esta nueva anormalidad que ha traído el covid. Una victoria que deja al Racing igual en lo clasificatorio, a tres puntos de la tercera posición tras los triunfos de los rivales directos. Pero con una confianza creciente tras un gran primer tiempo. Y una derrota que hace caer un puesto y no permite al Laredo abrir hueco con sus perseguidores, aunque los de Manu Calleja eran conscientes de que, de reojo, donde se la juegan es la próxima semana, en casa, frente al Portugalete. Pero el derbi, entre lesiones, tarjetas y disgustos, les ha salido caro.