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El pasado mes de diciembre, el aventurero Javier Campos presentó con la Fundación Gomaespuma el reto de escalar las cimas más altas de 50 provincias españolas en 90 días bajo el título 'Montañas montañosas'. Una auténtica locura, que realizar en invierno complica la ... hazaña. Pero a Campos pocas cosas le frenan, y pensar que, con esta aventura, podía colaborar con la misión educativa de Gomaespuma encendió la mecha tras planificar y decidir la ruta. Se subió a una furgoneta y empezó a recorrer una España medio confinada con los salvoconductos necesarios para cambiar de provincia y cumplir con los toques de queda.
En Cantabria eligió tocar la cima de Torre Blanca (2618,5 metros), aunque tuvo dudas con Peña Vieja (2.614 metros). La meta está en pleno macizo central de los Picos de Europa, también llamado macizo de los Urrieles, y se sitúa en la frontera entre Cantabria y León. Para hacerlo contó con la compañía de la montañera cántabra Raquel García, una experta en las cumbres de la región y con la experiencia Trail Himalaya Nepal en su currículo deportivo. García recibió la llamada de Campos: «¿Te animas a hacer el techo de Cantabria conmigo?». La de Suances atónita y emocionada le dijo que sí, pero que era la primera vez que iba a subir hasta allí y «encima en invierno».
En esta época del año, este tipo de aventuras son palabras mayores por las condiciones meteorológicas y del terreno, pero saber que mientras él recorre el país cumpliendo metas, los internautas hacen donaciones es más que suficiente para no pararse a pensar demasiado. «Un euro por cada metro ascendido. Metro a metro, euro a euro, conseguiremos entre todos los 30.000 euros que necesita la Fundación Gomaespuma para implementar en las escuelas infantiles de España el programa Think Equal, un programa de educación en la tolerancia y en la resolución de conflictos», reza en la página de la Fundación Gomaespuma.
La noche anterior durmieron en Potes y por la mañana le echaron un pulso a los Picos de Europa. Subieron en el teleférico de Fuente Dé, que justo el día anterior había estado cerrado por fuertes rachas de viento. Había nevado mucho y Javier Campos confiesa que «de las 45 provincias que llevo, ésta ha sido la más dura de todas». Se toparon con restos de pequeñas avalanchas y con los grajos volando al ras del suelo. Los de la zona dicen que si 'el grajo vuelta bajo, hacer un frío del carajo' y, efectivamente, el termómetro oscilaba entre cinco y ocho grados bajo cero.
Campos llevaba 20 kilos sobre su espalda, algo que complicaba más el reto. En la mochilla portaba una tienda de campaña, el saco, material de escalada (cuerdas, arneses...), una cocina, algo de comida... Con raquetas y pisando sobre nieve profunda en tres horas llegaron hasta Cabaña Verónica. Justo detrás y con el refugio como parapeto decidieron hacer noche allí..
Al atardecer montaron la tienda y cenaron una 'sopita' calitente, embutido, chocolatinas, turrón, mazapán «que da mucha energía. Y también llevé sobaos pasiegos de los grandes, de mantequilla. Si están ricos de por sí, allá arriba saben todavía mejor», comenta Raquel saboreándolos con la memoria.
Descansaron «bien» y al amanecer abrieron el ojo, alucinaron con las vistas, recogieron y enfilaron hacia la cumbre de Torre Blanca. «Visto desde fuera es una aventura de locos; desde dentro... también», dice Javier Campos con humor pero orgulloso. Es su forma de vida y no cabe pensar los fatídicos momentos que, a veces, se desencadenan. El aventurero recuerda a diario a su amigo Sergio Mingote, que perdió la vida a mediados de enero mientras intentaba coronar el K2 en Nepal. «Soy consciente del riesgo que corremos los que nos dedicamos a esto, pero el trasfondo social de cada aventura siempre puede más».
Llegaron a la cima tras siete horas y disfrutaron de unas vistas increíbles bajo un cielo totalmente despejado. La alegría para Raquel fue «inmensa»; para Javier, una más de todas las que lleva aunque insiste en que de las 45 cumbres que había hecho hasta la fecha, «ésta ha sido la más dura con diferencia».
Tocaba deshacer lo andado para volver al cable y bajar a Fuente Dé. En total, diez horas caminando sobre la nieve para tocar el techo de Cantabria. Raquel volvió a casa y Javier siguió con su periplo. Prueba superada y el cielo de Cantabria, acariciado.
Especialista en expediciones en solitario a montañas, regiones polares y grandes travesías, además de fotógrafo y conferenciante, a lo largo de estos 30 años de actividad Javier ha emprendido numerosas aventuras y proyectos relacionados con diferentes disciplinas en medio centenar de destinos. Además de haber escalado varias montañas de 7.000 y 8.000 metros, ha esquiado dos veces hasta el Polo Norte magnético, atravesado los hielos patagónicos, recorrido el desierto del Sahara en bicicleta o remado entre caimanes en los Everglades de Florida.
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