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La frasé «Mamá, quiero ser artista», dio pie hace 34 años a una comedia musical, a un estribillo mil veces repetido e incluso a un chascarrillo asumido.
La frase «Mamá, quiero ser cantautor», solo ha traído disgustos.
Que se lo digan a la madre de ... Ismael Serrano, que sigue preguntando al vástago, a sus 46 años, si no tiene intención de acabar la carrera y hacer algo «serio».
El otrora estudiante de físicas se quedó a falta de una asignatura, aunque llegó a hacer sus pinitos en la astrofísica, materia que le apasiona, si bien decidió cambiar las operaciones matemáticas por una guitarra. Y hasta hoy.
Con eso, una guitarra, y una camiseta de Star Wars, que ya daba alguna pista, salió al escenario del Viva la Vida. Con ella, y un cancionero que bebe de la cotidianidad, del reflejo en el que todos pueden mirarse, llenó casi dos horas de noche cálida. No había estrellas, pero se habló de ellas. Mucho.
«Han sido días intensos, pero aquí estamos», comenzó, tras un inicio directo a la línea de flotación con 'No estarás sola'. El madrileño dijo sentirse como en una noche de guitarreada con amigos en la que las canciones se convierten en luces tenues que hablan de un tiempo donde todo ardía. No, no es poesía. Es ciencia. Concretamente la radiación de fondo, explicó.
Porque uno puede dejarse llevar por las metáforas de canciones como 'Pequeña criatura',' Vértigo' o 'Un muerto encierras' y aprender los detalles del Principio de Heisenberg. El bueno de Werner, (Heisenberg, claro) expuso en 1927 una teoría que, para entendernos, viene a razonar la existencia de universos paralelos. «Y en este, Ismael Serrano es cantautor», lamentó el artista, demostrando que no hay nada mejor que hacer de uno mismo objeto de humor, aderezando el tiempo entre tema y tema con su ración de charla. Una buena ración, porque tiene carrete para hacer de monologuista si deja la canción.
Un cantautor que bebe de los clásicos que a uno le vienen a la cabeza cuando piensa en esa palabra. De Aute, de Silvio, de Brel o de Serrat, de quien versionó 'Esos locos bajitos', como gesto «para los niños que con su comportamiento ejemplar nos han dado lecciones en este confinamiento».
Si bien ha hecho del amor (y su pérdida) materia de versos desde hace más de dos décadas, Serrano se niega a «romantizar» la pandemia y el confinamiento. De hecho, espera que de la vieja normalidad «no lo recuperemos todo».
En los Jardines de la Lechera, él sí hizo cierto reciclaje, recuperando canciones que hacía tiempo que no tocaba, como 'Ultimamente', para disfrute del respetable, más maduro que en sesiones previas y más relajado también en cuanto al uso de las mascarillas. Mal camino; relajémonos gracias a la música, pero no con las normas. Para disfrutar de una, necesitamos de las otras.
Durante la expedición por otras galaxias a la que Serrano llevó a sus oyentes, hubo tiempo incluso de hablar del Sr. Gorsky, vecino de Neil Arsmtrong que negoció con su esposa cierto tipo de favores (Google les ayudará a resolver esta incógnita) «cuando el hijo de los vecinos pise la luna». Este lo consiguió y le dedicó la victoria. Un gran paso para el hombre, ya saben.
Un paso tan significativo como el que representa que mientras la capital de Cantabria cancela sus fiestas, Torrelavega, donde se celebró el primer concierto post pandemia, continúe con la programación musical que llenará 35 noches. Quizá sea la única ocasión en que Santander tenga algo en común con la antigua Unión Soviética, pero a las dos les han adelantado antes de meta.
En su recorrido musical viajando hacia el infinito, el pausado cantante presentó dos de las composiciones que formarán parte de su nuevo disco, 'La primera que despierta', dedicada a «aquellos que nos cuidan y no tienen reconocimiento alguno» y 'No soy', con ese código que tan bien maneja de ir sumando frases cortas que dibujan un único todo a base de negaciones.
En un universo paralelo, la abuela de Ismael Serrano, no le pediría que hiciera algo serio y cantara en la parroquia, «que nunca he frecuentado mucho», reconoce.
En un universo paralelo costaría más encajar versos como «ruido de patriotas que se envuelven en banderas, confunden la patria con la sordidez de sus cavernas», extraídos de una canción de hace 12 años y que parecen hablar de la polarizada actualidad.
Allí, sería posible alargar la noche para todos los que querían que el madrileño no dejase el escenario tras 20 canciones. Un escenario con su punto de alunizaje, con el humo rodeando al artista. De alunizaje o de entrada al plató de Lluvia de Estrellas. Por suerte, Bertín Osborne no hizo acto de presencia.
«Queda lejos aquel mayo». El francés del 68 y el que nos dio la vuelta a la vida. Pero «esto acabará y saldremos juntos» dijo encarando el final. Mientras tanto, recuerden; hay infinitas posibilidades.
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Pilar González Ruiz
Pilar González Ruiz
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