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«Es el cumpleaños de mi mujer y, si no le llevo la foto, no me deja entrar en casa». Eso decía uno de los participantes en el Congreso de la Empresa Familiar tras fotografiarse con Felipe VI. El Rey llegó al Palacio de Exposiciones y Congresos a las 11.47 horas y coincidió con la pausa para el café de los cientos de asistentes al evento. Allí, en la planta baja y antes de reanudar las sesiones para la clausura, se mezcló con todos y se hizo cientos de fotos. Luego, cuando le tocó intervenir, pronunció una frase que resumió todo su discurso sobre las empresas familiares, «el motor que mueve nuestra economía y el principal empleador en el sector privado». «Si el objetivo es mantenerse y prosperar, el camino es adaptarse».
Si alguien no sabía que el Rey visitaba Cantabria se enteró al circular por la S-20, con el habitual despliegue de seguridad de las visitas reales. Pasadas las diez, la imagen de dos agentes de la Policía Nacional en la azotea del Palacio de Exposiciones era el mejor ejemplo del dispositivo. Dentro, en los minutos siguientes, todo trajín. Empresarios, organizadores, personal del numeroso dispositivo de seguridad… Con nervios, como de costumbre en los minutos previos a la llegada. Mesas de acreditación, arcos de seguridad, azafatas para informar a todo el mundo de su lugar asignado… Así, hasta que Felipe VI se bajó del vehículo, saludó al grupo de personas que se concentró en el exterior, y accedió al edificio. Con él, entre otros, la presidenta de Cantabria, María José Sáez de Buruaga, la ministra Elma Saiz, la delegada del Gobierno en la comunidad, Eugenia Gómez de Diego, la presidenta del Parlamento, María José González Revuelta, la alcaldesa de Santander, Gema Igual, o el presidente del Instituto de la Empresa Familiar, Ignacio Rivera. Tras pasar por la fila que se organizó para los saludos y posar para la foto oficial de la visita llegó ese momento distendido de las fotografías. Y realmente fue así, distendido. Don Felipe recorrió la sala de la planta baja entre corrillos y cientos de manos levantadas para hacerse fotos. Saludó a todos los que se acercaron, cruzó palabras y sonrisas y respondió a las muestras de cariño (y a las preguntas) que le hacían los empresarios que participaron en el evento. Llegó a esa sala envuelto en un aplauso e, igualmente, así tomó asiento en la primera fila ante el escenario del Congreso cuando se reanudaron las sesiones. Desde allí, escuchó a Rivera y al exprimer ministro de Italia, Enrico Letta. También a la ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. Saiz aseguró que la «empresa familiar es el alma de nuestro tejido productivo y su bienestar es una prioridad para el Gobierno de España» y defendió la postura del Ejecutivo para superar la crisis motivada por la pandemia. «Decidimos que era mejor proteger que dejar caer», resumió antes de asegurar que «ya no volveremos a estar en el vagón de cola de Europa».
Quedaba, antes del Rey, la intervención de Buruaga. Empezó con el «doble honor» que suponía la visita. Primero, por la «completa disponibilidad de Cantabria hacia la Corona» y, segundo, por la posibilidad de «traer» el Congreso a Cantabria. A partir de ahí se centró en la importancia de la empresa familiar en la región y en una encendida defensa de la rebaja de impuestos y de construir un «entorno facilitador» para las compañías. «No necesitamos gobiernos más ricos, sino sociedades más prósperas». Y ahí enumeró las reformas y objetivos de su gobierno.
Llegaba la hora de la despedida y, con ella, la intervención de Felipe VI, muy cariñosa hacia Cantabria con el recuerdo de las estancias de sus antepasados en Santander y también con el de sus últimas visitas a la región (la última, en el mismo escenario, el Palacio de Congresos). Una «especial relación», definió. Luego, el Rey se centró en la empresa familiar. Empezó con «reconocimiento y gratitud» hacia la «vocación y esfuerzo por generar valor, empleo, riqueza y fortaleza económica para España». Porque, según dijo, estas empresas desempeñan «un papel clave en la estabilidad y bienestar de empleados y clientes» y de la «sociedad en general». Don Felipe apostó por la viabilidad «de la ecuación 'origen y competitividad'». Avanzar sin perder arraigo. «Origen y futuro». Un futuro, dijo, «que debe contemplar un potente y claro esfuerzo neto hacia la innovación y el aprovechamiento de las tecnologías». Y justo ahí lanzó su frase: «el camino es adaptarse».
Tras los agradecimientos a los organizadores (felicitó a la Asociación Cántabra de la Empresa Familiar por su 25 aniversario), el Rey deseó a todos los participantes un «feliz regreso» a sus casas. Toda la sala, en pie, despidió a Felipe VI y a la edición número 27 del Congreso.
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Héctor Ruiz
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Elma Saiz Ministra del Gobierno de España
. A la ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, Elma Saiz, le tocó en Santander la labor de 'ministro de jornada'. O sea, la de acompañar al Rey en su visita a la capital cántabra. Pero en un congreso de empresa familiar –vinculada directamente a las obligaciones de su cargo–, la representante del poder Ejecutivo jugaba otro papel. Saiz habló en la clausura del evento. Para defender que «la empresa familiar es el alma de nuestro tejido productivo» y asegurar que «su bienestar es una prioridad para el Gobierno de España».
Defendió eso, sí. Pero lo que más defendió fue la gestión del Gobierno de coalición en el «momento más convulso de los últimos años» (pandemia, confinamiento, crisis de inflación y suministros...). «Decidimos que era mejor, a través de la Seguridad Social, proteger que dejar caer». Y se felicitó por los resultados obtenidos de la gestión en este sentido. «Se necesitaron sólo quince meses para recuperar los niveles de empleo anteriores a la pandemia», comparó, frente a los más de 140 «para salir de la crisis financiera» –la del año 2008, en la que recordó que ella estaba al frente de una empresa para reforzar su mensaje con un ejemplo en primera persona–.
En esta línea, la ministra insistió en el esfuerzo del Gobierno del que forma parte. «Dos de cada cinco euros de las convocatorias resueltas van a las pymes», dijo. Y, tras repasar más números, apostó por continuar con esta política de trabajo en los siguientes ejercicios. «Ya no volveremos a estar en el vagón de cola de Europa. Seguiremos trabajando por todos ustedes», aseguró ante los participantes en el Congreso durante la clausura.
María José Sáenz de Buruaga Presidenta del Gobierno de Cantabria
Lo primero que dijo María José Sáenz de Buruaga es que la visita de Felipe VI suponía un «doble honor» para el Gobierno regional. Primero, por la «completa disponibilidad de Cantabria hacia la Corona». «Por nuestra parte –dijo–, siempre encontrará aquí un noble y leal aliado para cumplir con la misión constitucional que tiene encomendada. Hay compromiso, respeto y sincera admiración por lo que la Corona representa para España y los españoles». Y, segundo motivo para el honor, por la posibilidad de «traer» el Congreso a la capital cántabra.
A partir de ahí se centró en la importancia de la empresa familiar en la región y en una encendida defensa de la rebaja de impuestos y de construir un «entorno facilitador» para las compañías. «Cantabria es una región que no se entendería sin la empresa familiar», aseguró la presidenta, que apostó por no «desnaturalizar» estos negocios y por «favorecer» su «transmisión y el relevo generacional para que la empresa familiar lo siga siendo». Hubo cierto darno en su mensaje al asegurar que la importancia no se medía sólo en términos de PIB o empleo. Que, más allá de eso, toca facilitar, «eliminar obstáculos». Y, sobre todo, bajar impuestos. «No necesitamos gobiernos más ricos, sino sociedades más prósperas». Y ahí enumeró las reformas y objetivos de su gobierno. «Estamos convencidos de que esta visión integral y de largo alcance servirá para impulsar una gran transformación de Cantabria en estos años», aseguró desde el atril antes de dar paso a Felipe VI. «Estamos convencidos de que todas esas reformas son más eficaces y más estables cuando gobiernos, empresas y trabajadores vamos de la mano».
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