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Después de veinte días de huelga indefinida en el sector siderometalúrgico de Cantabria, la actividad regresó ayer en las empresas, fábricas y polígonos de la región. Un parón que tiene un efecto demoledor tanto para las empresas -que calculan pérdidas millonarias- como para los trabajadores ... que han perdido unos 1.500 euros, lo que supone un coste en nóminas de unos 30 millones de euros.
Los empresarios -ya que la patronal, Pymetal, declinó hacer ningún tipo de valoración- dicen que habrá que esperar unos días para hacer balance, mientras reclaman a sus empleados un esfuerzo estos días para hacer frente a los pedidos pendientes, ya que «lo urgente es no perder clientes». Algunas de las empresas consultadas ya han hablado con sus trabajadores para que de forma voluntaria trabajen el fin de semana y así poder dar salida al trabajo pendiente.
Luis Hervella, director de Recursos Humanos de Solvay, asegura que el acuerdo alcanzado entre patronal y sindicatos supone «un alivio» porque «aunque en nuestro caso concreto no hemos llegado a parar la producción, si el conflicto continuaba podíamos tener problemas con el mantenimiento de la fábrica». «Disponemos de un servicio de mantenimiento propio pero también a través de una contrata, cuyos trabajadores han secundado la huelga, por lo que indirectamente nos afectaba, y hemos salvado la situación gracias al buen mantenimiento que se ha hecho antes de la planta, que incluso nos ha permitido no tener que recurrir a los servicios mínimos», agrega. Pero el directivo de la fábrica de Barreda hace hincapié en que «ahora lo importante es trabajar y recuperar aquello que no se ha podido sacar adelante, lo que aún nos llevará unas semanas».
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David Carrera
Para Tomás Dasgoas, del Grupo FAED, las consecuencias del parón van a ser «muy importantes y cuantiosos» para el tejido productivo y empresarial. «Todavía estamos evaluando el coste económico que va a tener y la forma da sacar adelante el trabajo que hemos tenido parado para poder atender a todos los clientes», señala mientras se muestra crítico con patronal y sindicatos porque a su juicio «para llegar a este acuerdo no necesitábamos una huelga». Dasgoas insiste en que «hay mucho por hacer después de tres semanas parados» pero confía en que «podamos cumplir con los plazos y con los contratos que tenemos firmados de forma que no afecte a nuestra cartera de clientes».
Por otro lado, las plantas de Teknia en Ampuero han recuperado la normalidad productiva, con la incorporación de los trabajadores a su turno desde primera hora de la mañana, coincidiendo con el fin de la huelga. La compañía explica que se han vuelto a poner en marcha las instalaciones productivas de las dos factorías de Teknia en la región, tras una parada que las ha mantenido sin actividad también durante veinte días.
De este modo, Teknia ve alejarse los riesgos asociados a la huelga, que según subraya podrían haber supuesto la pérdida de más de la mitad de su actividad en las plantas de Ampuero, tal y como adelantó a este periódico, tras haber recibido órdenes de retiro de proyectos por parte de clientes como consecuencia del conflicto laboral.
La firma, con más de 300 trabajadores en Cantabria, agradece la resolución del conflicto del metal -después de la mediación del Ministerio de Trabajo-, pues supone «un alivio para todos». Y también, la «comprensión» de sus clientes «en estos momentos difíciles», y su colaboración para, una vez solucionada la huelga, lograr mantener la producción en la comunidad autónoma. En este sentido, Teknia asegura que está «en interlocución constante» con sus clientes y valorando opciones para ampliar los turnos a cuatro de manera temporal, con el objetivo de realizar «todos los esfuerzos necesarios para preservar la actividad en Cantabria».
Otro de los negocios que ayer levantó la persiana es Talleres Cobo. Su gerente, Federico Cobo, que ya denunció la agresividad mostrada por los piquetes durante la huelga, explica que han sido «veinte días en los que se ha perdido mucho trabajo que ahora hay que recuperar». «Vamos a ver la disponibilidad de los trabajadores para doblar algún turno con el objetivo de que podamos dar salida a todos los pedidos de los clientes. Esa es ahora nuestra prioridad», apunta. Cobo insiste en que «ahora tenemos que aportar todos, empresa y trabajadores y que los clientes sean comprensivos con una situación que no se tenía que haber dado. Más adelante, ya veremos las cuentas y lo que se ha perdido».
En cuanto a la vuelta al trabajo de este sector que aglutina a unos 20.000 trabajadores, desde primera hora de la mañana se fueron reincorporando a sus puestos con total normalidad. «Somos los más interesados en que esto acabara, porque es nuestro futuro el que ha estado en juego», comentaba el empleado de un taller del polígono de Guarnizo, coincidiendo con el cambio de turno.
Así se ha puesto fin a la huelga del metal tras ratificarse el martes el preacuerdo alcanzado entre sindicatos y patronal. Los trabajadores acudieron a sus fábricas y empresas desde las seis de la mañana cuando quedó desconvocada la huelga por parte de los sindicatos. Además de la actividad, regresa la tranquilidad a polígonos y empresas de otros sectores no estrictamente vinculados el metal y que se han visto afectadas por el conflicto como SEG Automotive, Global Steel Wire, Forgings and Castings, Astander, FAED, Aluminios Ampuero, Solvay o Talleres Cobo, entre otros, y que o bien habían paralizado parte de su producción o directamente se han visto obligados a cerrar por la presión de los piquetes.
La vuelta al trabajo se produce después de una tensa asamblea en la que los trabajadores aprobaron el acuerdo del metal con 459 votos a favor y 242 en contra. El preacuerdo adoptado entre sindicatos y patronal para renovar el convenio colectivo del metal en Cantabria recoge subidas salariales para los años 2021, 2022, 2023 y 2024 que van desde el 3 al 4,5%. Además, se compromete a mantener el contrato relevo y el plus de distancia, dos de las líneas rojas marcadas por los sindicatos.
En la práctica el acuerdo adoptado el lunes tiene un planteamiento similar al puesto sobre la mesa el domingo ante el Organismo de Resolución Extrajudicial de Conflictos Laborales (Orecla), con un incremento en las revisiones del IPC real en 2023 y 2024 al saltar del 65 al 85 por ciento, así como un incremento de tres décimas más en 2021 consolidable en tablas, hasta el 3,5; y otro medio punto más de subida para 2022, hasta el 4,5%. El mantenimiento del plus de distancia y el contrato de relevo era algo que ya se había aceptado durante la negociación.
CEOE-Cepyme
El conflicto en el sector del metal en Cantabria con una huelga que se ha prolongado durante veinte días tiene un efecto económico que las empresas aún están por calcular. Sin embargo, desde CEOE-Cepyme, su presidente, Enrique Conde, estima que hay compañías que «han podido llegar a perder cerca del 10% de su facturación anual». A la espera de conocer datos más exactos tras completarse la encuesta que la organización empresarial está realizando entre sus asociados, Conde recuerda que los más importante, «además de la cuantía económica» es «la pérdida de confianza que se genera entre los clientes». «Ahora todas las empresas afectadas por la huelga están trabajando a destajo para poder atender la demanda, y sobre todo cumplir con los contratos que tienen firmados porque el cliente que se pierde es muy difícil recuperarlo», dice.
El presidente de CEOE-Cepyme avisa que ya hay empresas que han perdido contratos y «ahora habrá que ver que consecuencias económicas tiene porque no todos se pueden permitir perder el 10% de su facturación anual». Conde subraya que el efecto del parón tras veinte días «es devastador», y si a eso le añades que «ya las empresas están soportando un incremento de los costes de producción del 40%, va a ser un año muy complicado, por no hablar de aquellas compañías que pueden llegar a sufrir una penalización por incumplimiento de un contrato». No obstante, celebra que se haya llegado a un acuerdo pero advierte que «se ha perdido confianza en Cantabria».
Saint Gobain
Javier Sarabia, responsable de la cadena de suministros y compras de Saint Gobain, reconoce que han sufrido las consecuencias de la huelga pero «menos» que otros sectores al no tener que parar la producción. No obstante, subraya que un conflicto de estas características y con un parón de veinte días «no es bueno para la economía de la región». «Hemos estado trabajando con relativa normalidad y hoy -por ayer- han regresado los trabajadores pero ahora lo que verdaderamente nos preocupa en la empresa es la amenaza de la huelga del transporte, que esa sí nos afecta directamente».
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