Gaza mira a la cumbre árabe de El Cairo a la espera de una alternativa al plan de expulsión masiva de Trump

La situación en la Franja es muy complicada y el alto el fuego pactado hace un mes ha quedado en el limbo tras la negativa israelí de negociar el paso a la segunda fase. Benjamín Netanyahu presiona a Hamás para que libere a todos los rehenes que quedan en su poder, pero no está dispuesto a retirar a sus tropas de Gaza ni a pactar un alto el fuego definitivo. Las autoridades de Tel Aviv han roto el acuerdo por fases y plantean una nueva propuesta que ofrece estirar la tregua al mes sagrado del ramadán a cambio de la liberación de los cautivos. Según Netanyahu, se trata de una propuesta estadounidense, aunque el enviado de Trump, Steve Witkoff, no ha dicho nada al respecto ni se espera que vuelva a la región para debatir este nuevo escenario.

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Hamás insiste en la necesidad de respetar el acuerdo en vigor desde el 19 de enero, los mediadores censuran la actitud israelí, pero el Estado judío tiene la fuerza y ha recurrido al bloqueo total de la entrada de ayuda y amenaza con cortar el agua y la electricidad. Los islamistas denunciaron el intento del enemigo de llevar la situación al «punto de partida» al negarse a entrar en la segunda fase. La respuesta de Netanyahu fue amenazar con «consecuencias que no pueden imaginar» si no liberan a los rehenes. Ejército y servicios de Inteligencia calculan que quedan unos 59 rehenes en Gaza, de los que al menos 35 han muerto durante el cautiverio.

El cierre de los cruces provocó la subida inmediata de los precios en el interior de Gaza, donde la gente corrió a los mercados para hacer acopio de alimentos.

Los ministros ultranacionalistas del Gobierno israelí piden al primer ministro «abrir las puertas de infierno» en Gaza y bombardear hasta los almacenes de comida. El exministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, exige una «hambruna masiva» para la población de la Franja y la vuelta de los bombardeos con «tremenda fuerza». El problema para Netanyahu es la presión de los familiares de los cautivos, que le exigen respetar el acuerdo y pasar a una segunda fase para garantizar la liberación segura de sus seres queridos.

El Parlamento de Israel vivió una jornada de tensión ya que las familias de rehenes y víctimas, alrededor de unas 1.500 personas, trataron de asistir a una sesión en la que, por primera vez, Netanyahu iba a responder a preguntas sobre el retraso de la investigación sobre los ataques de Hamás del 7 de octubre y los fallos de seguridad ocurridos ese día. Mandos militares y de la Inteligencia del país han entonado el mea culpa por los graves sucesos y han dimitido, pero entre los dirigentes políticos nadie ha asumido responsabilidades. Se produjeron enfrentamientos entre los familiares y las fuerzas de seguridad y se vivió una batalla campal. Los familiares que finalmente lograron pasar se giraron y dieron la espalda a Netanyahu cuando tomó la palabra. El primer ministro acusó de la polarización a la oposición y les acusó de «incitar a la división y decir cosas terribles» sobre el Gobierno como que «estamos enviando a los rehenes a la muerte».