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Muchos vecinos de las comunidades limítrofes acumulaban tanta ansia por viajar a Cantabria que no esperaron ni a que saliera el sol. Transcurridos pocos minutos de las doce de la noche del sábado al domingo, finalizado el estado de alarma –y con ello el cierre ... perimetral entre territorios– los faros de cientos de vehículos llegados del País Vasco iluminaron la autovía A-8 camino de Castro Urdiales, Laredo, Noja... Poblaciones todas plagadas de segundas residencias.
Llamó tanto la atención, pues nadie esperaba tanta premura en la visita, que media docena de vídeos de la carretera plagada de coches se viralizaron en las redes sociales. La Guardia Civil de Tráfico (DGT) ya había previsto el incremento del tránsito: «Hemos reforzado la vigilancia en esa zona;pero no se ha producido ningún incidente», resumió José Miguel Tolosa, responsable de la unidad en Cantabria.
El domingo por la mañana toda esa afluencia se palpaba en las calles de Castro Urdiales. Colmado de paseantes, deportistas y familias enteras para disfrutar de una temperatura que alcanzó los 20 grados, el aspecto del Paseo Marítimo dejaba claro que ya no existían límites entre comunidades.
«Estamos todos como locos por salir y airearnos. Necesitamos cambiar de aires», justificaron Elena Díez y Francisco Morales, que posaron sus pesados cascos de la moto en la mesa de una terraza de la plaza del Ayuntamiento, donde disfrutaron plácidamente de una taza de café. «Hemos salido a primera hora de la mañana de Baracaldo. Nuestra intención era llegar hasta Laredo, porque tenemos allí casa; pero hacía algo de viento y como además daban lluvia, hemos preferido quedarnos por aquí», contaron. El fin de semana próximo completarán el viaje. La previsión de lluvia, de la que advertía la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), probablemente desanimó a otros como ellos, aunque a la postre no cayó ni una gota hasta última hora de la tarde.
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La misma prisa se dio la familia de José Iñaqui Escoba, llegada de Galdácano. «Hemos venido muy pronto por la mañana, para que los niños fueran a la playa y para disfrutar del día. Eso sí, en una hora, nos volveremos». Dijo esto a las doce y media del mediodía, con un sol radiante y unas rabas en la mesa. «Nos da un poco de pena pero lo que queremos es volver sin que haya mucho tráfico y no nos interesa tampoco esperar a que se forme aquí toda la marabunta».
En un paseo tranquilo, desde el puerto, se veían todas las terrazas llenas. Vinos, cervezas y rabas, sobre todo rabas. Su olor lo impregnaba todo y se mezclaba con el aroma a yodo del mar. En una de esas mesas Olga Varela, vecina de Bilbao, disfrutó de un vino junto a su hermana, que vive en Castro. «No nos veíamos desde el pasado octubre», exclamó. Ella también fue madrugadora, pero no tanto como quienes se aventuraron con un helado para el desayuno.
«Me ha llamado mucho la atención pero he notado que ha venido gente que no era de Castro y que ha comprado helados a las nueve de la mañana. No suele pasar», explicó Andrea Rosu, de la tienda Gos golosinas, en la avenida de la Constitución.
«Vi los vídeos de los coches llegando en masa desde la autovía y ya no pude dormir en toda la noche pensando que esto va a ser la ruina por cómo van a crecer los contagios». La mala noche que pasó ayer María Isabel Liendo le pesaba hoy en el rostro. Enfundada en su delantal, al otro lado de la barra de la cafetería Macario, en la plaza del Ayuntamiento de Castro Urdiales, lamentaba que pueda ser «lo que le faltaba al municipio». «Estábamos ya mal y ahora, con todo este movimiento de turistas, va a ser mucho peor. Es que es inevitable pensar que va a ir a peor. Ypienso que necesito clientes para el bar, pero no a este precio, de verdad».
La disyuntiva en la que se debate Liendo es la misma que se ha barajado desde el primer día en esta pandemia. ¿Hasta qué punto pueden prolongarse las restricciones sin estrangular la economía? «Hay que hacer las cosas bien, la gente tiene que ser responsable pero es que yo no aguanto más si no empiezo la temporada», argumenta Domingo Urquijo, propietario del mesón Marinero, justo al lado del negocio anterior.
Dicen todos los empresarios que el problema no es la masa de gente, sino los irresponsables que no cumplen las normas. «A las ocho de la mañana, nada más abrir, tenía en la terraza grupos de chavales que habían estado de fiesta toda la noche y que venían a desayunar aquí desde el País Vasco», relata Timoteo Antuñano, de la cafetería La Villa, en el Paseo Marítimo de la localidad. «He tenido problemas con ellos. Unos no querían pagar, no llevaban mascarilla, me insultaron... Como empresarios intentamos hacerlo lo mejor que podemos pero a veces no podemos frenar a la gente que lo hace mal».
Muy cerca, en Laredo, la atmósfera era parecida. Menos foráneos, pero mucho movimiento de igual manera. «Hemos venido a tomarnos unas rabas y un vino; y enseguida nos volvemos para Bilbao, hay que ser cautos», confesó José Manuel Otero. Estaba en la terraza de la cafetería Nenfis, en la calle López Seña de Laredo, en pleno centro de la villa pejina. Allí atiende Carlos Donosti:«Hay mucha gente de fuera. Hemos dado muchos desayunos a gente que sabemos que viene de País Vasco y que tiene casa aquí», contó.
Y en Noja, la Policía Local tuvo que atender varias llamadas de vecinos que, de visita a sus apartamentos después de meses cerrados, descubrieron que habían sido víctimas de algún pequeño hurto, o de averías de diversa naturaleza. «Esperábamos que viniera más gente. Ha estado muy controlado y la gente parece que está siendo responsable», indicaron fuentes policiales.
En Santander no se percibió mucha afluencia de foráneos. Hubo paseantes por el centro, terrazas llenas en las zonas de siempre, como el Paseo de Pereda o Peña Herbosa, pero nada fuera de lo habitual de un domingo cualquiera.
En la zona occidental de Cantabria las visitas fueron menos que en la oriental. Lógico: el turista de este entorno tiene un perfil más de interior: Madrid, Valladolid, Burgos, León... Aunque sí notaron movimiento en la Escuela de Surf Merón, en San Vicente de la Barquera, donde las reservas para este domingo de grupos llegados de la capital de España estaban formalizadas desde hacía días. Hubo también más gente de lo habitual en el paseo.
Cosa que no se notó, por ejemplo, en Comillas, donde este domingo apenas se sintió nada diferente respecto a los precedentes. La alcaldesa, la regionalista Teresa Noceda, ya lo advirtió ayer: «Lo lógico es pensar que el fin de semana que viene se note más la llegada de visitantes». Es una lógica que se traducirá a todas las zonas de la región.
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