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La lista de detractores de la intervención que el artista cántabro Okuda va a realizar en el faro de Ajo va camino de ser interminable. No pasa un día en que un colectivo, partido o asociación conservacionista alce la voz en contra de este colorido proyecto que el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, defiende sin ambages, convencido de que la propuesta de pintarlo va a ser un «gran atractivo» para visitar este enclave. No piensa lo mismo la plataforma ciudadana en Defensa de la Bahía (DEBA) y Concejo Abierto de Santander, la última en sumarse a la oleada de críticas. Y lo ha hecho tildando de «horterada chirriante y agresivo contra el paisaje del litoral» de Cantabria el proyecto artístico de «pintarrajear de colores chillones» el faro de Ajo.
Para el colectivo se trata de un ejemplo de «confusión entre cultura y espectáculo» por parte de los políticos que, a su juicio, deberían velar por «la conservación del patrimonio histórico y cultural, lo que incluye el respeto a los paisajes naturales».
La plataforma defiende que el faro de Ajo es un elemento definitorio del paisaje costero, cuya forma y color originales guardan una relación lógica «con sus funciones y con su razón de ser». Además, lamenta que esta actuación pueda sentar un precedente «muy peligroso» para futuras intervenciones en otros espacios o elementos patrimoniales. «Se empieza así y se acaba repintando los bisontes de Altamira, porque su color no es tan brillante como el turista espera encontrar, o por el mismo motivo se acaban pintando los capiteles de la colegiata de Santillana, para que destaquen en los selfis».
La plataforma no cuestiona la «importancia» del artista Okuda ni su técnica, pero sí cree que ha sido «pésima» la elección del lugar para plasmar la obra. «En una sociedad democrática, este tipo de actuaciones requieren necesariamente de un proceso de participación ciudadana, en lugar de decidirse de espaldas a la población para facilitar así la imposición de ocurrencias individuales», defiende DEBA en especial en un edificio como el faro de Ajo, considerado de «protección integral» por la propia normativa urbanística del Ayuntamiento de Bareyo. En la misma línea que otros opositores al proyecto, aboga por plasmar este tipo de murales en «espacios residuales» que permitan elevar su categoría, pero no en un edificio y paisaje ya «relevante» como es el faro de Ajo.
Con estos argumentos, DEBA se suma a las protestas públicas de la oposición municipal de Bareyo, IU Cantabria, colectivos vecinales, artistas y a una recogida de firma con más de 3.000 rúbricas en contra de esta obra.
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