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En la carretera que sube desde Aes hasta el alto de Hijas, bordeando el Monte Castillo hacia el Dobra, es donde se localizan las cuevas de Cotarío o de Coterío, que es como se conoce esta zona de la ladera del mítico macizo que preside ... Puente Viesgo. La montaña, puntiaguda como una pirámide de piedra, alberga en su interior galerías serpenteantes donde la Unesco ha puesto su sello de protección a las cuevas que contiene. Pero tal y como adelantó El Diario Montañés el sábado, esa pirámide tiene más relatos escondidos dentro.
Un hallazgo fortuito por parte de un concejal municipal hizo que a las todopoderosas cuevas de El Castillo, Las Monedas, Las Chimeneas o La Pasiega, se una el último hallazgo en la 'montaña sagrada' las nuevas Cotarío 1 y 2, dos cavidades en las que trabaja el Gobierno de Cantabria «desde mayo» en el estudio y prospección para desvelar qué hay ahí dentro. Y lo que hay, según los primeros indicios, son un posible yacimiento arqueológico en la primera, y restos de pinturas rupestres cuya composición y forma inducen a pensar en el «Paleolítico más antiguo».
En plena fase de estudio, el director de las Cuevas Prehistóricas de Cantabria, Roberto Ontañón, no pudo precisar más que el segmento temporal en el que encajan los hallazgos, que vuelven a poner a Cantabria en el mapa de la actualidad prehistórica: «No estoy diciendo que este conjunto sea de inicios del Paleolítico Superior ni mucho menos que sea de los neandertales, pero sin duda es un horizonte arcaico dentro del arte Paleolítico», argumentó este lunes Ontañón, que acompañó al vicepresidente del Gobierno, Pablo Zuloaga en la presentación de los hallazgos de Cotarío 1 y 2, un nuevo hito para el relato prehistórico de la región y que enmarcaron en el 'Proyecto de estudio de conjuntos de pinturas rojas paleolíticas en las cavidad'.
El Ejecutivo está trabajando desde 2015 en este plan que, tras analizar 20 cavidades, han encontrado nueve con «pinturas susceptibles de estudio y análisis pormenorizado». Son las de Solviejo, en Voto; Los Murciélagos, en Entrambasaguas; Las Graciosas 1 y 2, en Medio Cudeyo; El Rejo, en Val de San Vicente y La Llosa, en Villaescusa, en las que, «una vez detectada la necesidad de estudio están cerradas y documentadas para futuras investigaciones», ha señalado el vicepresidente, que adelantó que su departamento doblará la financiación para el próximo ejercicio y de los 8.000 pasará a los 16.000 euros en el próximo ejercicio. Además, en los dos últimos años se han sumado a esta lista pinturas rojas en Cotarío 2; en otra cavidad en Castro Urdiales y también en las del Cuco y Aurelia (en Castro).
Cotarío 1. Indicios de yacimiento arqueológico, en septiembre se hará una cata de comprobación.
Cotarío 2. Tres paneles con restos de pigmento con manos, discos y trazos yuxtapuestos.
Antigüedad. Los restos apuntan a una época premagdaleniense, «un horizonte arcaico».
Sin animales. Todos los trazos hallados hasta el momento no corresponden al arte figurativo.
Tamaño. Son pequeñas, Cotarío 2 mide 70 metros de longitud, frente a los 800 de Castillo.
El hallazgo de estas cuevas tiene su origen en unos trabajos rutinarios que el concejal Ramón Lombilla estaba llevando a cabo en la senda peatonal que recorre el monte. Una vez descubiertas las bocas, «de difícil acceso», se avisó a Cultura, y desde mayo, trabajan en el interior de las cavidades, que según los responsables, «ya eran conocidas por los lugareños ya que los trabajos se iniciaron en los años 50 por camineros de la entonces Diputación y revisadas por el Espeleo Club de Gràcia en la exploración del macizo del Dobra en los 80».
Armado con un puntero rojo, Ontañón ha hecho este lunes una visita guiada a través de una galería de imágenes. Primero por Cotarío 1, la más amplia de las dos, «con cien metros de longitud y muy bien conservada», donde se han encontrado restos de huesos, que indican la posibilidad de que haya un yacimiento arqueológico y quizá, «en vista de la fosilización, un depósito paleolítico».
En su presentación, Ontañón abundó en las palabras «posible», «quizá», «probable», y no quiso anticipar ninguna conclusión más allá de descripciones formales al estar inmersos en pleno proceso de estudio: «De momento pensamos que puede haber un yacimiento arqueológico, algo que se va a investigar con José Manuel Maíllo, quien se encargará de hacer una cata de comprobación en septiembre». Tras hacer varias incursiones, las cuevas, ha indicado, están en muy buen estado: «El suelo del interior está cubierto de calcita y, por el momento, no hay indicios arqueológicos evidentes, pero tiene un posible potencial de ocupación humana en la entrada que comprobaremos en septiembre, y una posible presencia de arte parietal».
¿YCotarío 2? Las dos cuevas están a 30 metros de distancia la una de la otra, al oeste de las cuevas de Las Monedas, y a 200 metros del complejo de El Castillo. Cotarío 2 es una entrada «más angosta todavía» y algo más pequeña: mide 70 metros de largo, nada que ver con los 800 metros de longitud que tiene su vecina El Castillo. De suelo blando y sin estalagmitas, en esta cavidad los colores son evidentes, y además, revelan una intencionalidad en las formas.
Combinación de elementos
¿arte Prehistórico?
Ubicación de las cuevas
De hecho, se han identificado tres paneles distintos: «Todo es provisional y tentativo, lo que queremos es determinar si son restos de actuaciones intencionadas de los prehistóricos sobre las paredes», ha expuesto Ontañón, director del Mupac, que hace hincapié en otra particularidad: «Es llamativo que los conjuntos se están encontrando cerca de la boca, no en entornos profundos», como es habitual en el resto de cuevas con arte Paleolítico. Se trata, no obstante, de un conjunto modesto formado por tres paneles que tienen una «aplicación intencional de pigmentos», un locución que usó «para no hablar aún de arte, porque los testimonios son de formas primarias». Sin embargo, sí hay puntos y discos, «manchas que podrían ser otras cosas, pero no hay arte figurativo (animales), por el momento».
La pared son «grandes coladas de calcita» (como si la piedra se hubiera fundido) y la zona donde la pared está despejada de esa superficie es donde asoman las representaciones que el equipo ha analizado con técnicas de mejora de la imagen: «Lo que se ve a simple vista es ese fondo de pátina amarillenta y otros trazos rojizos curvos como un bastón, pero si te metes por debajo de la capa de calcita, con el tratamiento 'multiespectral' de la imagen, con el infrarrojo y el ultravioleta, se desvelan los trazos de ese panel». Son motivos muy simples, «difíciles de situar dentro del signo artístico del Paleolítico», aunque Ontañón apunta a que pueden ser del inicio o las fases más recientes, «trazos hechos rozando el dedo con el colorante y rozándolo con la pared, y grandes líneas curvas yuxtapuestas».
El segundo panel es un conjunto «más clásico» dentro del arte rupestre Paleolítico, tanto es así que Ontañón se remite a la cueva de Ardales (Málaga), ya que las pinturas allí localizadas están realizadas de la misma manera. «Parece que el colorante está aplicado intencionalmente mediante salpicadura, exactamente en el mismo sitio que están colocadas en Ardales, ya que la sucesión de discos de ocre rojo está situada en los intersticios que dejan las cortinas de estalagmitas». Ardales, cueva que junto con La Pasiega (Puente Viesgo) y Maltravieso (Cáceres) protagonizó un sonado debate al retrasar la datación el origen de sus pinturas en 2018, volvió a ser noticia al atribuirse la autoría neandertal de sus pinturas en un estudio publicado este mismo verano.
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«No quiero establecer ningún paralelismo más que el formal», ha advertido Ontañón, «pero en la imagen se ve con claridad la evolución de los discos, su espesor, la repetición seriada y voluntaria de los pigmentos, en hileras de seis, y luego de cinco, y además, tal y como se ven ahora induce a pensar que también se han hecho con la técnica del soplado». Por el momento, a falta de una investigación en profundidad, no se sabe nada de quién lo hizo, ni cuándo, pero lo que está claro es que hay una «voluntariedad» en la colocación de esos discos: «Es indudablemente un comportamiento intencional, es indudable que se aplicó colorante, es indudable que pertenece a la mano humano, pero en este momento no sabemos en qué contexto».
Para terminar, al final de la cueva, en un tercer panel, «hay muchas manchas de color, trazos de tonos rojizas y violáceos, que usan las mismas rugosidades de la pared, en tono violáceo». Ontañón señala una imagen con el puntero rojo y desvela lo que puede ser una mano en positivo, como la de La brazada, en Soba. Es la combinación de los elementos lo que les lleva a pensar que Cotarío se decoró en una fase antigua, premagdaleniense casi con total seguridad: «La combinación puede sonar a las fases más antiguas como en la Garma o Castillo, es en las fases más antiguas de la decoración». Pero esta intuición es solo el principio.
Salvo la interrupción en 2020 por la pandemia, Cantabria trabaja desde 2015 en el Estudio de las pinturas rojas. Lo ha hecho en 20 cuevas, de las cuales 9 contienen «pinturas susceptibles de estudio y análisis pormenorizado», según dijo ayer el vicepresidente del Gobierno, Pablo Zuloaga. Los trabajos los está realizado un equipo multidisciplinar formado por responsables del Mupac, miembros de la Universidad de Cantabria, arqueólogos y de otras especialidades.
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