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Unas horas antes de despedir el año en casa, con la familia y demás allegados, con Anne Igartiburu o con Ramón García -desde hace ya tiempo separados en la importante empresa de narrar las campanadas-, horas antes de que eso ocurra se celebran las 'tardeviejas' ... en muchas ciudades españolas país. Es una celebración de calle. En Santander, se deja sentir en Peñaherbosa, en Cañadío, en Santa Lucía, el Río de la Pila… donde amigos y compañeros de trabajo se reúnen para brindar por el año nuevo y desearse una feliz noche. Este viernes esa imagen escaseó en Santander.La entrada del municipio en nivel tres de riesgo sanitario, algo que conlleva restricciones de aforo y horarios para la hostelería, entre otros, pesó en la forma de celebrar. No se veían grandes concentraciones si bien a medida que avanzaba la tarde, y ya más cerca de los instantes previos a la cena, aumentó la presencia de gente en Cañadío y había más grupos de jóvenes bebiendo en la calle por la zona. A mas edad, más tranquilos, a menos edad, más barullo.
Adriana, Violeta y Paula toman algo en Peñaherbosa pasadas las seis de la tarde. En la calle hay algo de ambiente, sobre todo entre el Solórzano y el Bar Santoña. Ellas, en cambio, han decidido juntarse en una terracita del tramo menos concurrido de la calle. «Hemos quedado solo las tres. Nos queríamos juntarnos con mucha gente ni tampoco en zonas con muchas aglomeraciones», comenta Paula. La sexta ola de contagios ha condicionado claramente sus planes: lo más probable es que no salgan esta noche de fin de año. Así que han decidido palpar el ambiente festivo con prudencia, al aire libre, pensando en abuelas y abuelos. «No me importa mucho no salir esta Nochevieja o por las noches, y hacer otros planes con mis amigas», razona Paula.
Al otro lado de la acera, Camilo y sus compañeros del local Brétema en Fisterra recogen la terraza. El bar cierra hasta mañana. «Ha habido mucha menos gente que otros años, y menos que en Nochebuena», revela Camilo, que trajina con sillas, mesas y bolsas de basura. Las últimas restricciones y el ambiente pesan en la forma de festejar el día 31, entiende este joven camarero, que sobre todo ha atendido clientes en la terraza del local, la que ahora está a punto de desaparecer.
Las zonas de bares y ocio del centro de Santander han estado esta tarde muy tranquilas, sin aglomeraciones. Algunos locales, directamente, han cerrado. Apenas el Pasadizo Zorrilla, Cañadío o la parte alta del Río de la Pila registran más movimiento, más concentración de personas. La zona de la Cañía, junto al Casino, también presenta esta tarde unas terrazas medio llenas, pero la estampa se ha parecido más a la de un fin de semana normal, cuando la parroquia ocupa los parterres para tomar el aperitivo.
Hace buen tiempo. La Nochevieja se está viviendo en manga corta y ese buen clima anticipa la posibilidad de que esta noche se hagan botellones. La Policía, por lo pronto, ha montado un dispositivo especial para disuadirlos.
Laura es la encargada del Restaurante Cantabria del Río de la Pila, que hoy ha atendido a muchos de sus clientes, que se han acercado a saludar, a felicitar 2022 y a tomar el vermú. El Cantabria tiene una clientela muy fiel, de menú y de rutinas.
A media tarde, en un descanso, Laura reflexiona sobre esta 'tardevieja' pero también sobre todo lo que implica la sexta ola: «La salud está por encima de todo», dice parafraseando a su madre. Laura, como algunos compañeros del gremio, quiere obviamente trabajar, facturar y sacar el negocio adelante. Eso es irrenunciable, dice. Pero al mismo tiempo «está la salud de todos, la salud de los tuyos», con los que se va a reunir estas fiestas, ventilando el comedor a tope. La 'tardevieja' santanderina ha quedado más descafeinada este año, sí, pero Laura confía en levantar la persiana mañana y seguir ofreciendo un buen servicio y eso implica cumplir todas las medidas. «La gente quiere seguridad».
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La Nochevieja, en términos de hostelería, tendrá que acabar a las tres de la madrugada. Es la hora de cierre requerida por las autoridades sanitarias y avalada por los jueces. Muchos bares tienen, por tanto, poco margen de maniobra. Javier Ruiz, dueño del Passarola y del Zeppelin, no va abrir sus locales. Acata la norma, pero siente que su gremio está siendo muy castigado en esta crisis sanitaria. «Volvemos a perder siempre los mismos», lamenta Ruiz. La Nochevieja es una de las noches con mayores ingresos del año. «Es uno de los días más fuertes del año. Pasar enero y febrero depende de ello. Pienso que en esta pandemia solo han ganado Netflix y Mercadona», revela Javier a última hora de la tarde. «Vamos a volver a perder».
A las siete de la tarde, la Policía Local de Santander ha intervenido en apenas un puñado de incidencias: pintadas en el espacio público y una discusión de tráfico que, eso sí, ha acabado con una persona detenida. En cuestión de celebraciones de fin de año, y más allá de algunos petardos que asustan a personas y animales, la 'tardevieja' está transcurriendo con tranquilidad.
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