El hotel del horror Si las paredes hablaran... La macabra historia del Crescent Hotel
En el jardín de un hotel de Arkansas que antes fue hospital se hallaron decenas de frascos con muestras de tejido humano. Las investigaciones se centran en uno de los muchos charlatanes que prometían sanar el cáncer y que hicieron barbaridades a los enfermos.
Miércoles, 09 de Agosto 2023
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La paisajista del hotel hizo el descubrimiento macabro mientras removía la tierra del jardín trasero. Encontró frascos semienterrados con lo que parecía algún tipo de tejido en su interior. Llamaron a la Policía. Descartada la hipótesis de que fuera la escena de un crimen, llegaron los arqueólogos. Hallaron más de 400 frascos. Algunos estaban vacíos; en otros había tejido humano flotando en alcohol.
Las muestras databan de entre 1938 y 1940, y los frascos eran parecidos a los que aparecían en un anuncio difundido cuando ese edificio albergaba un hospital dirigido por el polémico 'doctor' Norman Baker. «Tenemos cientos de muestras de cáncer y los datos de laboratorio que lo prueban todo. Todas están preservadas en alcohol», rezaba la publicidad.
En la excavación también aparecieron muestras de lo que Baker aseguraba que era su milagroso tratamiento contra el cáncer. La cura consistía en inyecciones (hasta siete cada día) de una extraña fórmula que, como se desveló posteriormente en un juicio, contenía seda de maíz, pepitas de sandía, agua mineral, trébol rojo, ácido carbólico, menta y glicerina. Aunque se cree que Baker no intervino quirúrgicamente a ninguno de sus pacientes, sí habría realizado autopsias. De hecho, durante los 20 meses que gestionó el hospital, 40 personas murieron allí y fueron trasladadas al mortuorio local.
Ahora, aquel edificio alberga al hotel Crescent de Eureka Springs, en Arkansas. La noche en las habitaciones dobles cuesta a partir de 120 dólares, desayuno incluido. Hay clases de yoga y spa. También organizan bodas. Pocos hoteles tienen una historia tan inquietante como la suya. Las conjeturas sobre los extraños tratamientos recibidos cuando era el hospital regentado por Baker disparan la inquietud.
Trataban el cáncer con siete inyecciones diarias de un 'potingue' de maíz, sandía, menta y tréboles
Baker es uno de los charlatanes sin escrúpulos que engañaron a miles de pacientes de cáncer. Aprovecharon un periodo en el que los tratamientos actuales, como la quimioterapia o la radioterapia, estaban en fase de desarrollo. De hecho, hasta bien entrados los años cuarenta, lo habitual era tratar los tumores con cirugía. Aunque la radioterapia comenzó a utilizarse a principios del siglo XX para curar pequeños tumores cutáneos, el descubrimiento de que la radiación también podía provocar cáncer limitó su uso durante décadas. El uso de la nueva radioterapia no se generalizó hasta los años cincuenta.
Algo similar ocurrió con la quimioterapia. Cuando el inmunólogo alemán Paul Ehrlich (Premio Nobel en 1908) acuñó el término en 1904, los primeros experimentos para trasladar los resultados en animales a pacientes con cáncer resultaron fallidos. De hecho, no fue hasta los años cuarenta cuando la FDA aprobó la mecloretamina, la primera quimioterapia. Por fin, en los sesenta, los oncólogos empezaron a combinar 'quimio', 'radio' y cirugía para el tratamiento de muchos tumores antes de que la inmunoterapia diera un salto de gigante a finales de los noventa con la comercialización del primer anticuerpo monoclonal contra el linfoma.
En aquel edificio siniestro de Arkansas ha actuado Willie Nelson y ha dado discursos Bill Clinton
Antes de que la ciencia avanzara, los charlatanes como Baker hacían caja aprovechándose de la gente enferma. Baker tenía carisma. Su primer trabajo fue como ilusionista e hipnotista en un vodevil. Luego inventó el calliaphone, un pequeño órgano portátil que se hizo muy popular en las ferias ambulantes de la zona. Así amasó una pequeña fortuna que utilizó para abrir una emisora local desde la que disparaba, utilizando arengas populistas, contra todo y contra todos, y se autopublicitaba. También editaba la revista TNT (The Naked Truth o 'La Verdad al Desnudo'), con la misma línea editorial incendiaria.
Aunque trató de hacer carrera política y aspiró al Senado y a convertirse en gobernador de Iowa, apenas consiguió unos miles de votos en cada elección. Quizá por eso decidió poner su fortuna (y su altavoz mediático) al servicio de una nueva causa y empezó a practicar la medicina. Sin licencia, claro.
Las revistas científicas lo acusaban de curanderismo, su licencia radiofónica estaba en entredicho por utilizar lenguaje obsceno e inmoral (y por practicar sexo con sus amantes) mientras estaba en antena. El Tribunal Supremo de Iowa empezó a perseguir su práctica médica ilegal.
Los charlatanes se aprovecharon de que la radioterapia y la quimio estaban en fase de estudio
Pero Baker abrió una nueva estación de radio en México que se convirtió en la segunda más grande de Norteamérica. Y en 1937 se llevó el negocio a Eureka Springs (Arkansas). Allí había encontrado un singular edificio construido en 1886 que estaba ruinoso. Baker lo transformó en un hospital. Durante aquellos 20 meses, la milagrosa cura para el cáncer que prometía a través de su emisora de radio atrajo a miles de pacientes de todo Estados Unidos que peregrinaban allí desesperados. En 1940, Arkansas encontró la manera de deshacerse de él demandándole por fraude. Le costó una pena de cuatro años de cárcel y el cierre definitivo del hospital.
Intentó establecerse de nuevo en Muscatine, pero el estado de Iowa se lo impidió. Finalmente, Baker se retiró a Miami, donde vivió sus últimos días en un gran yate de tres plantas. Falleció de cirrosis en 1959.
Después de varios cambios de propietarios, de que un devastador fuego destruyera parte del edificio y de acoger conciertos de Willie Nelson y discursos de Bill Clinton cuando era el joven y prometedor gobernador de Arkansas, en 1997 el Crescent fue adquirido por el matrimonio Roenigk. La transacción se cerró por poco más de un millón de dólares y, después de una intensa reforma, la pareja inauguró el hotel. Aseguran que por los pasillos del edificio se pasean espectros. Su tour sobrenatural cuesta 22,50 dólares.
Un granuja llamado Harry Hoxsey
Entre los años veinte y cincuenta, Harry Hoxsey –que fue socio del también charlatán Norman Baker– trató a más de ocho mil pacientes en 17 clínicas. Formuló un ungüento para tratar el 'cáncer externo', una pasta rica en antimonio, zinc, sanguinaria, arsénico o azufre; y otro tónico herbal para el 'cáncer interno', con trébol rojo, raíz de bardana... Completaba el tratamiento con laxantes y suplementos vitamínicos, duchas antisépticas y cambios en la dieta de los pacientes: estaban prohibidos los tomates, el azúcar o la sal. Aseguraba que su receta mataba las células cancerosas, aunque los componentes cáusticos de la crema abrasaban los tejidos. En 1960 lo obligaron a cerrar sus clínicas. Hoxsey murió en 1974. De cáncer. Como ha concluido el Sloan Kettering Cancer Center: «La terapia herbal Hoxsey no curaba contra el cáncer y sus componentes podían ser peligrosos».
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