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El bloc del cartero

Gaza

Lorenzo Silva

Viernes, 27 de Octubre 2023, 10:24h

Tiempo de lectura: 3 min

Refiere un lector el maltrato sufrido por un sobrino con trastorno del espectro autista a cargo de un hostelero incapaz de hacerse cargo de la dificultad que entraña la crianza de un niño como él. Empatía. Así hemos dado en llamar a la disposición a ponernos en el lugar de otros para no permanecer indiferentes al dolor que recae sobre cabeza ajena. Una disposición que no solo le falta a más de uno, sino que quienes la tienen ejercitan de modo selectivo. Hay a quien le duele en el alma cada civil inocente de Gaza al que matan las bombas israelíes pero experimenta ante el civil hebreo masacrado una frialdad que encubre con condenas rutinarias. Y viceversa. Quizá, sugiere otro lector, el dolor es ya lo de menos. Lo primero es etiquetarlo desde la ideología.



Las cartas de los lectores

Entre la pena y la nada

Asisto, como si estuviese flotando, al espectáculo de ver que la sociedad cívica de mi país se divide continuamente al analizar sucesos por todos conocidos. Hoy somos islamófobos o antisemitas, sanchistas o fascistas, no hay término medio. ¿Nos estamos convirtiendo quizá en monstruos o vegetales que ni sienten ni discurren? En ningún caso percibo, ni entre mis cercanos y amigos, un poco de crítica constructiva, y lo peor es que ante hechos espantosos como los que vivimos estos días el que no piensa como tú siempre tiene a alguien o algo al lado a quien hacer responsable. Nos anulamos a nosotros mismos al renunciar al derecho a equivocarnos. Como decía William Faulkner, «entre la pena y la nada, elijo la pena». Parece que ahí es a donde nos conducimos sin reparo.

Enrique J. de Juan Peiro. Madrid


Hijos de un Dios menor 

Sin duda, tras los salvajes atentados terroristas de Hamás, Israel tiene derecho a defenderse; la cuestión es cuando esa defensa es desproporcionada y brutal, como está sucediendo en la ofensiva contra Gaza, sin visos del fin de la tragedia, muy al contrario. El problema de los palestinos, a los que ocuparon su territorio en 1948, es que, por más que imploran a Alá, Yahvé, al Dios de los cristianos y a la comunidad internacional, nadie los escucha porque son hijos de un Dios menor. Mientras no se sienten en una mesa los representantes de Israel y Palestina con la mediación internacional, el terror seguirá en Oriente Medio. ¡A qué estamos esperando!

 Francisco José Eguibar Padrón. Madrid


Huérfanos de empatía

Me siento ofendido, indignado y triste: a mi sobrino, niño, hermoso, sano, inteligente, inocente, con TEA grado III (trastorno del espectro autista); a sus padres y a su hermana no les dejaron entrar en un restaurante, exigiéndoles el pago de un menú, que no consumirían, porque sus padres llevaban su comida y cubiertos, como siempre que comen fuera de casa, dada su peculiar costumbre y necesidad alimentaria. Con la socorrida excusa del 'derecho de admisión', el encargado los conminó a salir si no pagaban el menú, sin respetar sus razones. Me indigna el trato vejatorio que reciben las personas diferentes en una sociedad que se las da de moderna e inclusiva. Me entristece por mi familia, por su sufrimiento, por no verse apoyada en su esfuerzo cotidiano de integración social, por el estigma que sufren los diferentes en un entorno huérfano de empatía y solidaridad. El consabido 'derecho de admisión' de los comercios podrá ser legal, pero también puede ser inmoral, ofensivo, discriminatorio e insensible. No podemos normalizar la discriminación, la falta de empatía, el desprecio al diferente o perderemos nuestra condición de humanos.

 Víctor Calvo Luna. Valencia


Mujeres anónimas. Lucía. Ana. Pilar. Limpiadoras. Algunos las llaman 'las Kellys': neologismo acrónimo de 'las que limpian'. Cada día encaran un trabajo silencioso y duro. Luchan, de la mejor manera que saben, en un mundo altamente competitivo e individualista. Un trabajo mal pagado. Invisible pero fundamental para el funcionamiento de bibliotecas, hospitales o colegios. La mayoría identifica la ausencia de Policía o Guardia Civil con la anarquía y el caos. Imaginen sin limpiadoras. El caos se apoderaría rápidamente de salas de lectura, salas de espera o aulas. Si tiene ocasión y se cruza con una limpiadora, haga el esfuerzo y dígale que valora su esfuerzo y trabajo. Se lo agradecerá. Merecen reconocimiento. Esta carta va dedicada a las limpiadoras. Mujeres anónimas.

Javier Guajardo-Fajardo Puente. Mairena del Aljarafe (Sevilla)


Por qué la he premiado… Porque nunca es tarde para volver la mirada hacia lo invisible que nos sostiene.


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