El barco de la vergüenza Llevaba 110 esclavos de entre 15 y 30 años Clotilda, el último barco negrero
Los atraparon en lo que hoy es Benín, en África, los transportaron en la asfixiante bodega del Clotilda y a los que sobrevivieron los vendieron como esclavos. Esto sucedió en Estados Unidos cuando la trata de personas ya era ilegal en el país. Un documental apoyado por los Obama recupera esta trágica odisea que enfrenta a los norteamericanos con un lado terrible de su historia.
Sábado, 18 de Junio 2022, 01:10h
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En 1860 llegó a la ciudad portuaria norteamericana de Mobile, en el estado de Alabama, un elegante navío. Se llamaba Clotilda. Una belleza de dos mástiles que escondía un horror en su interior: 110 cautivos, hombres, mujeres y niños, sin luz ni ventilación. Fue el último barco negrero que arribó a las costas de Estados Unidos.
El pasado enero se estrenó en el Festival de Cine de Sundance un documental sobre esta embarcación titulado Descendant, coproducido por la productora del expresidente Barack Obama y su mujer, Michelle. La historia que cuenta Descendant encaja perfectamente en la misión que los Obama se han impuesto: contribuir a la reconciliación en su país. Porque la profunda brecha que divide a la sociedad estadounidense solo se puede entender y superar si se conocen los abismos que oculta. De hecho, buena parte de los 47 millones de ciudadanos de raza negra que hoy viven en Estados Unidos descienden de seres humanos a quienes sus amos blancos consideraron una propiedad privada.
«El pasado nunca muere, ni siquiera es pasado»; esta frase del escritor William Faulkner, un blanco nacido en los estados del Sur, sigue siendo dramáticamente cierta. Y en pocos lugares es tan palpable como en Africatown, el pueblo que fue levantado por los esclavos liberados del Clotilda y que ahora es una barriada de construcciones decrépitas y solares cubiertos de matorrales.
Una apuesta fatal y una investigación fallida
Frente a la pobreza de Africatown, los designios de la ciudad de Mobile, donde arribó el Clotilda, los dirige un puñado de familias blancas. Especialmente, los Meaher. El fundador de la dinastía, Timothy Meaher, fue un empresario de éxito a mediados del siglo XIX, poseía plantaciones, serrerías, barcos de vapor. Fue él quien envió el Clotilda al otro lado del océano para traer esclavos. Algunos se quedaron trabajando para él, otros se los entregó al capitán del barco en pago por sus servicios, unos cuantos más se los dio a su hermano. El resto los vendió.
Los descendientes de los esclavos traídos por Timothy querrían hablar con los Meaher sobre el pasado de sus familias. Pero los Meaher se niegan. Quizá porque el transporte de esclavos ya era un delito cuando el Clotilda llegó a América en 1860, aunque la esclavitud siguió siendo legal en los estados del Sur hasta 1865. Según se cuenta, el viaje del Clotilda tuvo su origen en una apuesta: Meaher alardeó delante de unos amigos de que era capaz de traer a Alabama un barco lleno de esclavos desde África Occidental sin ser castigado. Y así fue. La investigación que se abrió contra él quedó en agua de borrajas: la prueba principal, el barco, desapareció de forma misteriosa.
El descubrimiento del pecio del Clotilda ha sido una inyección de adrenalina para los descendientes de los esclavos. "Dejó definitivamente claro que esta historia no es un mito, sino una realidad", dice Darron Patterson, uno de ellos
El Clotilda había partido del África Occidental, donde se encuentra la ciudad de Ouidah, en tiempos un enclave dedicado al comercio de esclavos entre traficantes locales y sus clientes blancos. Fue el gobernante negro de Ouidah quien le entregó al capitán del Clotilda más de un centenar de cautivos a cambio de una buena cantidad de oro.
Cuando por fin tuvo lugar la abolición definitiva y total de la esclavitud, los africanos del Clotilda se dirigieron a su captor y le pidieron que les pagara el viaje de vuelta a África. Meaher se limitó a reírse en su cara. Y tuvieron que quedarse donde estaban, en América. Muchos decidieron levantar su hogar en una porción de tierra propiedad de Meaher, Africatown, por la que tuvieron que pagar a su antiguo propietario.
Durante mucho tiempo, nadie fuera de Alabama se interesó por aquellas viejas historias, pero la situación cambió cuando se descubrió el pecio del Clotilda. El escritor y activista Ben Reines, tras años de estudio, dio con él en 2018.
«De golpe se generó mucha atención», cuenta Reines. La CNN, The New York Times y otros grandes medios informaron del hallazgo. Para los descendientes de los esclavos, el descubrimiento fue como una inyección de adrenalina. «Ben hizo un trabajo fantástico», dice Joycelyn Davis, miembro de la fundación Clotilda Descendants, una organización que agrupa a muchos de los descendientes. Su presidente es Darron Patterson. «El descubrimiento del precio dejó definitivamente claro que esta historia no es un mito, sino una realidad», asegura. Aunque aquel transporte de esclavos estaba documentado, las dudas sobre los informes nunca habían terminado de disiparse. «Hay familias muy ricas aquí en Mobile, y muchas de ellas hicieron sus fortunas con la esclavitud», afirma Darron Patterson, que durante mucho tiempo pensó que algún día conseguiría hablar con los Meaher. Su idea era reunirse con Augustine Meaher III, el actual patriarca de la familia, y «tomarse una cerveza y una hamburguesa con él, de hombre a hombre». Hoy sabe que nunca lo hará, por lo que le han contado hay un «pacto de familia» que obliga a todos los Meaher a guardar silencio.
Augustine Meaher III tiene más de 70 años, pero sigue ejerciendo como abogado. Su despacho se encuentra en el piso 25 de un rascacielos en el centro de Mobile y, según se dice, es el lugar donde se mueven los hilos de la inmensa fortuna familiar. Hubo un tiempo en el que los Meaher se mostraban más abiertos. En 1967, un nieto de Timothy Meaher habló de Africatown en un periódico local. La gente que vivía allí era «muy frugal», contaba. Él mismo iba de vez en cuando en fin de semana. «Había risas y canciones desde la noche del sábado hasta la mañana del lunes». Lo que ya no le gustaba tanto era que las autoridades de la ciudad quisieran implantar un servicio de recogida de basuras e instalar conducciones de agua. A él, como propietario de muchas casas en el barrio, aquello le iba a costar un dineral en impuestos. «Esa gente ha vivido durante años feliz y sana sin agua corriente», opinaba el archimillonario.
Ben Reines descubrió el pecio del Clotilda donde confluyen cinco ríos los cuales forman un enorme estuario. En sus aguas nadan caimanes y tiburones toro en busca de presas. «En esta zona ya se han encontrado 234 barcos hundidos, el más antiguo es del siglo XVI», cuenta Reines. Pero esa no es la única razón de que resultara tan complicado dar con el Clotilda. También lo fue porque Timothy Meaher mintió. «Cuando ya no tenía que temer ninguna consecuencia legal, contó en varias entrevistas que el capitán del Clotilda le prendió fuego al barco y lo hundió para hacer desaparecer las pruebas sobre el transporte de esclavos». Lo del hundimiento es cierto, también hay huellas de fuego en el tablazón del navío. Pero el lugar que indicaba no era el correcto, y no por error o mala memoria. Los Meaher siempre supieron dónde estaba hundido. Ben Reines consiguió dar con el pecio gracias a una pista que le llegó del círculo íntimo de la familia: estaba buscando demasiado al norte.
Algunos descendientes de los esclavos querrían hablar con la familia que capturó a sus antepasados, pero Augustine Meaher III –el actual patriarca del clan y dueño de una importante fortuna– se niega en rotundo
El estudio científico del precio lo están llevando a cabo especialistas de la empresa Search Inc. En sus inmersiones, los expertos han descubierto que la bodega en la que iban encerrados los esclavos está bastante bien conservada. Los arqueólogos submarinos afirman que se trata del barco negrero en mejor estado que se haya encontrado jamás. Hasta es posible que se hayan conservado trazas de ADN en el cieno. Algunas piezas de madera y metal del pecio se expondrán en Africatown. Este año se va a abrir en el barrio un pequeño museo llamado Heritage House. Meg Fowler, la directora del Museo de Historia de Mobile, encabeza el proyecto. El visitante podrá llevarse «una experiencia muy emotiva e impactante» cuando conozca la historia del Clotilda, esa historia que va desde la captura de esclavos en el lejano Dahomey (antiguo centro de trata en África) hasta sus actuales descendientes en Africatown, con los que Fowler asegura mantener «una excelente relación de trabajo». ¿Y con los Meaher? «Bueno, la familia no ha querido participar en el proyecto», responde.
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