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Mucho más que diseño Mujeres de vanguardia Gunta Stölzl y las tejedoras de la Bauhaus

La Bauhaus fue la escuela de diseño y arquitectura más moderna de Europa, de infinita influencia en el mundo contemporáneo. Sin embargo, relegó en su día a las alumnas al taller textil. A pesar de ello, lideradas por la genial Gunta Stölzl, convirtieron sus telares en un laboratorio de belleza e innovación. Repasamos su historia cuando se cumplen 90 años del cierre de un centro de creatividad sin igual, liquidado por Hitler en abril de 1933, por considerarlo un atentado contra los valores de Alemania.

Martes, 25 de Abril 2023, 11:15h

Tiempo de lectura: 6 min

Tejer, pintar, bailar: la vida por fin era una fiesta. Hasta solo unos meses antes, la alemana Gunta Stölzl había sido enfermera en la Gran Guerra. Hombres ensangrentados, gritos de dolor. En Italia, en Francia. Cuando los cañones hacían una pausa, ella aprovechaba para dibujar en su cuaderno las iglesias destruidas de los pueblos vecinos. Luego volvía al infierno: los gritos, el dolor. La Revolución Industrial había llegado al oficio de matar. Y el horror había adquirido una escala nueva.

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Gunta Stölz fue apoyada por sus alumnas hasta ascender a la dirección del departamento textil. Más arriba, en la imagen que abre este reportaje, las alumnas de la clase de tejido de la Bauhaus entre las que se encuentra Stölzl, con corbata. |Foto extraída del libro Bauhausmädels, de Taschen. Más arriba: ALBUM

Pero todo eso era ya pasado. El presente era la paz. Gunta tenía 22 años y había reunido el coraje necesario para dejar la apolillada Escuela de Arte de Múnich. Allí había aprendido a dibujar, pero a la manera clásica: mujer con rueca, mujer con flores. ¡Se acabó! Era hora de emprender algo nuevo. Acababan de admitirla en una institución recién creada que prometía emplear los métodos de enseñanza más modernos. Se trataba de la Bauhaus, en la ciudad de Weimar. Una aventura.

Todo estaba a medio hacer en la nueva escuela. Todavía no había muebles, los alumnos se tenían que sentar en el suelo. Algunos de los estudiantes iban a clase vestidos con sus viejos uniformes de soldados, no tenían más ropa que esa. Arrancaban las insignias y cosían en su lugar parches de colores.

Los maestros justificaban la discriminación: «¡Las mujeres solo tienen visión bidimensional!»

Tras las clases, alumnos y alumnas se iban a bañar al río juntos. Y desnudos. Soñaban con ponerlo todo patas arriba. Las formas, los colores. Hombre y mujer. La vida. «Para mi madre, la Bauhaus fue una liberación», dice Monika Stadler, hija de la gran diseñadora textil y tejedora Gunta Stölzl. «El espíritu de grupo era intenso. Muchos estudiantes no tenían nada, algunos se juntaban para cultivar huertos. Querían una sociedad igualitaria», cuenta Monika.

La revolución desde abajo

Gunta Stölzl fue la primera y única mujer que consiguió alcanzar el grado de maestra en una institución dominada por los hombres. El camino que tuvo que recorrer fue largo.

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Alumnas de la clase de tejido de la Bauhaus junto a Gunta.(Foto extraída del libro Bauhausmädels, de Taschen)

En 1919, año de fundación de la Bauhaus, se aprobó en Alemania el sufragio femenino. El propio fundador de la escuela, Walter Gropius, dijo en la inauguración. «Ninguna diferencia entre el bello sexo y el fuerte». Sin embargo, a las mujeres se las relegaba al taller textil. El artista suizo Johannes Itten sostenía que las mujeres carecían de la capacidad del pensamiento espacial. Por eso, les insistía en que se limitaran a trabajar en algo bidimensional como los tejidos.

Pero aquellas tejedoras de la Bauhaus estaban llenas de ideas y genialidad. Querían distanciarse del art nouveau. Y despreciaban las técnicas tradicionales, encorsetadas en los patrones florales. Aspiraban a ir más allá.

Stölz fue la única mujer que alcanzó el grado de maestra en la Bauhaus

La Bauhaus garantizaba una libertad que no se podía encontrar en ningún otro sitio. Pero la mayor parte de la sociedad alemana se mostraba reacia al cambio. Es más, las corrientes conservadoras y nacionalistas volvían a cobrar fuerza tras la pesadilla de la Primera Guerra Mundial. La institución se trasladó a Dessau. La carrera de Gunta Stölzl tomó nuevo impulso. «En la época del traslado a Dessau ya era profesora de tejido, y tenía que encargarse de un enorme volumen de trabajo», cuenta su hija. «Las estudiantes se quejaron ante el consejo de profesores, dijeron que Gunta hacía todo el trabajo y que el maestro, el jefe del departamento, no hacía nada, que ella se merecía su puesto. Los maestros, en un primer momento, se mostraron indignados por la desfachatez de aquellas mujeres, pero tuvieron que dar su brazo a torcer. Al cabo de unos meses, Stölzl se hizo cargo de la dirección del departamento textil. Fue una revolución desde abajo».

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Tapiz Slit tapestry red/green (1927-1928).CORDON.

Gunta Stölzl fue la primera y única maestra en la historia de la Bauhaus. Transformó el taller de tejido en un laboratorio donde se experimentaba con todo tipo de técnicas y materiales nuevos. Stölzl hizo del departamento de tejido el más rentable de toda la escuela. Mientras los 'caballeros' creaban castillos en el aire, las ‘chicas de las telas’, como llamaban a las tejedoras, eran las que llevaban el dinero a casa.

Antisemitismo y calumnias

En la primavera de 1928, Stölzl viajó con un grupo de alumnos y profesores a un congreso de arquitectura celebrado en Moscú. Uno de los asistentes era Arieh Sharon, un arquitecto judío oriundo de Palestina. Los dos artistas se enamoraron, ella se quedó embarazada poco después. Con la boda, Gunta Stölzl perdió su pasaporte alemán y se quedó exclusivamente con la nacionalidad de su marido, la palestina. La maestra de tejido se llevaba a su bebé recién nacido al taller, le daba el pecho allí, delante de todo el mundo. Aquello era un escándalo incluso en la progresista Bauhaus. Sobre todo porque la influencia del partido nazi era cada vez mayor. Arieh Sharon no tardó en perder su empleo en la escuela.

Stölzl también sufrió las consecuencias del antisemitismo. Unos estudiantes pintaron esvásticas en su puerta. Ni Mies van der Rohe ni Kandinsky sacaron la cara por su única maestra

Gunta Stölzl también sufrió las consecuencias del antisemitismo. Unos estudiantes pintaron esvásticas en su puerta. Algunos de los alumnos de la clase de tejido, movidos por la ambición, aprovecharon la oportunidad para calumniar a su profesora. A pesar de que muchas de las estudiantes mostraron su solidaridad con ella, la dirección del centro reaccionó con tibieza: ni Ludwig Mies van der Rohe, el nuevo director, ni Vasili Kandinsky sacaron la cara por su única maestra.

Stölzl acabó emigrando a Suiza. Su matrimonio con Sharon se rompió en los años treinta. Él se trasladó a Israel y llegó a ser uno de los arquitectos más influyentes del país. Levantó la nueva Tel Aviv. Mientras, Stölzl montó un taller textil en Suiza y se convirtió en una empresaria de éxito. Sus luminosas y coloridas obras cuelgan hoy en grandes museos de todo el mundo.

En cuanto a la Bauhaus, en 1933 el nazismo ordena el cierre de la escuela y Mies van der Rohe decide reabrir la escuela en Berlín con el dinero de la indemnización por la ilegalidad del cierre y el fin de contratos. La aventura duró pocos meses y de nada sirvió que Van der Rohe apelara su sentimiento patriótico incuestionable como veterano de guerra para defender ante los nazis que el trabajo de la Bauhaus carecía de connotaciones políticas.

Sin la Bauhaus, serían hoy inconcebibles conceptos como interdisciplina, funcionalidad y experimentación aplicados a las artes desde una perspectiva científica y racionalista

Posteriormente, gran parte de los miembros de la Bauhaus se exiliaron en Estados Unidos para continuar con sus actividades. En 1937 László Moholy-Nagy fundó en Chicago la New Bauhaus, que fue, de todas las aventuras fuera de la Alemania, la que más fiel se mantuvo al programa de estudios original. Por último, en 1951 el escultor y arquitecto suizo Max Bill creó en Ulm, en la antigua República Federal Alemana, la Escuela Superior de Proyectación Neues Bauhaus. Entre 1954 y 1966 la dirigió el diseñador argentino Tomás Maldonado.

Sin esta trascendental escuela de diseño y arquitectura, serían hoy inconcebibles conceptos como interdisciplina, funcionalidad y experimentación aplicados a las artes desde una perspectiva científica y racionalista que condujo a una auténtica profesionalización de las disciplinas creativas en entornos laborales y educativos.


© Stern


Etiquetas: Bauhaus
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