Federica, una reina con mucho carácter Documentos reveladores Los diarios secretos de la madre de Constantino y Sofía de Grecia
Los 35 cuadernos manuscritos por las damas de compañía de Federica de Grecia, la madre de la reina Sofía y del fallecido Constantino de Grecia, aparecieron hace unos años en los Archivos estatales de Atenas y se editaron recientemente. Las anotaciones abarcan casi 30 años cruciales de la Historia de Grecia y de su familia real. Y –según nos cuenta el descubridor de estos documentos– revelan una imagen insólita (y mejor) de la reina.
Miércoles, 11 de Enero 2023
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Costas Stamatopoulos estaba investigando en los Archivos Generales estatales en Atenas cuando se topó con 35 cuadernos manuscritos. Eran los diarios de la reina Federica de Grecia, la madre de nuestra reina Sofía, pero no estaban escritos por ella, sino por sus damas de compañía. Las anotaciones cubren 29 años: desde 1938, el año de su boda con Pablo de Grecia, hasta 1967, cuando la familia real griega tuvo que exiliarse.
Las notas de estos cuadernos hablan de tiempos especialmente convulsos para los reyes de Grecia y su familia. En esos años, Grecia padeció la Segunda Guerra Mundial, la restauración monárquica, una guerra civil, un golpe de Estado militar… Y fueron para Federica de Grecia años cruciales en lo personal: tuvo a sus tres hijos, fue reina, enviudó, se convirtió en reina madre y se exilió.
Se comprende la emoción del historiador Stamatopoulos (especialista en Bizancio y en la monarquía griega) cuando encontró tantas páginas (un total de 1420 y 199 fotografías) anotadas por testigos de primera fila y con detalles de la esfera íntima de la vida de una reina europea.
Las damas de compañía registraron casi todo de la vida de Federica de Grecia: visitas al médico, actividades deportivas, audiencias, viajes, citas con políticos, reuniones de patronatos, actos de recaudación de fondos, pruebas con los modistos…
«Es la primera vez que sale a la luz un panorama completo de la vida de la reina Federica de una manera que también revela gran parte de su vida privada y su personalidad», nos explica Costas Stamatopoulos. Los diarios aclaran muchas cosas, cree Costas Stamatopoulos. En su opinión, la imagen que ha quedado de Federica está distorsionada por sus enemigos. De ella ha trascendido la idea de que era una mujer de carácter, con fuertes convicciones anticomunistas y que chocó con algunos políticos, como el primer ministro Constantinos Karamanlís.
Federica Luisa Thyra Victoria Margarita Sofía Olga Cecilia Isabel Cristina de Hannover -Freddie, para su familia- tenía sangre real por los cuatro costados. Por parte de su padre -el duque de Brunswick- era una princesa alemana de los Hannover, dinastía que reinó en Gran Bretaña durante casi dos siglos. Por parte de madre era nieta del último káiser, Guillermo II, y tataranieta de la reina Victoria de Gran Bretaña. Además (igual que su marido, del que era primo), era descendiente de los reyes de Dinamarca.
Su sangre alemana le resultó inoportuna en algún encuentro político. Lo contó ella en su libro Memorias (La Esfera de los Libros). «Durante la boda de la princesa Isabel, Churchill me dijo con tono acusador: ‘ No era abuelo suyo el káiser?’. Le contesté: ‘Desde luego el káiser era abuelo mío, pero también la reina Victoria era mi tatarabuela. Si en Inglaterra hubiese habido ley sálica, hoy sería mi padre el rey de Gran Bretaña’».
Al casarse con Pablo de Grecia, miembro de la familia Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg, designada por las grandes potencias para reinar a los helenos en 1862, Federica tuvo que cambiar de religión, de idioma y de país. Se casaron el 9 de enero de 1938 en la catedral ortodoxa de Atenas: ella tenía 21 años; él, 37.
Hitler calentaba los cañones de la guerra y Federica, que se había criado en Austria en un entorno aterrado por el avance bolchevique, había sido militante de las Juventudes Hitlerianas. A los griegos no les gustó que su diádoco (‘príncipe heredero’) se casara con una nieta del káiser, que para más inri había simpatizado con el nazismo: Federica tuvo que trabajar mucho su ‘helenización’, aunque se mantuvo firme cuando los popes de la Iglesia ortodoxa le pidieron que cambiara su nombre por otro más griego.
Despilfarro en banquetes
Los caros fastos, bailes y banquetes que disfrutaron los asistentes a la boda del príncipe heredero molestaron en Grecia. Los recién casados debían darse a conocer: se instalaron en una villa de Psychico, entonces un barrio de Atenas, y comenzaron a recorrer el país. En noviembre nació Sofía y dos años después, Constantino, un nuevo heredero.
Estamos en 1940, con Hitler comiéndose Europa y Mussolini alargando el brazo hacia Grecia. La amenaza se consuma. Las fuerzas del eje ocupan Grecia en 1941. La familia real huye a Creta en un hidroavión británico. Pero Creta sufre constantes bombardeos. El rey Jorge II y el príncipe heredero, Pablo, se instalan en Londres. Federica y sus hijos parten primero a Egipto y luego a Sudáfrica. El primer ministro Jan Smuts les hace un hueco en su residencia -donde, en 1942, nace la princesa Irene- y se convierte en una especie de padrino protector para Federica.
En 1944 Grecia es liberada, pero hay una fuerte oposición a que regrese la monarquía. En 1946 se convoca un referéndum: los monárquicos ganan. Jorge II regresa a un país devastado y roto en donde, además, estalla una guerra civil.
En 1947 muere Jorge II, y Pablo y Federica se convierten en reyes. Federica se enrola en misiones benéficas: encarga clínicas móviles y funda los paidopoleis, albergues para huérfanos. Y tiene lugar el episodio de Konitsa. La guerrilla comunista acosa a este pueblecito, hay que animar a la población para que resista. Como el rey está enfermo, Federica decide ir ella misma. Su entrada -se dijo que montada en un mulo- supuso un buen efecto publicitario para ella. «Fue uno de los grandes acontecimientos de mi vida», contó en su libro Memorias.
De gira mundial
La guerra termina en 1949. Grecia está destrozada. Apenas queda nada en pie. En los años cincuenta, los reyes griegos viajan mucho: buscan apoyo internacional. Visitan Turquía, eterno enemigo de Grecia; se entrevistan en Belgrado con el mariscal Tito; en Estados Unidos, Federica ocupa la portada de la revista Time: el reportaje del interior cuenta, entre otras cosas, su viaje a Hollywood y el encuentro con Marylin Monroe.
Francia, Alemania, Suiza, Etiopía… los viajes son constantes dentro y fuera de Grecia. Es interesante saber qué anotaban en aquellos días las damas de compañía de la reina: «13 de diciembre de 1954: Como cada año, el día de cumpleaños de su Majestad el Rey se ofreció un baile en el palacio de Tatoi». A la oposición, las fiestas y viajes, tanto dispendio… les indigna. Creen, además, que Federica se entromete y mangonea al rey Pablo. El crucero Agamenón, organizado por Federica para que intimaran los jóvenes royals del momento, fue muy criticado. La boda de su hija Sofía con el príncipe español Juan Carlos, celebrada en Atenas en 1962, añadió gasolina al fuego: la celebración fue cara y se criticó la cuantía de la dote de Sofía, para lo que hubo que aprobar una ley. «Esa boda para Federica era una forma de relanzar Grecia al mundo», dice Ricardo Mateos, historiador, experto en realeza europea. Pero tanto gasto molestó y el sentimiento antimonárquico se fue extendiendo. En 1964 murió el rey Pablo; subió al trono Constantino II y, de nuevo, se propagó la idea de que Federica mandaba demasiado, esta vez como reina madre.
A los griegos no les gustó que su príncipe se casara con una nieta del káiser y que, además, había militado en las juventudes nazis
Los diarios publicados ahora se detienen en 1967, el año del Golpe de los Coroneles y de la salida de los reyes griegos. Federica se fue a Roma. En 1974 -con la democracia restaurada- se celebró un referéndum para decidir entre monarquía y república. Ganó la república.
Federica se marchó con su hija Irene a vivir a Madrás (India). Pasaba temporadas en España con su hija la reina Sofía. En febrero de 1981 se operó de los párpados en una clínica madrileña. Falleció tras la operación. Fue un tremendo shock para Sofía, que estaba esquiando en Baqueira Beret.
Hubo que realizar arduas gestiones para que el Gobierno griego permitiera a la familia real viajar a Grecia y enterrarla junto a su marido, el rey Pablo. Casi 40 años después de su muerte aparecen los diarios que ahora se publican. ¿Estaban escondidos? «Permanecieron ‘enterrados’ junto con el resto del material de los Archivos Reales hasta 2011, cuando se abrieron para la investigación histórica», nos cuenta Costas Stamatopoulos. Está convencido de que estos diarios lavarán la imagen de la reina Federica.
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