
El ‘streaming’ sanitario ya está aquí
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El ‘streaming’ sanitario ya está aquí
Viernes, 18 de Octubre 2024
Tiempo de lectura: 8 min
Vale, he triunfado. ¿Pero qué le estoy aportando a la humanidad?», rumiaba el empresario sueco Daniel Ek en 2018. Su compañía, la plataforma musical Spotify, acababa de salir a Bolsa y Ek había entrado por la puerta grande en la lista Forbes (su fortuna ronda los 4000 millones de euros). «La gente me felicitaba. 'Te has salido con la tuya, Spotify es increíble', me decían. Sí, es genial. Pero solo sirve para escuchar canciones. Y yo pensaba para mis adentros: '¿Por qué no estoy salvando vidas?'», cuenta.
«Lo que más me motiva es resolver problemas. Y la atención sanitaria tiene un gran problema. Es reactiva y no proactiva. Vamos al médico cuando ya estamos enfermos. Este enfoque significa que no hay una forma consistente de monitorear la salud y tomar medidas preventivas a tiempo. Necesitamos un cambio tanto en la mentalidad como en el uso de la tecnología», explica Ek, que contactó a través de Twitter con otro emprendedor sueco, Hjalmar Nilsonne. Y lo convenció para fundar juntos Neko Health, la empresa destinada a solucionar el problema, a pesar de que ninguno tenía experiencia en el ámbito de la salud.
Forman una extraña pareja. Nilsonne, director general de Neko Health, es un ingeniero que fracasó con una start-up para mitigar el cambio climático. Y Ek, el inversor, es ese señor discreto que a sus 41 años puede presumir de haber revolucionado la industria musical (y, de paso, la del cine, la televisión y el ocio en general) poniéndola de rodillas ante el streaming, su modelo de negocio. Aunque lo cierto es que Spotify, fundada en 2006, solo este año ha empezado a dar beneficios. Y es que su propuesta era difícil de monetizar: regalar la música con la esperanza de que alguien eventualmente quiera suscribirse a la versión de pago, retribuyendo a los artistas con 0,0003 céntimos por reproducción. «Cuando empezamos, nadie pagaba por la música. La gente simplemente la robaba», rememora. Pues bien, lo que propone el 'doctor Spotify' no es muy diferente, aunque en este caso no haya opción gratuita: una suscripción que se renueva; un seguimiento de por vida. Ni más ni menos que el streaming sanitario.
Ek y su socio habían analizado el problema y llegaron a una solución inspirada en su común afición a las estadísticas vitales que proporcionan los gadgets que cuentan los pasos, miden los latidos y desmenuzan el sueño. Si se combina esta tendencia con la creciente capacidad de la inteligencia artificial para sacar «conclusiones sensatas» de todo ese inmenso batiburrillo de datos, «estaba muy claro que podíamos crear un sistema diferente». Pero había que transformar el concepto en un producto rompedor. Y, a juzgar por el éxito de sus tres primeras clínicas (dos en Estocolmo y una en Londres), con 22.000 personas en lista de espera, el mercado ha respondido.
El producto, la experiencia diferencial, es un chequeo. Desde que el suscriptor (la palabra 'paciente' se destierra) entra en la clínica hasta que sale con su informe bajo el brazo solo discurre una hora, pero muy aprovechada. El ambiente es luminoso y relajante, más de spa que de hospital. Mobiliario minimalista, música suave... Una breve entrevista en recepción, donde se le toman los datos, el peso, la altura… Y se le entregan un albornoz y unas zapatillas. Y una batería de pruebas que incluyen lo típico, como el electrocardiograma y la presión arterial. Y lo novedoso: un escáner de 360 grados no invasivo en una cabina cilíndrica de pie, inspirada en los controles de seguridad de los aeropuertos.
Con un 90 por ciento de eficacia
La Inteligencia artificial analiza fotos de lunares y manchas, y las clasifica. Acelera así el diagnóstico con un alto porcentaje de acierto. Lo han creado en el MIT y se ha probado con éxito en un hospital de Madrid.
El creador de Spotify no es el único implicado en el desarrollo de escáneres y métodos digitales de detección precoz. De hecho, hay quienes apuestan por hacerlo directamente con el móvil, como la IA desarrollada por el MIT de Boston para la detección de melanomas.
Puedes hacer las fotografías con tu móvil, no es necesario que tengas un equipo sofisticado. Esas imágenes las analiza luego... Leer más
Está equipada con 70 sensores y docenas de cámaras en 2D y 3D que toman una imagen completa del cuerpo en alta resolución con 50 millones de puntos de datos. Se hace un recuento de los lunares y una fotografía térmica de la circulación sanguínea periférica. De ahí se pasa a una camilla donde se realiza una prueba de fuerza en los dedos y un análisis de sangre que se envía a través de un tubo de vacío a un laboratorio en el piso superior para su procesamiento inmediato. La IA analiza los datos en pocos minutos, y un médico los revisa y se los explica al suscriptor, que recibe, además, las conclusiones en una aplicación móvil. Y si todo ha ido bien, hasta el año que viene. A un precio competitivo: unos 350 euros.
En el Reino Unido, la iniciativa ha sido recibida con cautela por el estamento médico. Louise Thomas, profesora de la Universidad de Westminster, le ve cierto potencial. «Habría que analizar la profundidad de los escaneos y la calidad de los datos con los que se ha entrenado a los algoritmos… El diagnóstico temprano es muy importante y (si hay menos gente enferma) se podría reducir la carga del sistema público», concede. Pero también podría saturarse por los falsos positivos, un riesgo que aparece cuando se busca de manera agresiva cualquier anomalía.
Neko Health no realiza tratamientos, se limita a informar a los pacientes. Además, como señala The New York Times, «no lleva a cabo resonancias magnéticas ni rayos X». Tampoco tomografías, ecografías… En definitiva, todas esas pruebas que el público asocia a la palabra 'escáner' y que toman imágenes del interior del cuerpo, el cerebro y otros órganos. Lo que hace la IA sueca es inferir posibles trastornos mediante imágenes superficiales. En el caso de la piel, un seguimiento de las manchas puede ayudar a la detección temprana de melanomas; por lo demás, ¿hasta qué punto es confiable un diagnóstico basado en software? Los más escépticos señalan que, en última instancia, lo que va a constatar esa 'superfotografía' anual de nuestro cuerpo es el proceso natural de envejecer.
¿Y qué pasará con todos esos datos recopilados a lo largo de los años? ¿Se compartirán con otras empresas, con gobiernos? El caso reciente de 23andMe, una compañía pionera en pruebas genéticas, ilustra los riesgos potenciales. La compañía sufrió un hackeo masivo hace un año. Y ahora, en quiebra, se especula con que los propietarios venderán los datos de 15 millones de clientes para afrontar las deudas.
Por lo pronto, Daniel Ek parece haber convencido a sus compatriotas. Toda una proeza viniendo del país que inventó el estado del bienestar moderno. Pero los suecos, que presumen ante el mundo de su modelo social, de puertas para adentro también lo critican. «La gran incertidumbre era ver si alguien iba a querer pagar por una atención médica que obtiene gratis. Si le preguntas a la gente por la calle, te dicen: '¿Por qué querría hacer eso? Vivimos en el mejor sistema de salud del mundo'. Pero luego insistíamos: '¿Entonces estás contento con tal y cual cosa?'. Y reculaban: 'No, no, no, es terrible'», relata. Hasta la fecha, Neko Health ha analizado a 2707 personas; el 78,5 por ciento no presentaba problemas de salud; los resultados del 14 por ciento requerían tratamiento médico. Y el 1 por ciento padecía enfermedades graves. De ese grupo, ninguno era consciente de su dolencia antes de someterse a la prueba.
Los chequeos no son nuevos. Y los escaneos de cuerpo completo tampoco. Existen desde hace años. Sin embargo, se han puesto de moda. Por ejemplo, Prenuvo –financiada por Eric Schmidt, exdirector de Google, y promocionada por Kim Kardashian en Instagram– ofrece sesiones de resonancia magnética de una hora por 2500 dólares, utilizando software de IA para detectar señales de cáncer o aneurismas. «Los ricos ya tienen sus clínicas, sus terapias. Nuestro enfoque es democratizar la prevención», puntualiza Ek.