«El perro tiene más diplomacia que el gato»

-Usted se crió entre animales, ¿verdad?

-Verdad. Pasé parte de mi infancia y mi adolescencia en el pueblo de mi padre, Matienzo, siempre rodeada de animales. Vacas, cabras, ovejas, gallinas... Una experiencia que yo disfruté mucho y de la que aprendí la importancia que tiene el equilibrio entre el ser humano y la naturaleza.

-Y ha madurado entre ellos.

-Sí. Desde que me independicé convivo con ellos en casa. Ahora tengo una perra y un gato, Jirma y Pepe.

-¿Qué aportan a su vida?

-¡Muchísimo! Compañía, felicidad, amor, cariño, lealtad... Y me hacen reír...

-¿Quién es Jirma?

-Jirma es mi perra africana, mi compañera y mi cómplice durante estos últimos 13 años. La recogí en Níger de entre una camada de cuatro cachorros que iban a ser sacrificados y desde entonces ha viajado conmigo allá por donde he ido: España, Costa Rica, Argentina y, ahora, Ecuador.

-¿Qué pasó con los otros tres?

-No quiera saberlo.

-¿Le costó educarla?

-Jirma es una perra sin apenas antepasados domésticos, de manera que no fue fácil. Pero mereció la pena.

-¿Y quién es Pepe?

-Pepe es mi gato, un gato 'tico', precioso, enorme y ponga común pero no corriente ¿eh? Se llama así porque lo adopté en San José de Costa Rica precisamente el día de San José, de manera que no podía llamarse de otro modo.

-A Jirma la trajo de Níger y a Pepe de Costa Rica.

-Así es, sí.

-¿Y no se podía traer de sus viajes una taza, como hace todo el mundo?

-Jajaja. Podría, sí, pero las tazas no dan tantas alegrías.

-Níger, Madrid, Costa Rica, Argentina, ahora Ecuador... ¿No les afecta tanto trajín?

-Les molesta tanto viaje, sí. Pero una vez en nuestro destino a ellos les basta con tenernos cerca. Así son felices y se saben protegidos.

-¿Quién tiene más diplomacia, un perro o un gato?

-Para mí, el perro. Sí, el perro. Tiene más capacidad para negociar, para pactar y para retroceder sin huir y, de otro lado, es más sociable.

-En 2009, Bulgaria concedió a los animales de compañía de los embajadores acreditados una tarjeta diplomática. Qué finolis los búlgaros, ¿no?

-Pues fíjese que a mí me parece una medida muy original, aunque, la verdad, no acabo de verle el lado práctico.

-¿Sabe quién es el gato Palmerston?

-¡Sí! El Jefe Ratonero del Ministerio de Relaciones Exteriores del Reino Unido.

-¿Va a solicitar el mismo cargo para Pepe?

-¡Ni hablar! Ya es Jefe Ratonero de mi casa y estoy segura de que no quiere cambiar de trabajo porque adora a su jefa.

-¿Qué se va a traer de Ecuador, un Cóndor de los Andes?

-¡No me dé ideas que me busca el divorcio! Aunque, claro... Nunca se sabe.