¿Recuerdas cuando sólo había una 'tele' en casa y sin mando a distancia?

Muchos españolitos vivimos aquella época en nuestra infancia y juventud. Y contentos, pues no todas las familias disponíamos de 'tele' en casa. Muchos acudíamos a verla… al domicilio de la vecina. Cuando tuvimos una, la fiesta visual resultó permanente. ¡Qué gozada!

De tal tiempo recuerdo la 'carta de ajuste', única posibilidad de contemplar algo en la pantalla hasta que llegara el ansiado momento del comienzo de la programación. Decían los entendidos que se ofrecía para 'ajustar los tonos'. ¡Vaya usted a saber! Ni idea. Pero resulta inolvidable.

También recuerdo los '¡rombos!'. Con uno, el asunto resultaba pasable hasta cierta edad. Con dos, exclusivo para mayores. Por tanto… a la cama. Bueno, en teoría, porque muchos críos nos levantábamos sigilosamente y nos colocábamos detrás de la puerta del salón, escondidos, para ver durante unos segundos qué resultaba tan inapropiado. Son inolvidables también 'las banderas' con las que, por la noche, se cerraba la programación. Se escuchaba con frecuencia la siguiente expresión: «Mi marido se queda dormido viendo la 'tele' hasta que salen las banderas».

Lo peor de todo era lo del mando a distancia. Cuando llegó el segundo canal (UHF, después Segunda Cadena y hogaño La 2), cada vez que se quería cambiar de canal, como se decía coloquialmente, había que «levantar el culo del asiento». Literal. Y acercarse al aparato con un dedo índice preparado para apretar el botoncito…

Existió el 'tele-ayer', sí. Sin mando a distancia. De dos canales. En blanco y negro (a veces se le ponía delante un plástico especial para crear la sensación de 'colorines'). Y con un único televisor en casa, en torno al cual nos reuníamos en familia para ver a 'Los Chiripitifláuticos', 'El Santo', 'Reina por un día', 'Bugs Bunny', 'Daniel Boone', 'Los payasos de la tele', 'La familia Telerín', 'Galas del Sábado', 'Estudio 1', etcétera. ¡Cuánto han cambiado las cosas! ¡Y la 'tele'!