Recordando la 'gripe española' de 1918
LO QUE EL TIEMPO SE LLEVÓ ·
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LO QUE EL TIEMPO SE LLEVÓ ·
En España fallecieron cerca de trescientas mil personas tras infectarse ocho millonesLa actual pandemia de coronavirus invita a viajar a través del túnel del tiempo para recordar la denominada gripe española del año 1918, que también fue global, extendiéndose por numerosos países. En España fallecieron cerca de trescientas mil personas tras infectarse ocho millones. ... Sumó en total más de cuarenta millones de muertos.
El primer aspecto que conviene matizar es que aunque se llamó 'española' no comenzó aquí. El origen del nombre, difundido así en la prensa internacional, se remonta a que en España fue donde más se informó periodísticamente sobre lo que ocurría, ya que el resto de naciones afectadas estaban metidas de lleno en la Primera Guerra Mundial y los respectivos gobiernos censuraban cualquier contenido sobre su existencia. Unos historiadores dicen que brotó en Francia; otros, en China; otros, en una base militar de Estados Unidos; otros, en el Este de Asia…
A diferencia de lo que sucede en general con el coronavirus, la «gripe española» incidía también entre el segmento joven de la población (20 a 40 años). Uno de los pacientes que se recuperó fue el rey Alfonso XIII, que en el momento de sentir los síntomas del contagio tenía 32 años. El diario madrileño ABC siguió al detalle su caso. «Por hallarse indispuesto a causa de la enfermedad reinante guardó ayer cama el Soberano, suspendiendo el despacho con los ministros y la audiencia concedida», publicaba en una de las primeras noticias.
Los españoles combatían la gripe con aspirinas, quinina, brandy, vapores de algas y de eucalipto, elixires, fumando, etc. ¡Hasta con pócimas milagrosas ofertadas por charlatanes de calle! A falta de remedios científicos para el colectivo cada cual se procuraba, con ilimitada fe, el propio.
En aquellos tiempos ya se empezaron a ver, como ocurre ahora, las mascarillas, que estaban elaboradas con tela y gasa. ¿Su precio? Dos céntimos de peseta. Sin embargo, el contagio avanzó imparable. Al acabar dejó un reguero de consecuencias dramáticas.
Por fortuna, los recursos médicos que poseen hoy las naciones para combatir un problema de tal gravedad no se pueden comparar con los de antaño. No es tampoco igual, en consecuencia, la capacidad de respuesta para reducir los daños. Pero no cabe duda de que, como estamos comprobando, en lo sustancial la historia se repite: de la misma manera que aconteciera en 1918, el coronavirus es para muchos compatriotas sinónimo de tragedia. El balance final de los hechos demostrará hasta qué punto hemos aprendido de sus enseñanzas.
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