Imágenes de la historia de Dromedario desde sus orígenes a la actualidad.ARCHIVO Y DANIEL PEDRIZA
Dromedario cumple 150 años sirviendo café desde Cantabria
EL RICO AROMA DEL CAFÉ CENTENARIO ·
Su nacimiento está vinculado al mercado de materias primas coloniales a finales del siglo XIX, y en 1999 la empresa adquiere un nuevo rumbo con la entrada de la familia Baqué
En la segunda mitad del siglo XIX, el puerto de Santander tenía muy marcado un enfoque colonial, habiéndose especializado en un comercio circular, de tal modo que las salidas hacia América de cereales castellanos y otros portes se traducían en retornos de azúcar, tabaco y café. Por ello, no es de extrañar que emergiesen en las proximidades del puerto industrias de aguardientes, tabaco y café con el fin de dar valor añadido a las materias primas coloniales, en lugar de reexportarlas. Además, como señala el profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Cantabria, Andrés Hoyo, entre 1871 y 1872, el puerto santanderino vivió un momento de expansión notable al captar más tráficos como consecuencia del inicio de las Guerras Carlistas.
Por otro lado, Hoyo contextualiza el interés por el café de un joven empresario, Antonio Fernández Baladrón (1845-1926), fundador de la empresa Café Dromedario en 1871, en las nuevas formas de sociabilidad. Se extiende el consumo del café, sobre todo entre las clases acomodadas, la burguesía, y surgen los primeros cafés, donde se reúnen empresarios y clases pujantes, donde hablan negocios, de política y ocupan su ocio.
El café comienza a sustituir al chocolate caliente y no fue casualidad que el joven Fernández Baladrón, cuya familia se había trasladado desde Zamora a Santander para emprender una nueva vida, viese en el comercio y la transformación del café una oportunidad. Así, en el citado año 1871 creó la sociedad Antonio Fernández y Cía, cuya firma de referencia fue desde el inicio Dromedario, marca que sobrevive y que, tras numerosas vicisitudes, llega más fuerte que nunca a celebrar en este año 2021 su 150 aniversario.
Cabe recordar a modo de anécdota, que el café que hoy conocemos como Dromedario, bien podía haberse llamado Camello. Baladrón vivía en El Sardinero, frente a la playa del Camello, cuya famosa roca con forma de camélido le inspiró a la hora de elegir el nombre. Al estar éste registrado, buscó una uno semejante, Dromedario, dándose la circunstancia que a lo que más se asemeja la roca del Sardinero es a un dromedario y no a un camello como Baladrón creía.
Una larga travesía hasta 1999
Antonio Fernández Baladrón (1845-1926).
Antonio Fernández Baladrón fue una de las personalidades más influyentes en la región en el plano económico. Su rastro se puede encontrar en diferentes entidades. Al respecto, Andrés Hoyo señala que era frecuente que la burguesía acumulase ahorro con el comercio y luego diversificase sus inversiones en el sector financiero, en la industria y en actividades relacionadas con el ocio y el turismo. Así ocurrió con Baladrón, que estuvo al frente de la empresa hasta tomaron el relevo sus hijos (Antonio y Manuel), sobrino (Aurelio Fernández Velilla) y nietos.
Imagen. Nave original de Café Dromedario en la calle Juan de la Cosa de Santander.
En aquella primera etapa la sede de Dromedario estuvo en la zona de Puertochico, hasta 1934, año en el que se trasladó a la calle Ruiz Zorrilla, que en aquel momento era el extrarradio de la ciudad.
La marca fue consolidándose como un referente en su sector, pero tras finalizar la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial, además de los problemas por el racionamiento, el Gobierno declaró el café como producto estratégico y solo el Estado podía importar café, al tiempo que regulaba los precios de venta. En estas circunstancias la empresa solo podía sobrevivir ya que carecía de capacidad decisoria para marcar una estrategia propia en volumen o perfil de calidad del producto. La propiedad en aquellos momentos era compartida por los descendientes de Baladrón, la familia Fernández Velilla y Carlos Pascual.
En 1980, a la par del crecimiento urbano de Santander en la zona de Castilla-Hermida, la fábrica de Dromedario se traslada a Heras, donde cuenta con unas instalaciones más modernas y donde sigue en la actualidad. Algunos cambios en el accionariado dan lugar a la entrada de los hermanos Sámano, empresarios mexicanos oriundos de la región.
Por otro lado, el sector del café entra en una nueva dinámica. El negocio de los tostadores locales donde se ubicaba Dromedario estaba muy atomizado y recibe la amenaza de las multinacionales, de las nuevas formas de consumo (en grandes superficies) y de una alta competitividad por el precio en la hostelería.
La empresa, ya centenaria, se enfrenta al reto de competir en un mercado globalizado, al tiempo que se producen cambios en el las participaciones de los accionistas. Fue Enrique Zalduondo, director de la empresa a finales de los años noventa del siglo pasado, quien encuentra la solución a los problemas financieros, lo que dio estabilidad a la sociedad con la entrada en la misma de los hermanos Baqué.
Familia Baqué Delas
Emilio Baqué (1963-2009).
La llegada de los hermanos Baqué en 1999 fue decisiva para relanzar Café Dromedario hasta convertir a la empresa, algo más de dos décadas después, en uno de los grupos cafeteros más sólidos del panorama nacional y que marcan su diferencia por la calidad de sus elaboraciones.
Se cambia la razón social de Antonio Fernández y Cía a Café Dromedario y comienza el crecimiento de la mano de los hijos de Chechu Baqué, que previamente había perdido el control de la empresa familiar Café Baqué. Aprovechando su experiencia y su pasión por el mundo del café, en poco tiempo fortalecieron la empresa con la adquisición de otros tostadores como Cafés Casado y Cafés Delavilla, en Madrid.
En 2002, Dromedario suma al grupo Cafés Pozo (Madrid, 1932) y en 2005 adquieren también Cafés La Tostadora (Vitoria, 1959). El objetivo era ganar volumen porque para competir en el sector es preciso contar con economías de escala. El sector vivía a comienzos de siglo un proceso de concentración y Dromedario se convirtió en un protagonista activo.
En esa etapa destaca la gestión que realiza la actual consejera delegada, Charo Baqué, en el ámbito económico y comercial, y el trabajo que desarrolló su hermano Emilio Baqué, hasta 2009 que falleció, como excelente relaciones públicas, analista de tendencias y gran divulgador de la cultura del café, prueba de ello es su libro 'El Cafecedario', del año 2006, una biblia para los amantes de esta bebida. La tercera de los hermanos, Begoña Baqué, ha centrado su trabajo en el Departamento de Calidad que dirige, y fruto de su experiencia y conocimiento del producto es su título nacionales en cata de café (2014).
Con la pérdida de Emilio Baqué, su hermana Charo se quedó al frente de la empresa, en la que tiene como principales apoyos, además de Begoña, a Fernando Franco, como director de producción; José Luis Rodríguez, jefe de ventas; Arancha Blanco, responsable de administración; y Karen Quiroga, responsable de formación.
120 trabajadores
Calidad, expansión y formación
En la actualidad, el Grupo Dromedario, que se encuentra expansión por otras regiones de España, cuenta con unos 120 trabajadores. La producción está centralizada en Heras para todas las marcas del grupo, que tiene delegaciones en varias autonomías. La calidad es su principal argumento de venta y asociado a ello están la formación que se ofrece a los clientes y el compromiso con la sociedad que se refleja en un importante programa de patrocinios dentro de sus acciones de responsabilidad social corporativa. Los azucarillos temáticos han sido un valioso ejemplo.
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