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Juan Carlos Martínez, en pleno proceso de restauración de las pinturas.

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Juan Carlos Martínez, en pleno proceso de restauración de las pinturas. Fotografías: Luis palomeque

Las escenas costumbristas del Bar Chema de Torrelavega, como nuevas

El responsable de este emblemático bar, Fernando Lavín, aprovecha el cierre por el coronavirus para restaurar las pinturas de Ángel López Padilla, que datan del año en que se abrió el establecimiento, 1944

Domingo, 21 de febrero 2021, 08:11

Si hay algo tradicional en Torrelavega, a la hora de tomar el aperitivo, sobre todo los domingos, es pasarse por el Bar Chema, en la calle Julián Ceballos, junto a la Fuente de Cuatro Caños, y tomarse un blanco y una 'banderilla', o probar su tortilla de patatas. Mientras, no hay que perder de vista en el interior de la bodega, que sigue tal y como la abrió José María 'Chema' Gutiérrez el 14 de agosto de 1944, las pinturas costumbristas que 'iluminan' sus paredes. Las mismas que, ahora, 77 años más tarde, está restaurando el artista Juan Carlos Martínez.

El nieto de 'Chema', Fernando Lavín Gutiérrez, actual propietario del bar, está aprovechando el cierre forzoso del mismo debido a la pandemia, para realizar un 'lavado de cara' del mismo. Las pinturas son obra del artista cántabro Ángel López Padilla y datan del mismo año en que se abrió el bar, 1944. Padilla, así firmaba, era natural de Puente Viesgo (1895) pero su infancia la pasó en Torrelavega. Marchó a estudiar Derecho a Madrid, donde pronto dio el salto a la ilustración. No tardó en regresar a Torrelavega, donde se dedicó profesionalmente a la cartelería, ilustración de libros, publicidad, etc. Suyo es el álbum ilustrado 'Cultura Montañesa' de 'La Voz de Cantabria' o la portada de 'La Braña' de Manuel Llano.

Se trata de bellas recreaciones de estampas típicas de la Montaña que representan a folcloristas ataviados con las ropas tradicionales bailando, cantando o disfrutando de un buen vino en animada tertulia. También están pintados unos versos del poeta Baltasar Alcázar, del Siglo de Oro, un canto a las tabernas. Decoran un establecimiento que conserva esa esencia de lo antiguo, también de lo familiar, porque el negocio está llevado por la segunda generación, y de un 'sabor' a ese orgullo torrelaveguense, envidiable, que ha visto en su barra a DiStefano, Gento (los colores del Real Madrid ocupan el mismo lugar que los de la bandera de la ciudad...), Urtain, Antonio Resines (nació en el edificio de enfrente), y tantos y tantos famosos de aquí y de allá que conocen el Chema, con sus interminables partidas de cartas.

El restaurador

Mientras la pandemia ha puesto largo paréntesis a esta «vida», Juan Carlos Martínez ultima los detalles de la restauración de las pinturas murales: «Lo que mas me ha costado, empecé el 20 de enero, ha sido reproducir la firma de Padilla. Y recuperar los colores, porque eran muy especiales».

Detalles de las pinturas, con estampas tradicionales. LUIS PALOMEQUE
Imagen principal - Detalles de las pinturas, con estampas tradicionales.
Imagen secundaria 1 - Detalles de las pinturas, con estampas tradicionales.
Imagen secundaria 2 - Detalles de las pinturas, con estampas tradicionales.

Fernando, por su parte, explica que el disgusto de no poder trabajar lo está paliando de alguna manera con ver el resultado del trabajo de Juan Carlos. «Soy optimista porque parece que la situación de la pandemia está mejorando y confío en que dentro de poco nos dejen volver a trabajar dentro de los establecimientos. En mi caso es completamente inviable estar abierto por falta de espacio en el exterior. Así que estoy cerrado desde noviembre y sin recibir ninguna ayuda del Gobierno regional, sólo alguna del Ayuntamiento. Es una situación muy angustiosa. Tengo a los camareros en ERTE y lo están pasando mal. Es muy triste». Precisamente uno de esos camareros, Javi, lleva en el Chema desde 1977; es también otro clásico.

«Mi intención es que el bar no se cierre después de mi jubilación, que cada vez la veo más cerca», dice Fernando, «lo que ocurre es que no parece que ninguno de mis tres hijos quiera tomar el relevo. Marta es enfermera, Fernando oficial de la Armada y Luis, el pequeño, le gusta más todo lo relacionado con los ordenadores, aunque intento animarle...». No cabe duda de que sigue siendo un negocio muy familiar: «Mi esposa, Esther Gutiérrez, es la que se ocupa de la cocina. Pero eso si, la tortilla de patatas la hago yo», sonríe Fernando. Las sillas reposan en silencio recogidas sobre las mesas. Las barricas aguardan a ver brotar de nuevo los vinos. Y cuando se recupere la actividad, las pinturas brillarán como nuevas.

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