Así se hacen unas sabrosas patatas bravas con chorizo caseras

En algunos bares las añaden una salsa blanca, normalmente alioli, para mezclar con la salsa brava. Nosotros hoy vamos a hacer mi versión, que os va a resultar fácil y sorprendente, y además, podréis guardar la salsa unos días en la nevera, si es que os queda, porque es realmente adictiva.

Comenzamos con las patatas, las pelamos y las cortamos en trozos irregulares o en gajos como más os gusten, calculando que sean de bocado, no muy grandes. Ponemos una sartén al fuego con abundante aceite de oliva a calentar y las freímos hasta que estén empezando a dorarse. Ese es el momento de sacarlas, cuando están blanditas por dentro pero empiezan a ponerse crujientes por fuera. También, si queréis, podéis cocerlas primero, y luego freírlas, incluso hay gente que las mete un par de minutos al microondas y luego las fríe, pero yo no lo considero necesario.

Tenemos las patatas, vamos con la salsa. Pelamos una cebolla y tres dientes de ajo. Los picamos muy finitos, ponemos una cazuela a fuego medio con un par de cucharadas de aceite de oliva y cuando esté caliente lo añadimos junto con una pizca de sal, vamos removiendo de vez en cuando y dejamos que se vaya cocinando a fuego medio hasta quedarse ligeramente transparente sin llegar a dorarse. A continuación vamos a añadir una cucharada colmada de pimentón dulce y otra de pimentón picante y removemos bien con unas varillas, mientras añadimos un par de cucharadas de harina y seguimos removiendo para que se integre todo bien, y es el momento de agregar caldo de pollo poco a poco, que os recomiendo tengáis caliente previamente para que no se nos formen grumos, como cuando se hace una velouté, que ya hemos hecho más veces. Vamos añadiendo el caldo según vayamos necesitando y dejando que la salsa coja su consistencia. Es importante ir probándola para saber si está a nuestro gusto, sobre todo de sal y de picante, porque aún se puede rectificar. Trituramos la salsa y dejamos que hierva unos 15 minutos a fuego suave, removiendo de vez en cuando, si vemos que nos queda demasiado espesa podemos seguir añadiendo caldo al gusto, pero no queremos que sea demasiado líquida.

Tenemos la salsa brava a punto, y vamos a darle un toque personal, unos cuadraditos de chorizo frito, que doramos en una sartén a fuego suave, para que vayan perdiendo la grasa, más que freírlos intentaremos deshidratarlos para que queden crujientes. Evidentemente los valientes pondrán chorizo picante, los que no se atrevan, con el dulce será más que suficiente.

Montamos en una fuente las patatas, cubrimos con nuestra salsa y finalmente los cuadritos de chorizo crujiente y si queréis para hacer un guiño a los bares que le añaden alioli, unos puntitos de esa salsa tampoco le vienen nada mal.