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Luis Trueba, el joven que trabajó en las labores de extinción del incendio de la sierra de La Alcomba como jefe de los voluntarios de Protección Civil de Ramales de la Victoria y que está siendo investigado como autor de este fuego, fue ... denunciado por sus compañeros de cuadrilla. Lo confirmó ayer en una declaración ante los periodistas el propio presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, quien estuvo hablando con el imputado el lunes, cuando se encontraba refrescando una zona de este paraje y antes de conocer su supuesta responsabilidad en las llamas.
«Me voy a Ramales, allí me lo encuentro, manguera en mano, lo felicito, como a él a todos, y al día siguiente ya me llega el rumor de que están investigándole y con muy buenos indicios que han denunciado los propios compañeros», afirmó el jefe del Ejecutivo autonómico, quien reconoció estar «alucinado» y le definió de «psicópata de libro».
1.- Uso indebido de los vehículos oficiales para uso personal, a gran velocidad y de forma temeraria.
2.- Falta de conocimiento de los protocolos a seguir y ausencias de horas durante los incendios.
3.- Le acusan de no dotarles del uniforme y de dar la equipación a personas ajenas al servicio.
4.- No escuchar las opiniones y sugerencias de los compañeros.
5.- Favoritismo con algunos voluntarios a la hora de ofrecer cursos de formación gratuitos.
Aunque Trueba, de 26 años y vecino de Santander, afirma que es inocente y que alguien le ha «hecho la cama», no es la primera vez que su labor al frente de este servicio de emergencias se pone en entredicho. Hace ahora dos años, en febrero de 2017, un año después de llegar a la agrupación de Ramales, los compañeros hicieron llegar al alcalde, a través del registro municipal, un detallado escrito en el que se quejaban de las «sucesivas infracciones» cometidas por el ahora investigado y pedían su dimisión.
Según el texto, al que se sumaron nueve de los compañeros, la forma de proceder de Luis Trueba estaba afectando «tanto directa como indirectamente» al servicio debido a su «pésima coordinación». Antes de ser llamado por la Guardia Civil para prestar declaración, el jefe de la agrupación seguía en su puesto. En cambio, varios de los firmantes ya se encontraban realizando labores de voluntario en otras localidades tras abandonar el pueblo. Los denunciantes advertían de que estaban dispuestos a «emplear nuestro tiempo y nuestra mano para que Protección Civil de Ramales de la Victoria salga adelante con una buena coordinación, realizando grandes acciones de manera conjunta, mejorando cada día», pero no en esas condiciones.
En el documento remitido al regidor, César García, aparecía una enumeración de los hechos más graves. Entre otros puntos, hablaban de la utilización del vehículo oficial para uso propio -incluso para realizar 'trompos' y sobrepasando los límites de velocidad-, de activar las luces y sirenas de emergencia sin justificación o de abandonar la agrupación en un incendio durante horas.
A ello suman que el joven «daba muestras claras de no conocer el protocolo a seguir» o de no dotar a la agrupación del equipo necesario». Según esta denuncia, no proporcionaba el uniforme a sus compañeros pero sí a personas ajenas al servicio, e incluso llevaba a su pareja a algunas acciones o reservaba plazas para la realización de cursos específicos para voluntarios a personas cercanas que no tenían ninguna relación con el grupo municipal de Protección Civil de Ramales.
Según este mismo escrito, su afán por controlar el grupo era tal que no permitía realizar determinadas acciones para las que el resto de integrantes estaban capacitados sin su presencia, y no escuchaba «las opiniones y sugerencias» de otros voluntarios, ni siquiera del subcoordinador.
Su imagen de cara al exterior era otra, con un «activismo desaforado», según pudo comprobar Revilla hasta el punto de pensar que era «una máquina de trabajar, está todo el día de un lado para otro». En cualquier caso, apunta que casos como este son la excepción y volvió a hacer un llamamiento a que se denuncie a los autores.
José María Gutiérrez. DM
¿Qué puede llevar a una persona encargada de extinguir incendios a provocarlos? La Guardia Civil no tiene dudas de que Luis Trueba, el hasta ahora coordinador de la agrupación municipal de voluntarios de Protección Civil de Ramales, es el autor del incendio originado el domingo en la sierra de La Alcomba, que calcinó unas 140 hectáreas de eucalipto y monte bajo. Los agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) que se han hecho cargo de la investigación poseen «fundadas sospechas» sobre la responsabilidad de este joven de 26 años. Eso es lo que dicen en la versión oficial. Extraoficialmente añaden que cuentan con suficientes pruebas para señalarle, aunque él se declara inocente. Así lo expresó el jueves tras prestar declaración ante la Guardia Civil. «Hacía falta un culpable y me ha tocado», señaló.
Con independencia de lo que dictamine el proceso judicial, ¿se pueden acotar los principales perfiles psicosociales de los incendiarios? La psicóloga forense Isabel Diego resalta la importancia de tener bien claras las diferencias entre pirómano e incendiario. «La piromanía es un trastorno psicológico del control de los impulsos, despertando gran interés en la persona por el fuego, producirlo y observarlo. Los incendios los hacen de forma deliberada como una forma de liberarse y sentir placer o alivio al producir el fuego; en este perfil existe un problema de control de impulsos. Por su parte, el incendiario generalmente actúa con premeditación y afán de lucro, pero no existe un trastorno asociado. No hay alteración y/o incapacidad que le lleve a hacerlo de manera impulsiva», explica.
En el caso de Ramales, la especialista asegura que «hay que establecer un diagnóstico diferencial, saber si el presunto autor tenía alterada la capacidad o la voluntad de obrar y ello le lleva a hacerlo o si era plenamente consciente; y saber también el móvil de su conducta, qué lucro iba a tener. Las personas que se dedican a ayudar en este tipo de situaciones se entiende que tienen formación para actuar ante estos casos y por ello cuentan con información 'extra' que pueden usar en su beneficio para la hazaña, sin tener en cuenta las consecuencias».
No es la primera vez que se acusa a un encargado de sofocar incendios de tener responsabilidad intencionada en su origen. ¿Se puede hablar de un perfil determinado? «Habría que estudiar a estos individuos concretos, pero es posible que lo que les lleve a hacer esas acciones tenga un fondo, una ganancia, bien propia o solicitada por un tercero. Pero también puede tratarse de una persona con rasgos narcisistas que busque admiración, hablar de sus logros... No parece que estas personas tengan un perfil de trastorno de control de impulsos, aunque necesitaríamos saber sus antecedentes. Hay que tener en cuenta que al estar dentro consideran que nadie les va a acusar, la idea de no ser pillado también motiva», responde Diego.
«Era como Antoñita la Fantástica, aquí lo llamábamos cariñosamente el pequeño Nicolás, porque estaba en todos los saraos», comenta un excompañero sobre Trueba, del que también recuerda su «afán de protagonismo». Como se pudo comprobar el pasado lunes, cuando hizo un descanso en sus tareas de sofocar el fuego de La Alcomba para atender a los periodistas que se habían desplazado hasta allí junto a Miguel Ángel Revilla. Dio explicaciones a El Diario Montañés, a la Cadena Ser, apareció en espacios televisivos de TVE y La Sexta... Un afán que muchos vecinos piensan que le ha llevado, supuestamente, a prender el monte. «Puede que sea un afán de obtener atención por resolver un problema y tener un reconocimiento social», señala la psicóloga forense. «Por lo que he leído, hacía ostentación de su labor en sus redes sociales dando a conocer al mundo su hazaña, seguramente que le haya movido su necesidad de buscar reconocimiento y aceptación social…», detalla.
Isabel Diego indica que la presencia de los medios de comunicación también juega un efecto 'llamada'. «Si la cobertura tiende a potenciar la información cargada de espectacularidad y/o dramatismo de los incendios, puede que las personas más vulnerables o predispuestas, se estimulen buscando para sí mismos y para su incendio un resultado mediático similar o incluso más intenso», reflexiona.
Otro compañero de Trueba señala que, en ocasiones, al resto de voluntarios les había sorprendido que conociera algún suceso casi al mismo tiempo de que se produjera. «Es otro síntoma de persona que busca reconocimiento por parte de los demás», señala al respecto la experta.
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