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Álvaro Machín
Santander
Jueves, 11 de marzo 2021, 15:03
Tenía treinta minutos y le sobraron veinte. «Ni los necesito ni tenemos tiempo que perder. Nosotros somos de acción, pasemos de las palabras a los hechos». Eso dijo Ángel Cuevas a los políticos desde la tribuna del Parlamento. El presidente de los hosteleros, por ... no repetirse, optó por los ejemplos concretos. Se llevó a tres empresarios del sector que esperaron fuera y contó su caso de forma escueta. Gastos fijos estando cerrados, pérdidas y ayudas recibidas. Y fue duro con los gestores públicos. «Malo es que nos arruinen, pero peor aún que hagan creer a la gente que nos están ayudando. Qué bien se venden ustedes». Luego, los grupos intercambiaron reproches. Vox, Cs y PP, por un lado, y PSOE y PRC, por otro. Básicamente, unos acusando al Gobierno de inacción y los otros asegurando que se hace todo lo posible.
Discoteca Rocambole. Gastos fijos mensuales: 7.000 euros. Caída de la facturación: 85%. Ayudas recibidas: 1.500 euros. Así arrancó Cuevas, que comparó estos números con los de un local similar de Barcelona. Ayudas: 65.000 euros. Luego siguió con el bar Prado de Santa Ana, de Tanos. También 1.500 euros de ayudas frente a los 19.000 de un negocio similar en Murcia. Y acabó con el restaurante Nuevo Mundo, de Santander. Cero euros recibidos (18.000 un local en Coruña). «Podríamos seguir así hasta San Mateo o Nochevieja. Los empresarios de estos negocios están ahí por si quieren hablar con ellos». Invitado a participar a la Comisión parlamentaria por los partidos de la oposición fue escueto. Terrazas, aperturas al 33%... «No hay negocio. Eso en vez de perder diez, es perder ocho». Insistió en aforos del 50%, amplitud del toque de queda y apertura de la movilidad con otras comunidades. O, al menos, «ayudas que cubran los gastos generales». Recordó que el sector ha pasado de suponer un 12% del PIB a un 4% y que el verano, «que no estuvo mal para un 70% de la hostelería, no arregla el conjunto del año». «Frente a su actitud habitual, me deslumbra su rapidez para este tema. No conocen otro interruptor que el nuestro y sólo para apagarlo». A continuación mostró los gráficos de la evolución de contagios en Madrid, País Vasco y Cantabria. «Idénticos, pero ellos con la hostelería abierta y nosotros, cerrada».
Cuevas acusó al gobierno de no saber «dónde ponen la sombrilla» a la hora de buscar los focos de contagios, «pero una insolación no les coge». Y enumeró contradicciones. Por ejemplo, que Revilla invitara a los madrileños en octubre, con más incidencia que ahora, y ahora no les invite. O que se publicara en el BOC a las siete de la tarde de un día que se permitía la apertura al día siguiente. «¿Ustedes creen que los camareros y las merluzas vienen volando?».
Y contó otro ejemplo para mostrar las contradicciones. Entre realidades y mensajes. «El otro día llamó a Las Carolinas –la sede de la asociación– una empresaria indignada. Había llamado a la casera de su local para pedir que le bajara el alquiler y la dueña le dijo que no porque a la hostelería la estaban inflando a ayudas». Con sólo diez minutos de su tiempo consumido, dejó una pregunta en el aire. «¿Y si hundir a la hostelería no sirve para parar la pandemia?».
Luego, los turnos. Vox pidió ayudas directas, facilitar los trámites y, sobre todo, «respeto para el sector, que no va contra el presupuesto». Cs indicó que si el discurso de Cuevas no hacía «temblar los cimientos del Parlamento y moverse al Gobierno nos merecemos que nos caiga un meteorito» y el PP acusó al Ejecutivo (de Madrid y de aquí) de poner «títulos maravillosos» a las ayudas, pero una «letra pequeña llena de problemas». ¿Qué respondieron los partidos del Gobierno? La portavoz socialista en la comisión indicó que los estudios no señalan a los locales «pero sí lo que se hace en ellos». Apeló a las «evidencias científicas» para la toma de decisiones y, aunque reconoció las pérdidas, «no me negará –dijo– que algo se ha hecho». En esa misma línea fue el portavoz del PRC. Confirmó lo que a esa hora ya se sabía –retraso del toque de queda y nueva partida de ayudas–. «El enemigo no es el Gobierno, pero es más difícil señalar a un enemigo que no se ve». Y repasó acciones: expedientes tramitados, cheque resistencia, cheque urgencia, cheque de autónomos... «Es lógico que se quejen. Pero deberíamos reconocer que el Gobierno atiende las necesidades en la medida de lo posible. Lo de que no se está haciendo nada no es verdad».
Cuevas tuvo una segunda oportunidad de hablar. Y utilizó su tiempo con otro ejemplo. Un negocio con una inversión de doce millones de euros, con cien habitaciones y ochenta empleados. «Si esta Semana Santa estuviera abierto facturaría unos 190.000 euros. Este negocio ha recibido 3.000 euros. Así que cuando escucho todo esto del cheque resistencia, urgencia... no sé si estoy en Santander, París o Groenlandia». Recordó que los hosteleros saben «sumar y restar» –«no nos líen»– y que a los gestores «les encantan las chinchetas» en las órdenes de las ayudas. Las trabas. Y a la mano tendida desde el Gobierno para el diálogo respondió con un relato. «El día 1 de marzo, un lunes, llamé al vicepresidente Zuloaga. En quince segundos me cortó la llamada. Me dijo que ya sabía por la prensa cómo pensaba».
La oposición puso sobre la mesa la coincidencia de la decisión del toque de queda, el anuncio de un nuevo paquete de ayudas o el hecho de «que estas dos últimas semanas se estén pagando parte de las ayudas pendientes» con la comparecencia de Cuevas en el hemiciclo. Una especie, según ellos, de contraprogramación para «evitar un mal titular». «Va a tener que venir una vez a la semana», concluyeron varios portavoces. También hubo roces durante la mañana. Cristóbal Palacio (Vox) pidió que se pudiera escuchar a los tres empresarios que habían acudido y el presidente de la Comisión, Pedro Hernando (PRC), le pidió que siguiera «el cauce parlamentario» para pedirlo según las normas.–¿Me va a dar la palabra?–Si es para ese tema, no.
Así estuvieron. Hubo tiempo hasta para alguna broma. Félix Álvarez (Cs) se retrasó un instante en el inicio de la comisión. «Igual están preparando una moción de censura», se escuchó entre los diputados. «Estaba con una llamada de teléfono», aclaró al entrar.
La pandemia en Cantabria
Mada Martínez
José Carlos Rojo
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