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Pese a los dos años de lucha contra la pandemia, el virus ha sido capaz de sorprender una y otra vez, de revivir cuando se le daba casi por vencido y de esquivar los obstáculos que se han ido poniendo para frenarlo, incluida la vacunación ... masiva. Y aunque cada ola ha tenido sus propias peculiaridades, la dinámica no ha variado. Primero empiezan a subir los contagios -en esta última arremetida lo ha hecho alcanzando incidencias nunca vistas (4.300 casos por cada 100.000 habitantes en el dato del domingo relativo a los últimos catorce días)- y cuando estos se acercan a su pico máximo vienen sus consecuencias: el repunte de ingresos hospitalarios, la presión en las Unidades de Cuidados Intensivos y, a la postre, la oleada de víctimas que pierden la vida tras una batalla imposible. Y es en esta fase en la que ya está la sexta ola en Cantabria, que deja hasta la fecha un saldo (acelerado en los últimos días) de 64 fallecimientos en dos meses y medio, 40 varones y 24 mujeres, (con datos actualizados al cierre del pasado domingo). Suponen más de los que murieron por covid en la onda del verano (42 personas) pese a registrar una tasa inferior de letalidad (número de defunciones sobre el volumen de infectados).
En concreto, según los datos facilitados desde la Dirección General de Salud Pública, ahora el covid supone la muerte del 0,12% de los contagiados (si se separa por sexos, los hombres salen peor parados en el recuento), cuando en la embestida del verano llegó al 0,27% (entonces, curiosamente fueron las mujeres las más perjudicadas -29 frente a 14 varones-).
En todo caso, muy lejos de las cifras de las ondas previas a la expansión de la vacuna. Pero también Ómicron ha roto todos los esquemas existentes hasta su irrupción. Pese a que se ha confirmado que esta mutación infecta igualmente a vacunados que a inmunizados con otras cepas (cabe la reinfección incluso dentro de esta misma ola) y que es más suave que su antecesora Delta, la ola ha alcanzado dimensiones gigantescas, lo que ha disparado todos los indicadores y, en consecuencia, la proporción de casos graves. «El 5% de 100 son 5, pero de 10.000 son 500», recordó el consejero de Sanidad, Miguel Rodríguez, cuando confirmó a principios de enero que los hospitales empezaban a sufrir la avalancha de complicaciones por la infección de coronavirus. De no ser por el parapeto vacunal, que no sirve para evitar el contagio pero sí ha demostrado que atenúa los cuadros de infección más severos (sobre todo si se cuenta con la dosis de refuerzo), los fallecidos probablemente no se contarían por decenas sino por cientos, como pasó en el primer año de la pandemia, con 211 fallecidos entre febrero y julio y 172 de julio a diciembre, con un volumen de contagios que nada tenía que ver con el actual.
VACUNADOS
HOSPITALES
Sirva este dato de ejemplo: hasta el 31 de octubre de 2021 el acumulado de positivos confirmados en Cantabria a lo largo de la pandemia rozaba los 48.000, que son menos de los registrados en la sexta ola en apenas diez semanas. De hecho, el domingo la región superó los 100.000 diagnósticos covid (el informe del lunes añadió 909 nuevos notificados la jornada previa). Y eso sin contar los casos que se escapan de las estadísticas oficiales, que las autoridades sanitarias estiman que multiplican por cuatro los detectados. Ahí se incluirían los que son completamente asintomáticos, los contactos estrechos excluidos de los criterios para indicar una prueba diagnóstica (PCR o antígenos) -Sanidad los limitó a personas con síntomas, mayores de 60 años e inmunodeprimidos cuando el sistema de rastreo acabó desbordado- e incluso las personas que dan positivo en el autotest comprado en farmacia pero no lo notifican.
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LAURA FONQUERNIE
De los 64 fallecidos en el marco de esta sexta ola, que en realidad son dos (la de Delta iniciada a comienzos de noviembre, a la que se solapó la de Ómicron a mediados de diciembre), 51 tenían más de 80 años, incluidos los dos decesos del pasado domingo: una mujer de 86 años en Sierrallana y otra de 95 años en Valdecilla, ambas vacunadas. Otras siete defunciones corresponde a personas de 70 a 79 años (tres de ellas sin vacunar); constan cuatro de edades comprendidas entre los 60 y los 69 (dos con pauta completa y dos sin ella) y otras dos de 40 a 50 años, ambos sin haber recibido el suero anticovid. En el recuento total, los no vacunados representan un 31% (suman 20 fallecidos).
Aunque el ritmo de contagios se ha ralentizado, la presión hospitalaria se mantiene en todos los centros, especialmente en Valdecilla, que no sólo recibe el exceso de pacientes de Laredo, sino también todos los casos que requieren ingreso en la UCI -23 según el último informe de Sanidad-. Durante el fin de semana se han acumulado los ingresos. Ayer sumaban 241 los pacientes hospitalizados por (o con) covid, 22 más que la jornada previa: 186 en Valdecilla, 38 en Sierrallana, 11 en Laredo y 6 en Tres Mares (Reinosa).
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