![«Frío y tranquilo», así se mostró José Reñones ante la Guardia Civil horas después del crimen](https://s1.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/2025/02/12/Imagen%20juicio%20liao_17-RKcJ5yGzZ7LMRrQRiaoPDtO-1200x840@Diario%20Montanes.jpg)
![«Frío y tranquilo», así se mostró José Reñones ante la Guardia Civil horas después del crimen](https://s1.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/2025/02/12/Imagen%20juicio%20liao_17-RKcJ5yGzZ7LMRrQRiaoPDtO-1200x840@Diario%20Montanes.jpg)
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Cada sesión que se celebra del juicio por el doble crimen de Liaño (en el que fueron asesinadas Eva Jaular y su bebé de once ... meses), la defensa del acusado José Reñones se queda sin opciones (si ya tenía pocas de antemano) para crear una mínima duda razonable en el jurado popular.
A la espera de que el acusado ofrezca el lunes su versión de los hechos, que, salvo sorpresa, será similar a la que realizó tanto ante la Guardia Civil como ante el juez instructor, su defensa ha basado su estrategia procesal en señalar a otra persona (sin dar un nombre) como autor del crimen, motivo por el que reprocha que los investigadores descartaran a otros sospechosos. Sin embargo, los responsables de las pesquisas ya dejaron claro en la segunda sesión del juicio celebrada este martes que «no hay ningún indicio que conduzca a una tercera persona». Es decir, que todos los caminos llevan a Reñones.
Es más, los primeros indicios y testimonios de familiares y vecinos de las víctimas ya apuntaban al procesado. Pero, aún con eso, el responsable último de la investigación, que declaró el martes como testigo, negó que las pesquisas se enfocaran únicamente en Reñones desde el inicio. «La investigación no se centró en una sola persona desde el primer momento», zanjó, para defender así la labor realizada, destacando que la víctima, Eva Jaular, «no tenía enfrentamientos ni amenazas de nadie más».
A partir de ahí, a la defensa solo le quedaba defender la tesis de que a Eva y a su bebé las asesinaron por una deuda económica, apoyando esta hipótesis en el estado de desperfectos que presentaba la casa tras el doble crimen, «como si alguien buscara algo», según sostiene el letrado de Reñones. Sin embargo, este último planteamiento lo echó por tierra uno de los agentes que realizó la inspección ocular, al señalar que «no había cajones abiertos o indicios de que alguien buscara algo».
Para cerrar del todo esta posibilidad, el testigo al que señalaba la defensa como posible autor de los hechos negó ayer cualquier problema con Eva por una deuda que mantenía la víctima con él. Resulta que este testigo le prestó 1.000 euros para que se comprara un coche para ir a trabajar y ella aún le debía unos 600, según explicó un agente. «No tenía ningún problema con ella, era muy amiga mía», zanjó este hombre, que reconoció que vendía speed a Eva en ocasiones. «Cuando podía me daba 50 euros, pero no había ningún problema».
«¿Y qué impresión le dio cuando conoció al acusado?», le preguntó la fiscal Isabel Secada. «Muy mala. Tenía pinta de taleguero, muy chulo. Le dije a Eva que no le quería ni ver. Era muy tóxico con ella, pero yo no me quería meter en su relación. Ella era muy currante y quería mucho a su hija».
También ayer declaró la persona con la que Eva había quedado el día del crimen, y con el que había tenido encuentros esporádicos años atrás. Según relató los mensajes que recibió la tarde del crimen, escritos supuestamente por el acusado, eran «fluidos» ni «espontáneos», sino «cortantes y muy monosílabos». Al enterarse del «macabro hecho», borró los mensajes de su móvil «automáticamente», reconoció al plenario.
Otro de los testigos que compareció ayer fue el jefe del restaurante de Somo en el que trabajaba la víctima. Era uno de los que sabía que Eva había denunciado por malos tratos a su pareja a raíz de una agresión en la que Reñones también rompió el cristal de la venta del coche de su pareja en el que viajaba su hija.
El día de los hechos, este testigo vio a Eva «bastante nerviosa», ya que había querido echar a Reñones de la casa, pero «se puso muy agresivo y tuvo que llamar a la Guardia Civil». Cuando lo hizo ella se quedó más tranquila porque «daba por hecho que se le iban a llevar detenido». Algo que no se produjo, a pesar de que fueron con esa intención, según declaró ayer el tercer guardia civil sancionado por no cumplir el protocolo. «Fue una decisión del sargento», explicó este agente, que era el jefe de la pareja movilizada, pero que dejó claro que la «capacidad de decisión última era del mando». «¿Llamaron a Eva para advertirle de que habían dejado en libertad a su agresor?», preguntaron las acusaciones. «En principio, no creí conveniente hacer esa llamada».
En la sesión de ayer también declararon los guardias civiles que tomaron declaración al acusado horas después del crimen. Según su manifestación, Reñones se mostraba «frío y tranquilo» en ese momento, «como si no fuera con él». A pesar de ese comportamiento «carente de emoción», en algún momento del interrogatorio se llegó a «enfadar, levantar la voz y amenazar», incluso, al asegurar que si un vecino presentaba fotos suyas que le incriminaran «iba por detrás (de las víctimas)».
Finalizadas las testificales, en la cuarta sesión del juicio contra José Reñones, que se enfrenta a la prisión permanente revisables y 26 años más de cárcel, tendrán lugar las primeras periciales. La jornada empezará a las 09.30 horas con la comparecencia de los forenses del Instituto de Medicina Legal de Cantabria. Después darán sus correspondientes explicaciones una psicóloga y una psiquiatra propuesta por la defensa. Mañana seguirán las periciales.
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Ana del Castillo
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