«Una fiesta o un fiestón». Montserrat Peña tiene tan poca confianza en la posibilidad de que una mujer cercana a los 60 años pudiera llegar a ser presidenta del Gobierno que responde así a la pregunta de qué sería lo primero que haría si ... tuviera que decidir una medida con la que avanzar en igualdad entre hombres y mujeres. «La verdad, no lo veo. Me parece muy, muy, complicado que una mujer en España llegue a presidenta. Es imposible tal como están ahora los partidos... y nos nos vamos a extender».
Si la reflexión merece ser anotada es porque en dos horas de conversación, ésta es la única opinión con un 'no' o un 'imposible' que expresa esta empresaria, miembro del Consejo de Administración del Racing y miembro del comité ejecutivo de la CEOE-Cantabria, además de madre y esposa. Ella misma subraya esta última condición en el currículum que envía para esta entrevista en el que, junto a sus logros profesionales, apunta: «casada desde hace más de 35 años con un hombre maravilloso y madre de un hijo y una hija, lo mejor que he hecho en mi vida».
Así que estamos ante una feminista que cree en los hombres («a estas alturas no le dedico ni medio minuto al asunto de las feminazis») y sabedora de que «en este camino hay que ir juntos y colaborar mucho». Tiene en casa el ejemplo: su esposo, Marcelino, se cogió baja maternal y horas de lactancia hace 27 años y hace 23 (edades de sus vástagos), algo tan inaudito hace dos décadas que hasta en un documento oficial le feminizaron el nombre porque parecía impensable que un varón ejerciera esos derechos.
Pero Peña ya había tenido «mucha suerte» con su padre, que siempre la trató «como al hijo que no tuvo» y la llevó a todas partes, sin plantearse ni una sola barrera. «Lo mismo al bar a verle jugar la partida que a plantar bolos a una bolera donde yo era la única niña». Este recuerdo la provoca una asociación de ideas. Hace poco leyó en un informe europeo que los varones de los años 60 educaron a sus hijas para que fueran «más lejos» de lo que habían ido sus propias mujeres. Se ve reflejada.
«Inquieta, andariega, desobediente y contumaz»
Peña no da puntada sin hilo. Hasta en su estado de Whatsapp tiene una frase que dice que la define y que es la que utilizó el obispo de Piacenza para descalificar a Santa Teresa en el siglo XVI: «fémina inquieta, andariega, desobediente y contumaz» describió el nuncio en negativo. Peña se lo ha apropiado. En su estilo, en positivo.
La Montse adolescente tuvo una vida itinerante. Vivió en Palma de Mallorca, en Torrevieja, en Madrid y se educó en colegios públicos y privados, según iba cuadrando. Estudió Derecho en Valladolid y, como le tiraban el Penal y Penitenciario, acabó de prácticas en la cárcel de Alcalá Meco, donde se convenció del poder de atenerse a las leyes, «para lo bueno y para lo malo», una idea que aún hoy le parece más que útil para conseguir que las mujeres sigan avanzando.
También colaboró con el Instituto de la Mujer, lo que la marcó. «Había que ver cómo trataban a las víctimas de agresiones machistas en los años 80. Recuerdo a una de ellas, a la que habían dado una paliza y violado entre tres hombres. Tenía golpes en todo el cuerpo y le argumentaban que la culpa era suya, por haber salido de noche y por vestir provocativamente».
Ella se dijo que «aquello, así, no podía ser» y se puso manos a la obra en CAVAS, la Asociación de Asistencia a Víctimas de Violencia, organización que luego fundaría en Santander. De forma paralela creó Códice la empresa de formación, oposiciones y políticas de empleo que lleva ya 30 años de trayectoria y que fue pionera en programas formativos con visión de género. Tiene extensiones en Logroño, Lugo, Ceuta, Valladolid y Madrid.
En esta última ciudad es vicepresidenta de AMMDE (Mujeres Empresarias de Madrid). También forma parte del consejo asesor de la Cátedra `Mujer, Empresa y Deporte' de la Universidad de Murcia. ¿Por qué ese afán por la representación institucional? «Porque reivindicar en la calle está muy bien, pero las cosas se consiguen desde dentro. Hay que estar para abrir puertas. Me gusta porque, cuando se las abres a las mujeres, entran a tope».
Lo ha visto en el Racing, donde, como consejera, se ocupa del área social, de la academia del club y del futbol femenino . Es decir, se ha centrado en lo que domina porque no le va «hablar de lo que no sé». Se vuelca con el futbol femenino, y hace de pepito grillo». Ir consolidando conciencia de que las mujeres pueden es otro de sus quehacerse habituales. Siempre con chispa, con sentido del humor, con risas. «Hay que ser agradecida. Si yo fui a la universidad es porque otras, antes, aguantaron muchísimo y eso me aupó a mí. Hay que ser agradecida«.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.