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Una de las pruebas en las que se apoya el fiscal del caso de la decapitación de Castro Urdiales para acusar a Carmen Merino de ... asesinar a su novio Jesús Mari Baranda tiene que ver con las búsquedas por internet que supuestamente realizó la acusada antes y después del crimen.
En su declaración el primer día del juicio, la encausada intentó descartar la autoría de dichas búsquedas, señalando directamente a su amiga Carmen Mendoza –a la que entregó la caja donde apareció el cráneo–. «Cuando venía a mi casa hacía alguna búsqueda y chateaba», afirmó Merino. Unos hechos que Mendoza desmintió tajantemente cuando le tocó testificar después.
La acusada también apuntó a Andrés Baranda, hermano del fallecido: «Alguna vez entró en el ordenador y vio las fotos de mis hijos». Sin embargo, este también desmintió esa aseveración de Merino. La pregunta que planeó en ese momento fue la siguiente: ¿Cómo habrían accedido ambos al ordenador de la acusada? Según señaló la propia Merino, gracias a las contraseñas que estaban escritas en unos pósit que había junto al ordenador (tenía uno de mesa, otro portátil y una tableta electrónica).
1. 26-10-2018 (11.52 horas). 'Si mi marido desaparece sigo cobrando pensión'.
2. 10-11-2018 (12.58 horas). 'Cuánto tiempo tarda en descomponerse un cuerpo'.
3. 18-02-2019 (09.59 horas). 'Comprar motosierra eléctrica'
4. 22-02-2019 (14.07 horas). 'Cómo montar una sierra eléctrica'.
5. 26-02-2019 (06.00 horas). 'Cómo desatascar una motosierra atascada Bosch'.
6. 16-09-2019 (07.47 horas). 'Qué significa el tercio de mejora'; '¿Cómo se reparte el tercio de mejora?'.
Sin embargo, dos ingenieros informáticos del servicio de Criminalística de la Guardia Civil que comparecieron este lunes en la séptima sesión del juicio desmontaron esta versión de los hechos. Y lo hicieron a preguntas de un miembro del jurado, que a lo largo de las sesiones han planteado cuestiones muy interesantes y esclarecedoras. ¿Estaba anotada en uno de esos pósit la clave de acceso al ordenador? «No», respondió, tajante, uno de los agentes. Lo que sí estaba era la contraseña de acceso a la cuenta de correo electrónico (gmail) de la acusada. Pero ninguna otra que diera acceso a su ordenador.
Los dos agentes también ratificaron que el 12 de abril de 2019 (tres días después de que Alfonso Ricondo denunciara la desaparición de su primo Jesús Mari) se reinstaló el sistema operativo del ordenador de la acusada. ¿Y qué efecto tiene eso sobre los datos que pudiera haber en el ordenador?, preguntó el fiscal. «La pérdida de información que pudiésemos recuperar», respondió.
Sin embargo, los investigadores pudieron recuperar parte del historial web del navegador y las búsquedas que supuestamente realizó la acusada. Algunas de ellas son previas a la desaparición de su novio, como «si mi marido desaparece sigo cobrando la pensión» o «cuánto tiempo tarda en descomponerse un cuerpo». Búsquedas efectuadas en octubre y noviembre de 2018.
Las siguientes búsquedas fueron realizadas días después de que se viese a Jesús Mari por última vez con vida (11 de febrero de 2019). Según los investigadores, la acusada adquirió una motosierra y aceite en una web (18 de febrero de 2019), cuatro días después realizó una búsqueda sobre «cómo montar una sierra eléctrica» y ocho días después (el 26 de febrero de 2019) efectuó varias búsquedas más en Google para conocer «cómo desatascar una motosierra», «así como otras consultas en Youtube para solucionar el problema que se le planteaba».
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Siete meses después, el 16 de septiembre de 2019, apenas quince días antes de que su amiga hallase la calavera de Jesús Mari, Merino llevo a cabo, supuestamente, una consulta desde su tableta electrónica con el texto «qué significa el tercio de mejora y ¿cómo se reparte el tercio de mejora?». Todo ello teniendo en cuenta que un año antes su pareja (que no marido) le había incluido en su testamento, otorgándole un tercio de su herencia (las otras dos partes eran para cada uno de sus dos hijos).
Durante la sesión de este lunes también se practicaron las periciales toxicológica y químico-toxicológica a la acusada (en muestras de orina y cabellos) y al cráneo (a partir del análisis de tejidos blandos). En las primeras muestras apreciaron la presencia de diazepam, un ansiolítico «muy común en la población», y un metabolito de un antidepresivo igualmente «muy corriente» para combatir estados depresivos y que suelen recetar los médicos especialistas.
En el caso de las cuatro muestras remitidas de las pocas partes blandas que conservaba el cráneo de Jesús Mari –tejido muscular o adiposo, que no son las «matrices convencionales» para este tipo de análisis–, las dos facultativas detectaron en todas diazepam y en dos de ellas también sus metabolitos. Si bien aseguraron que el estudio fue «muy dificultoso» dadas las pequeñas cantidades de materia blanda que había y lo «degradadas» que estaban, con la presencia de moho y microorganismos, por el tiempo transcurrido y la manipulación a la que fue sometida el cráneo (la acción térmica con un sólido incandescente).
Aún así, detectaron la presencia de dicho fármaco –un pico «considerable», «por encima de los límites» de cuantificación establecidos–, pero sin poder determinar la cantidad ni el efecto que pudo provocar en la víctima. «No se ha podido determinar si tomó una alta cantidad de diazepam y no se sabe si fue en una toma o en varias, ni como le afectó, porque habría que saber la concentración en sangre».
El juicio frente a Carmen Merino, que se enfrenta a una pena de 25 años de cárcel por un presunto delito de asesinato, continúa este martes, a partir de las diez de la mañana, con tres pruebas periciales más: dos de técnica policial y una de geolocalización. Esta última abordará una de las pruebas en que se sustentan las acusaciones para señalar a Carmen Merino como responsable única de la muerte de su pareja sentimental. Los investigadores sostienen que la acusada «orquestó» una historia sobre la desaparición de Jesús Mari hasta que se hizo insostenible por la presión de familiares y amigos, lo cual «le lleva al extremo de tener que crear una prueba de vida, elaborando la ficción de que su novio había escrito varios mensajes tranquilizadores, estando supuestamente de viaje, desde teléfonos que no llegaron a salir de Castro».
Esta conclusión desmonta la tesis de las acusaciones, que sostienen que la dosis suministrada al finado fue «elevada», y que la acusada lo empleó para dejar a su pareja «adormilado, eliminando de ese modo sus posibilidades de defensa, todo ello con intención de acabar con su vida». Asimismo, las dos peritos aseguraron que «no se encontró ninguna otra sustancia en el cuerpo del finado, pero no se puede decir que no la hubiera».
DÍA 1. La selección del jurado popular. En la primera sesión del juicio, celebrada el 4 de noviembre, se seleccionó el jurado popular que emitirá un veredicto y que está integrado por ocho mujeres y un hombre (más dos mujeres suplentes).
DÍA 2. Primera parte de la declaración de Merino. En la segunda sesión, celebrada el 7 de noviembre, tuvo lugar la primera parte de la declaración de la acusada, quien afirmó que le entregó a Carmen Mendoza una caja con juguetes sexuales, «no con un cráneo».
DÍA 3. Los testigos niegan la versión de la acusada. En la tercera sesión, celebrada el día 8, continuó la declaración de la acusada y después comparecieron los testigos principales del caso, que desmontaron la versión de Merino. «Miente», afirmó Mendoza.
DÍA 4. Conversación entre la acusada y una amiga. En la cuarta sesión, los técnicos del 061 que asistieron a la acusada y a la hermana de la mujer que halló el cráneo contaron como esta última le reprochó a Merino «en menuda situación me has metido».
DÍA 5. Los vecinos dicen que no oyeron «nada raro». En la quinta sesión comparecieron cuatro vecinos de la acusada y el finado, que coincidieron en que no oyeron «nada raro» en el momento de los hechos, aunque no suelen estar en casa habitualmente.
DÍA 6. Los peritos creen que la muerte fue violenta. En la sexta sesión se practicó la pericial de la autopsia de la calavera de Jesús Mari y los forenses se decantaron por una muerte violenta de la víctima, aunque no han podido determinar la causa del fallecimiento.
En la sesión de este lunes también intervinieron los dos agentes de la Guardia Civil que realizaron la inspección ocular de la vivienda de Merino y Baranda y que, a preguntas de la defensa, aseguraron que no apreciaron nada extraño en el piso, como muebles cambiados de sitio o una motosierra. «No la vimos», afirmó uno de ellos. Como tampoco vieron manchas llamativas en paredes, suelos o techos. Aunque emplearon luz forense en una de las habitaciones, el resultado fue negativo.
Estos dos agentes también realizaron una inspección del cráneo en el cuartel de la Benemérita de Castro Urdiales porque había sido trasladado allí y nadie les requirió para ir al domicilio donde se produjo el macabro hallazgo. «Nosotros vamos donde nos dicen», explicaron a preguntas de un miembro del jurado.
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