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El cartel de llegadas del aeropuerto Seve Ballesteros anunciaba ayer el aterrizaje de un vuelo procedente de Milán a las 17.55 horas. Diez minutos antes, la terminal estaba vacía. Ningún familiar o amigo a la espera de pasajeros, ni tampoco vehículos en doble fila ... formando cola. Una estampa poco habitual en el aeródromo santanderino, pero, a su vez, lógica si se tiene en cuenta que apenas una quincena de personas viajó a Cantabria desde la capital lombarda, una de las ciudades italianas más afectadas por el coronavirus.
El país transalpino, con más de 7.000 positivos y 366 muertos, decretó este fin de semana el aislamiento de 16 millones de personas que viven en la región de Lombardía -cuya capital es Milán- y en otras 14 regiones italianas, entre ellas, el Véneto. A pesar de estas restricciones, Francesco Cecchinelli aseguró no haber tenido contratiempos para coger su vuelo a Santander. «No hemos tenido ningún problema para salir de Milán. He tenido complicaciones para llegar al aeropuerto de Bérgamo porque me cancelaron varios autobuses y había muchos retrasos en las líneas de conexión, pero, por lo demás, he enseñado la tarjeta de embarque y mi documentación, como siempre».
Al llegar al país italiano, a Francesco le midieron la temperatura, aunque quiere destacar la «tranquilidad» de su viaje. «La situación es normal, pero hay problemas porque algunos medios de comunicación crean mucha agitación en las personas».
Francesco Cecchinelli, Viajero que regresa de Milán
Precisamente, esta agitación e inquietud han afectado drásticamente a la ocupación del aeropuerto santanderino con sus destinos italianos. «El avión viene vacío. Éramos diez personas. Y a la ida, lo mismo», relata Yaiza Barcenilla, una de las pocas pasajeras a bordo del avión milanés. A pesar de lo «rarísimo» que se hace volar con tan poca gente, la joven hace hincapié en la «normalidad» del viaje. «No hemos notado nada raro hasta Venecia, donde había poquísimo turismo». Señala también que la situación «no es para alarmarse tanto». «Se ven más sitios cerrados o que cierran más pronto, pero es lógico porque hay menos turistas», apuntó.
Unai López, Viajero con destino a Milán
«La caída en el número de turistas es drástica. Mismamente, en este avión ibamos siete personas contadas», confirma Nuria del Olmo, otra de las pasajeras. Aún así, también habla de una «situación normalizada y tranquila». «No hay psicosis y tampoco se ve a mucha gente por la calle con mascarilla».
El vuelo procedente de Milán repitió posteriormente el trayecto de vuelta con la misma suerte y una ocupación mínima. Fue misión casi imposible encontrarse ayer a algún pasajero con una tarjeta de embarque a este destino italiano.
Unai López fue de los pocos atrevidos. «Tengo una buenísima oportunidad de trabajo en una universidad a las afueras de Roma y no me viene bien la conexión directa, así que he cogido este vuelo a Milán y luego un tren hasta Roma». Afirma estar «relajado», pero «si no llega a ser porque es una buena oportunidad laboral, no viajaría a Italia hasta que se relajara el ambiente».
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Ana Rosa García
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