Los precios en Ucrania son mucho más baratos que en España, incluso ahora, en tiempo de guerra y escasez de muchos productos. Por ello, la Fundación Somos Ucrania, que desde el estallido del conflicto ha desarrollado diferentes líneas de ayuda al país invadido por Rusia, ... busca establecer un sistema directo de compra de material humanitario in situ. Con ello, se ahorra el coste del transporte del mismo desde España, se agilizan notablemente los plazos de tiempo y se gana en flexibilidad a la hora de adquirir aquello que más haga falta en cada momento a los ciudadanos ucranianos. El encargado de esta misión es el cooperante cántabro Moncho Escalante, que ya viajó con la entidad durante las primeras semanas de la invasión para traer a España a un amplio grupo de refugiados, y que culmina ahora un viaje por el interior del país que le ha llevado desde la frontera húngara a ciudades como Leópolis, Bucha, Irpín, Kiev y Kharkiv (Járkov), un enclave que el ejército de Putin abandonó hace un par de semanas y cuyo extrarradio es objeto de bombardeos. Desde allí partirá hacia el sur, para Odesa, antes de abandonar Ucrania con destino a Rumanía.
–Ha viajado a algunas de las ciudades que más han sufrido la invasión rusa. ¿Cómo ha sido su itinerario?
–Entré por la frontera húngara de Chop, viajé hasta la ciudad de Mukáchevo y desde allí fui a Leópolis. Allí contacté con un grupo de miembros de un batallón internacional de voluntarios que se formó para defender Kiev. Me pedían diferentes materiales pero todos de tipo militar, así que no les pude ayudar. Desde allí viajé a Kiev, donde contacté con un grupo de una iglesia evangelista, gente que está haciendo un gran trabajo. Trabajan sobre todo en Irpín, una ciudad situada al lado de Bucha que fue muy castigada por los rusos y en la que me enseñaron la ciudad y las necesidades que tenían para atender a la población. Allí lo que nos han pedido son materiales para la reconstrucción, porque de comida y medicamentos ya más o menos disponen, así que necesitan cemento, cables eléctricos y telefónicos, todo tipo de herramientas... También material médico porque dicen que hay muchos heridos, así que querían muletas, sillas de ruedas y elementos de ese tipo.
–Y ha continuado su camino hacia el este, la zona más crítica. ¿Cómo ha sido ese periplo?
–Hasta en Kiev, que ha sufrido el asedio ruso y ha tenido los combates cerca, está la cosa más tranquila. Desde ahí he viajado a Poltava, que está camino de Kharkiv, donde está todo desabastecido, con todas las tiendas cerradas y es imposible comprar nada. Aquí es donde con la ayuda de otro grupo de la iglesia evangelista he comprado material y comida en un centro logístico, tras lo cual, tras pagar el combustible a un camión, hemos llevado toda la ayuda hasta Kharkiv. Járkov es el nombre ruso de la ciudad y a los ucranianos les molesta mucho que se use.
Misión humanitaria
«Comprobar cómo gestionan la ayuda y si llega a quienes lo necesitan es un paso imprescindible»
–No hace dos semanas desde que el ejército ruso se replegó de la zona.
-Sí, y se nota mucho. De hecho el cambio más grande ha sido llegar a Kharkiv porque aquí está todo trastocado, no tiene nada que ver con lo anterior. Es como haber pasado a otro universo. Es una ciudad de un millón y medio de habitantes en la que ahora solo viven unas 250.000 o 300.000 personas porque las demás han huido. Ayer di un paseo antes del toque de queda, que es a las 9 de la noche, y cogí el metro, que ha empezado a funcionar hace unos días y estaba completamente vacío.
–¿Cómo ha encontrado esa región?
–Andas por la calle y no hay nadie, algo que recuerda al periodo del confinamiento en España. Ves todas las puertas y comercios apuntalados y sellados con maderas, las tiendas, comercios y concesionarios cerrados y sin nada porque los vaciaron para que no los expoliasen los rusos si llegaban a entrar. Es muy chocante, como estar en una película de esas en las que ha habido una catástrofe masiva. Toda la zona de los alrededores de la ciudad, conocida como una 'zona gris', está llena de minas, bombas, misiles sin desactivar y de trampas que dejaron los rusos al irse de aquí hace poco más de una semana. Por eso no se puede salir mucho del casco urbano, no está permitido salvo que se tenga algún tipo de autorización.
–Por experiencia, los controles en el país son constantes. Entiendo que en esa zona con más motivo.
–Sí, hay muchos controles y desconfianza. En ese paseo de poco más de una hora me encontré numerosos controles del ejército, en los que me pararon, me cachearon y me pidieron la documentación. No entienden que haya un extranjero aquí, y cuando les explicó por qué estoy aquí se quedan muy agradecidos pero les choca mucho. Aquí lo que se nota es mucha más psicosis por parte de la gente. En Kiev podías hacer fotos con más facilidad, pero aquí cada vez que saco el móvil incluso para mirar Google Maps sale alguien diciéndome que no se puede grabar ni hacer fotos. Por el centro ves algún edificio que ha recibido un bombazo o que se ha quemado, o muchos con los cristales rotos, pero no el grado de destrucción de Bucha o Irpín. Es algo parecido a Kiev, aunque esta ciudad ha estado mucho más afectada que la capital.
Ayuda humanitaria
–¿Con qué objetivo se ha desplazado hasta el país?
–He venido como miembro de la fundación española Somos Ucrania y estoy trabajando aquí con dos grupos de voluntarios, que son los que tienen ciertos permisos para moverse con vehículos para poder llevar y repartir la ayuda humanitaria. El objetivo de mi viaje es contactar con gente que pueda hacerse cargo de una forma segura y eficaz de la tarea de comprar y distribuir esa ayuda desde el propio país, evitando el tiempo y los gastos que suponen el transporte desde España. Aquí todo es más barato y de esta forma nuestra ayuda se multiplica.
–¿Cómo ha planteado su misión?
–He contactado con dos grupos y he repartido el presupuesto que he traído para testar y valorar cuál de ellos lo hace mejor. Uno es un grupo de la iglesia evangelista, que ha funcionado muy bien, y ahora estoy con un grupo de voluntarios civiles que también lo están haciendo realmente bien. Con esta experiencia he podido corroborar lo necesaria que es la ayuda. Me han recibido con los brazos abiertos. El objetivo ahora es recoger más fondos para que sean ellos los que los gestionen directamente desde aquí.
Járkov (este de Ucrania)
«Esta ciudad recuerda al periodo del confinamiento en España, no hay nadie en las calles»
–El viaje que ha realizado implica mucho riesgo. ¿Por qué es necesario afrontarlo?
–Comprobar cómo gestionan la ayuda y como la distribuyen, si realmente llega a quienes lo necesitan, es un paso imprescindible porque aquí como en todas partes también hay corrupción y gente que se puede aprovechar de las circunstancias. Ahora ya tengo la seguridad de que todo funciona correctamente y de que esta gente es la adecuada para que la ayuda llegue y sea eficaz.
–¿Qué tipo de ayuda han adquirido en este caso?
–En esta primera compra nos hemos centrado en comida y productos de higiene como jabones, champús, papel de baño... Material de primera necesidad, fundamentalmente.
–¿Cuán necesaria es la ayuda? ¿En qué medida ha podido corroborar la necesidad que sufre la población ucraniana?
–El caso del grupo evangelista es muy ilustrativo en ese sentido. Tienen un templo muy grande a las afueras de la ciudad, una zona muy necesitada. Por las mañanas reciben allí a la gente que necesita la ayuda. La gente llega con unos volantes que reparten en la iglesia según el padrón, y también registran en listas a los que la reciben para garantizar que sea un reparto equitativo. Ayer había allí hasta trescientas personas, pero me han dicho que hace un par de semanas superaban el millar. Por las tardes cogen los coches y reparten la ayuda entre familias que no se pueden desplazar o que viven más lejos y no tienen medios para acudir a la iglesia, a madres con niños cuyos maridos están en la guerra o a gente mayor que tiene dificultades de movilidad. También van a la zona gris, que todavía no se ha desminado y está prohibida para la mayoría de la gente.
–¿Y el grupo de voluntarios civiles?
–Es bastante más potente y se enfoca más al centro de Kharkiv, donde tienen varias sedes. En unas reparten directamente la comida y lo hacen todo de una forma muy organizada. Tienen un 'call center' en el que reciben todas las peticiones de ayuda y cada día hacen un listado de la gente a la que tienen que repartir. Para hacerse una idea del trabajo que hacen basta decir que a lo largo de esta mañana ha salido de la sede que he visitado ocho camiones y furgonetas cargados de ayuda. Reparten una media de más de 2.000 paquetes de ayuda diarios. En otras sedes gestionan otros temas como la ropa o el material higiénico y sanitario, mientras que en ésta se enfocan a la comida y los medicamentos.
–Usted ya viajó con Somos Ucrania durante el comienzo de la invasión. ¿Qué labores realizan desde la fundación?
–Por un lado enviamos de ayuda humanitaria, para lo que recoger fondos para comprarla aquí directamente a partir de ahora, una labor en la que quien quiera nos puede ayudar tanto donando fondos en www.somosucrania.org como de la tienda online www.somosucrania.es.
–Usted ya viajó con Somos Ucrania durante el comienzo de la invasión. ¿Qué labores realizan desde la fundación?
–Cuando empezó la guerra viajamos de una forma espontánea hasta Polonia para recoger refugiados y ayudarles a llegar a España en buenas condiciones. Alquilamos cuatro furgonetas y en ese primer viaje trajimos a 28 personas. Ahora mismo tenemos en España a más de 150 refugiados repartidos por distintos puntos del país porque los impulsores de la fundación somos de distintas comunidades, desde Madrid, Córdoba o Sevilla al País Vasco, Galicia, Cádiz o Cantabria en mi caso. Les hemos buscado casas y familias de acogida y también le damos cada mes una pequeña asignación para que puedan afrontar gastos personales. Entre ellos tenemos a 50 niños ya escolarizados, que están en el colegio San Narciso de Portomarín que nos han ofrecido toda la asistencia gratuitamente y se están dejando una pasta impresionante.
–¿Cuáles son los objetivos de la fundación a partir de ahora?
–El dinero que hemos recibido en la asociación está comprometido por completo en la asistencia a estas personas, y ahora queremos impulsar esta nueva línea de acción y conseguir dinero y donaciones para comprar y distribuir esta ayuda directamente en Ucrania.
–¿Y usted? ¿Qué planes tiene para su regreso?
–Tras dejar todo encarrilado para que a partir de ahora nos encarguemos de enviarles dinero y que sean ellos directamente los que se encarguen de gestionar la ayuda mi idea ahora es ir hacia Rumanía. Antes de salir también quiero parar en Odesa. Una vez salga del país regresaré a España. Volveré a Santander porque si no mi madre, mis hermanos y mis amigos me van a matar (ríe).
Límite de sesiones alcanzadas
El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a las vez.
Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Sesión cerrada
Al iniciar sesión desde un dispositivo distinto, por seguridad, se cerró la última sesión en este.
Para continuar disfrutando de su suscripción digital, inicie sesión en este dispositivo.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.