Zorba el de Pámanes
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En los mejores tiempos de Anthony Quinn, circulaba el mito de que su familia procedía de LiérganesImaginen por un momento la escena. Fiestas de San Pantaleón y San Pedruco. La terraza de Los Picos a rebosar. Zorba el Griego baila y canturrea en albarcas canciones de Chevú con las tetas de Liérganes como testigos mientras bebe una Morenuca. Los mismos Chevú; Zhenya Popova y Nahum Cobo, le miran divertidos. Andrew Dougall comprueba una vez más que eso de venirse a Cantabria a hacer cerveza –aunque la historia no sea exactamente así– era una buena idea. A su lado apura una Leyenda Miguel Ángel Revilla, que a la caza de la foto pregona a todo el que le quiera escuchar que el bueno de Zorba y él son amigos de toda la vida; que es un tipo rico y sabio. A pocos metros charlan el Junco y el Gatu. El Junco, claro, es de Liérganes. Y el Gatu, por supuesto, de Pámanes, aunque en sus respectivos DNI se lee José Ceballos y Óscar González, el mismo que acaba de ganar el concurso patronal. Apura una 942 junto a Ceballos, que casi tan aficionado a los bolos como al fútbol ha compartido coche con Zorba desde su Pámanes natal.
Cualquier parecido con la realidad es, como aclaran en los facilones telefilmes de sobremesa, mera coincidencia. Pero la referencia no es en absoluto gratuita. Bueno; un poco sí, pero no del todo. Una vieja leyenda urbana, enterrada ya como su protagonista, sostenía que el actor Anthony Quinn, que oficialmente vio la luz por primera vez en Chihuahua, no llegó desde México para hacer carrera en el cine estadounidense, sino que en realidad habría nacido en Pámanes y emigrado después a América. O él o sus antecesores, que en los mitos contemporáneos, como en los cassettes que se vendían en las gasolineras, siempre hay una cara B; incuso una cara B de la cara B. En algún momento un ancestro del artista hasta entonces unánimemente considerado como hispanoamericano, o tal vez el propio 'actor antes conocido como mexicano' tendría un origen cántabro. No; no hay que remontarse al caldo primigenio en el que todos éramos primos o amebas. Sencillamente que él mismo o alguno de sus antepasados habría emigrado desde este pueblo de Liérganes a México, como tantos y tantos montañeses.
Cierto que el apellido Quinn (1915-2001) no suena demasiado cántabro, pero todo tiene solución en la vida: según la versión apócrifa, el verdadero nombre del polifacético artista sería otro. Nacido, según su biografía oficial, como Antonio Rodolfo Quinn Oaxaca, la tesis cántabra le rebautiza como Antonio Quintanilla. Vamos, de los Quintanilla de toda la vida. Los de Pámanes, para más señas.
Para contribuir un poco más a la confusión, el nombre coincide con el de otro personaje histórico, este efectivamente nacido en la pequeña localidad trasmerana, que viajó a América con bastante éxito: Antonio de Quintanilla y Santiago. El problema es que las fechas se van un poco de las manos, porque el oficial, que llegó a ser gobernador de Chiloé (incorporado a Chile precisamente en su época) nació en 1787 y en 1827 ya había regresado como a España brigadier del cuartel de Santander.
Parece en consecuencia difícil que más allá de una oculta historia canallesca el ufano brigadier Quintanilla inaugurara una dinastía americana, y menos aún en México, con lo que la hipótesis de un Anthony Quinn oriundo, alternativa a la fabulación presuntamente primigenia, también se viene abajo en favor de la biografía oficial, que habla de un padre irlandés y madre mexicana de raíces aztecas.
Otra historia más elaborada habla incluso de un posible familiar: Evaristo Quintanilla, un vecino de Pámanes ya fallecido y al parecer con un gran parecido físico. Incluso un grupo de vecinos habría tratado de ponerse en contacto con el actor, que dolido por el abandono de su presunto padre cántabro habría rechazado recibirles.
Resulta toda una lástima que ninguna de estas historia sea cierta. Con la afición que hay en la zona, los Quinn de toda la vida, con el dos veces ganador del Oscar a la cabeza, bien podían haber quedado para jugar a los bolos no solo con Óscar González, sino también con Johnny Depp, a quien como todo el mundo sabe –lo sabe todo el pueblo– otra leyenda de celebrities le puso una casa en Mazcuerras.
Imaginen de nuevo la escena: «La competición se disputará bajo la modalidad de concurso. Primera mano. Tiro: 18 metros. Raya alta a la mano. Al tiro, Zorba el Griego. Perdón: Zorba el de Pámanes». Una lástima que todo responda a la ficción, porque algunas historias, por muy fabuladas que sean, merecerían ser reales.
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