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Eulalia Galvarriato (1904-1997): una escritora en la sombra
Cultura Cántabra en Femenino

Eulalia Galvarriato (1904-1997): una escritora en la sombra

Finalista del Premio Nadal y estrechamente vinculada a Cantabria, dedicó su talento a trabajar junto a Dámaso Alonso

Olga Agüero

Santander

Viernes, 31 de mayo 2024, 07:40

La escritora Eulalia Galvarriato y su marido Dámaso Alonso veraneaban en Santander en casa de Ignacio Aguilera, un hogar con diez hijos y numerosos nietos. Pasaban la mañana investigando en la Biblioteca de Menéndez Pelayo que dirigía su anfitrión y después de comer, alrededor de la bulliciosa mesa familiar, Eulalia desataba la cinta de terciopelo de su moño para hacer una pequeña siesta. Las tardes las distraían en la actividad cultural del Ateneo, el Festival Internacional de Santander y la Universidad Menéndez Pelayo. El matrimonio formó parte del círculo intelectual de Cossío en la Casona de Tudanca donde coincidían, entre otros, con Alberti y Cela.

No fue la única relación que la escritora, ensayista y traductora mantuvo con Cantabria. Su padre, José Antonio Galvarriato, nació en Torrelavega, aunque creció en Cabezón de la Sal, donde Eulalia pasaba los veranos. Ejercía de abogado en Madrid cuando conoció en Udías a su mujer, Rosalía García, una ávida lectora que frecuentó las tertulias de Galdós y Pereda y que animó a su hija en sus aspiraciones literarias.

De carácter estricto, siempre en su papel de esposa y misa diaria, la autora apenas publicó dos libros en 40 años

El matrimonio tuvo siete hijos, dos varones que fallecieron jóvenes y cinco mujeres. Tres de ellas fueron a la universidad, algo insólito para la época. «¡Poneos a leer!», les decía el padre cuando las encontraba bordando. Pero en el hogar liberal de los Galvarriato no penetraron las corrientes feministas de la época. La propia Eulalia, de fuertes convicciones católicas, se mantuvo siempre alejada de la reivindicación de los derechos de la mujer y el voto femenino al contrario que otras escritoras de su generación.

En 1927 Eulalia se licenció en Filosofía y Letras en la Universidad Central de Madrid y al verano siguiente conoció a Dámaso Alonso en los cursos de español para extranjeros del Centro de Estudios Históricos donde ambos trabajaban como profesores y donde entró en contacto con la Generación del 27. Él la esperaba a la salida de clase y la acompañaba a casa. «Ustedes paseen», les dijo Pedro Salinas en el guateque del último día de curso. Se casaron a los nueve meses para viajar a las Universidades de Stanford y Columbia, donde coincidieron con Lorca. Cuatro años después regresan a Madrid y a los veraneos en Santander.

Eulalia trabaja en su novela, finalista del premio Nadal en 1946 que ganó José María Gironella. 'Cinco sombras', una ficción de construcción no lineal que alterna conversaciones con cartas, con cinco protagonistas, tres narradores y escrita con lenguaje poético. «Ha sido una gran sorpresa y muy grata. El libro me parece muy fino y delicado, sin ninguna pretensión literaria y no obstante muy dentro de nuestro tiempo», estimó Salinas. El libro tuvo buena acogida por la crítica pero la adjudicaron la etiqueta de 'novela femenina'.

Eulalia frecuentó la amistad de Jorge Guillén, Vicente Aleixandre – apreció en 'Cinco sombras' una «novela finísima de tonos delicados y sutiles»– y el propio Salinas. En esos ambientes no era solo la mujer de Dámaso ni la secretaria que archiva documentos, rellena fichas y viaja con él a cursos y lecciones magistrales. Era la investigadora, la intelectual que estudió a fondo la literatura española especialmente la obra de Lope de Vega, además de colaborar con su marido en análisis sobre Góngora y San Juan de la Cruz.

Eulalia escribió poco pero su aportación a la obra de Dámaso es altamente relevante. Pensaba que su carrera literaria no era tan importante como la de él, así que tras el éxito de su novela dejó en segundo plano su actividad literaria para trabajar a la sombra de su marido. Él nunca se lo exigió, fue un papel que ella misma eligió desempeñar convencida de que «la mejor realización de la mujer es casarse y cuidar a sus hijos», como reconoció. Los hijos –que no tuvo–, el marido y la paz de la casa «son la tarea principal para lo que estamos hechas. Después las mujeres pueden escribir si quieren», declaró.

En realidad, nunca fue una mujer metida en la cocina. De la intendencia de la casa se ocupaba la suegra, doña Petra, con la que el matrimonió convivió hasta su muerte.

Una porcelana china

Gerardo Diego se refería a ella como una porcelana china. Íntima amiga de la escritora cántabra Elena Soriano, era una persona discreta y alegre, siempre en su papel de esposa, religiosa de misa diaria. Según el escritor José Infante el propio poeta la llamaba cariñosamente 'La contrareforma' por lo estricto de su carácter y sobre todo «porque no le dejaba beber el vodka auténtico que le enviaba Alberti desde el exilio».

Lo cierto es que, por estas circunstancias vitales, la producción literaria de Galvarriato fue escasa. Hasta cuarenta años después no publicó su segundo libro en 1985, que reúne la novela corta 'Raíces bajo el agua', escrita en 1952, cuentos y prosas breves. La literata Concha Alborg la entrevistó en su casa en 1988. Se la encontró a sus 83 años subida a una pequeña escalera colocando libros. «Tengo la angustia de que nos vamos a morir y tenemos 35.000 libros sin catalogar, once habitaciones llenas y quiero por lo menos ordenarlos y apuntar los que tenemos», explicó. Diez años después, en otoño de 1997, se despidió de la vida.

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