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El racinguismo no pierde la fe en su equipo, pero la incredulidad es manifiesta. Porque si algo tiene este equipo, incluso en una época buena como esta, es que siempre es capaz de darle una vuelta más a la tuerca. Que después de un fantástico comienzo de temporada llega una racha de cuatro partidos sin ganar y 517 minutos sin marcar... ¿Que no lo supero? Sujétame el cubata... Se pone dos a cero y es capaz de dilapidarlo en seis minutos. Así que los de la grada se quedaron con cara ojiplática. Animando al equipo porque es su leitmotiv, pero aún buscando las razones de lo que había pasado aquí. Es verdad que los ánimos estuvieron un poco más apagados que de costumbre, con la lluvia de acompañamiento. Los malos resultados pesan a todos.
Además, muchos abonados se ausentaron y la entrada fue buena, pero no tanto. Asimismo, la fiesta previa que había organizado la Asociación de Peñas Racinguistas en la explanada del Palacio de los Deportes se suspendió por el mal tiempo. Y eso que hubo un momento álgido muy claro. Bueno, primero sirvió de aperitivo cuando al Eldense le anularon un gol por falta previa a Saúl. Grito de rabia generalizado. Y después, en el 61, cuando Karrikaburu marcó después de 580 y pico minutos sin ver puerta, los botes volvieron a los Campos de Sport. Como quien se quita por fin la losa de encima. Quitarse una para ponerse otra, la de los dos goles del empate, que dejaron frío a todo el personal. A los aficionados, como a los del césped, también les va a venir bien el parón navideño.
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