El Racing pide explicaciones por la actuación de la Ertzaintza en Ipurua

«El Real Racing Club lamenta los hechos acaecidos en la grada de Ipurua destinada a sus aficionados y condena enérgicamente cualquier acto violento. La entidad verdiblanca, nada más terminar el partido, solicitó en el propio estadio a los responsables de seguridad información sobre lo ocurrido y el protocolo adoptado», dice el comunicado emitido por el club pocas horas después de terminar el partido, en el que el Racing cayó derrotado por dos goles a uno en Eibar.

La visión de los peñistas es clara: «Las unidades de la Ertzaintza cargaron con dureza y extrema violencia contra los aficionados racinguistas por la simple razón de estar viendo el partido como la hinchada del Eibar que estaba en el fondo contrario». Así lo señalan en un comunicado en el que recomiendan a los aficionados que se vieron envueltos en el suceso que guarden su entrada y, en el caso de los que fueron agredidos, que se procuren un parte de lesiones y denuncien los hechos en el Cuerpo Nacional de Policía.

Por su parte, el árbitro del partido, Quintero González, señala en el acta: «»En el minuto 36 y tras ser avisados por megafonía, me veo obligado a interrumpir el encuentro durante cinco minutos debido a que en la zona del graderío donde se encontraban los aficionados del Real Racing Club, identificados como tales por los cánticos e indumentarias, estaban ocupando las vías de evacuación, ocasionando problemas de seguridad. Tras la intermediación de las fuerzas de orden público y el jefe de seguridad, se reanudó el juego sin que volviera a suceder otra incidencia».

Los verdiblancos estaban ubicados en la zona específica habilitada para la afición visitante, como ocurre en todos los partidos de LaLiga. Se encuentra en una de las esquinas del graderío de Ipurua y, efectivamente, algunos de ellos estaban de pie, apoyados contra la valla y delante de uno de los vomitorios. Sin embargo, no impedían el la salida del resto de espectadores ni bloqueaban salidas en un momento, además, en el que el partido llevaba media hora de juego y no había ningún tipo de tránsito en las gradas.

Algunos de los aficionados fueron desalojados del campo, y uno de ellos asegura incluso que al obligarle al abandonar el estadio se quedó solo en la grada su hijo menor de edad. Después, una vez acordonada la zona, la única tímida reacción de los cántabros tras los porrazos de la policía fueron una breves gritos de : «¡Fuera, fuera!».

Posteriormente, ya en el segundo tiempo, los aficionados volvieron a colocarse de pie junto a la valla, pero en aquella ocasión no hubo aviso de megafonía ni dura intervención policial. Pese a que los hechos eran los mismos, (y según las peñas, similares a los de la grada de animación del Eibar), no se registró entonces ningún tipo de intervención, máxime dados los antecedentes, no se alegaron problemas de seguridad si se volvió a anunciar nada al respecto por megafonía.

Tras el partido, la salida del estadio se produjo sin ningún tipo de problema, como no lo hubo durante todo el partido, ni en la grada ni tampoco en los alrededores del estadio ni en el resto de la ciudad, a la que se desplazaron cientos de cántabros para seguir el partido. De ellos, 306 lo hicieron con las entradas enviadas por el Eibar para la zona visitante. Otros, como acompañantes o con billetes de otras localidades comprados en las taquillas de Ipurua o, en un primer momento, a través de la web del Eibar, que después deshabilitó la venta. Salvo el provocado, ningún incidente digno de mención. «Una auténtica vergüenza lo vivido hoy en Ipurua. Niños, niñas, familias... Todos hemos sufrido el atropello de las fuerzas del orden», concluye el duro comunicado de la Asociación de Peñas Racinguistas.