El martillo del Baztán

Circula por las redes el vídeo. Un balón largo con destino a marcharse por la línea de fondo, no muy lejos del banderín de córner. El delantero no se da por vencido y la corre. El portero sale a proteger la bola, a dejarla salir colocando su espalda y su trasero ante la llegada del atacante. Pero el nueve viene como un búfalo. Con todo. Se la lleva y, desde allí mismo, lanza con efecto. «Se hace un Vieri», comentan. El gol sin ángulo que el italiano le hizo al Paok cuando jugaba en el Atlético. «A este chico le sale todo», se escucha. Jon Karrikaburu Jaimerena (Elizondo, septiembre de 2002) está en racha. Ese día fue en Deusto, con el 'C' de la Real Sociedad, pero, en aquella etapa, repartió zarpazos por muchos campos. Como un martillo, un martillo del Valle de Baztán. Navarra. Ojo: entre Tercera, Segunda B y su arranque en Segunda con el Sanse, el futbolista marcó 27 goles en 30 partidos. De los campos de barro a la Sub 21 en sólo cinco meses. Eso –aunque los números se le hayan torcido en los dos últimos años– es lo que enamoró a Martija, un amor (y una confianza) inquebrantable pese a las calabazas por tierra, mar y aire de estos últimos años. Al final vino. Dicen que es muy tranquilo fuera del campo. Detallista. Que ve mucho fútbol. También pelota –su segundo deporte–. Que come a diario con varios de sus compañeros en La Albericia los menús que planifica el nutricionista. Que va a su pueblo, donde sus padres tienen un bar, y a San Sebastián en cuanto puede. Muy de su gente. Y que dentro, en el verde, «no se amedrenta y tira para adelante». En Ferrol lo hizo. La lesión de Arana le puso en el foco y –no hay que ocultarlo, hasta ahora había dudas en la grada (no en el club)– respondió. Un partido soberbio. En el vestuario cantó con los demás «una ilusión nos persigue». Sumar al martillo de Baztán hacía falta. Que marcara, también. Otro paso más hacia el objetivo.

Fuerte (1,83 y 82 kilos, según su ficha). Potente más que rápido. De pegarse, de aguantarla, de presionar, pero también de definir con clase. Lo hizo en Lanzarote, en Copa, y también en Ferrol, en Liga. Una cuchara metiendo el pie por debajo (como hizo, salvando las distancias, Radchenko en San Mamés). Sus dos goles hasta ahora con el Racing –hasta tres le han anulado por fuera de juego–.

Le hacía falta. Marcar es clave para alguien que ha vivido pegado al gol desde crío. Desde que iba al torneo de Lesaka con los benjamines del San Francisco Javier. Lo recuerda Mitxel González, periodista de El Diario Vasco con un ojo puesto en el fútbol base. De allí al Baztán, uno de esos clubes que llevan décadas formando a chavales y una entidad convenida con la Real Sociedad –en esa zona de Navarra tiran mucho hacia sus vecinos–. «Un cazagoles desde crío», le definía en un reportaje Josema Osacar, el director deportivo del conjunto del valle. En el Torneo de Navidad de Zubieta, al que acuden las escuadras con acuerdos con el equipo guipuzcoano, ya le echaron el lazo. Infantil. Desde prácticamente los once años, de azul y blanco.

Inseparable de Jon Pacheco (del mismo pueblo), fue superando etapas en los vestaurios con otros jugadores que ya despuntan en Anoeta como Turrientes o Aramburu (es venezolano, pero ha estado vinculado a la Real desde hace años). Él llegó a tocar el primer equipo. Hasta marcó por partida doble en Copa ante el Coria y se dio el gusto de jugar en Europa varios partidos.

Pero ser un nueve de Primera se cotiza caro y en la Real los quieren fogueados –allí ponen el ejemplo de Agirretxe, que también salió cedido y que tuvo que sudar tinta para ganarse el sitio–. Tocó salir. Ahí empezaron las llamadas, entre otros, del Racing. Insistentes. Martija lo ha puesto siempre en lo alto de su lista. Siempre se ha sabido. Por eso en Santander sonaron tan fuertes las calabazas.

Primero, enero de 2023, eligió Leganés. Desde San Sebastián explican que pesó que allí estuviera de director deportivo Txema Indias (muy vinculado a la localidad de Lasarte, precisamente en la que nació Martija) y de entrenador Imanol Idiakez. Con la mente siempre puesta en volver a la Real, tal vez el chico pensó que eso le facilitaría las cosas. No salió bien. Once partidos como titular (19 en total, con 1.069 minutos) y tres goles. Bastante menos de lo esperado.

Septiembre de 2023. Segundo intento. El delantero quería ir a Primera y volvió a rechazar al Racing. Destino: Alavés. La cosa salió mucho peor. Karrikaburu jugó, literalmente, dos ratos. Catorce minutos en Liga. Cero protagonismo. Así que decidieron que lo mejor era volver a bajar un escalón y retornar a Segunda. En las oficinas del Sardinero seguían llamando. Pero nada. En el Andorra estaba Eder Sarabia como técnico y dos canteranos de la Real, Petxarroman y Lobete. Eso –según cuentan desde San Sebastián– volvió a pesar en la decisión. Enero de 2024, Andorra. Allí jugó más, sí. Quince partidos de inicio (21 en total y 1.336 minutos). Pero, en un conjunto que acabó descendiendo y en crisis, tampoco pudo recuperar sus mejores cifras de gol. Tres dianas. Otra vez poco.

En la grada del Sardinero hubo cierto resquemor. Se escuchaba ya eso de «si no ha querido venir, que no venga». Hasta el propio presidente dijo que no le ficharía. Por eso, en esos vídeos que ahora están tan de moda para anunciar las incorporaciones en verano, le tocó salir a Manolo Higuera para decir que no le costaba rectificar y que se había equivocado. «Os dije que ne le íbamos a fichar y hoy le hemos fichado». A su lado, el jugador, enseñaba su nueva camiseta: «Hola racinguistas, soy Jon Karrikaburu y ya estoy aquí». Un sorpresón. Cedido y sin opción de compra. La Real sigue viendo en él un proyecto interesante y no se plantearon otra cosa.

Ahora es uno más del Racing. Vive por el centro de Santander (no por Valdenoja, donde suelen instalarse los jugadores), Aldasoro (compañero en el filial de la Real) le hace de anfitrión en la plantilla y ya tiene rincón preferido en Cantabria: la playa de Los Peligros. Le faltaba tener su día grande y tocó en Ferrol. Arana está lesionado, así que este sábado repetirá seguro con el Burgos. Le toca volver. Como al Racing. Les toca juntos.

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