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Cantar en un concierto y hacerlo en un estadio no es muy diferente. En los campos de fútbol se reciclan y transforman canciones míticas que disfrutan de una segunda vida después de pasar por el taller sonoro de los aficionados. Un par de martillazos por ... aquí y unos 'Lo lo lo' por allá, bastan para que temas que en su día fueron un hit en las pistas de baile resuciten en el campo a través de las gargantas de forofos futboleros. Quién le iba a decir, por ejemplo, a Gala, que muchos racinguistas recordarían su 'Freed from Desire' porque fue desenterrada para reconvertirse en 'Cedric is on fire', y que más de 20 años después de su publicación es casi un símbolo de esperanza de los goles verdiblancos. Un himno que apela a la salud digestiva de los metas rivales cuando el delantero se acercaba a sus dominios.
«Vamos Racing mete un gol y vamos Racing mete un gol, Cedric is on fire, el portero está cagado, Cedric is on fire...», sonó tan fuerte en El Sardinero en el último partido de Liga que la onda expansiva del sonido removió el café de los vecinos del estadio. Sonó potente, pero también con cierto regusto a despedida. Aunque esta temporada el 'Cedric is on fire' se ha visto eclipsado por otra melodía mucho más antigua. La sintonía de 'Los Picapiedra' pertenece a la década de los sesenta, pero su influencia en la cultura pop es tan apabullante que ha resucitado en los Campos de Sport este enero para acompañar a Roko Baturina cada vez que marca un gol. Cuando el delantero croara suma para el Racing, el «Ro-ko Ba-tu-ri-na, Lo lo lo lo lo lo...» resuena tanto o más que los golpes de Pedro aporreando la puerta de su casa en Piedradura. Y es que la música y el deporte rey se mezclan en los estadios gracias a los hinchas, que rebuscan en la cultura popular y crean un género musical propio. Como ejemplo, 'La fuente de Cacho' y 'Santander la marinera' convertidas en himnos oficiosos.
Pero no son sólo los aficionados desde la grada quienes han creado una banda sonora a medida del Racing. Muchos grupos de música también han demostrado que si hay una amor para siempre es a su equipo de fútbol, gane o empate o pierda. Y no han dudado en dedicarle canciones y hasta hacerle un disco, como regalo y además alivio de penurias deportivas y sociales, porque de aquellas, el Racing no atravesaba sus mejores momentos. Vivía una delicada situación. Eran los tiempo de 'La Era Okupa'.
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En el año 2013 'el viejo' estaba de cumpleaños. Cien febreros nada menos. O 'Tus cien primaveras', como cantan Rulo y la Contrabanda. La formación cántabra se atrevió a crear un Himno del Centenario para el club y se marcó un tema acústico y emocional para describir esa sensación de que el Racing es más que un equipo de fútbol, incluso más que un sentimiento.
Una melodía un poco angustiada, una especie de tormenta serena que lleva por una cadencia y unos coros que van creciendo en la segunda parte del tema. Un reflejo del estado anímico de una afición que veía peligrar la vida de su equipo, pero que estaba dispuesta a resistir. Porque del Racing se es en las buenas y en las malas. Aunque el destino te dé champagne y después cazalla, como canta Sabina, otro que también se marcó un himno para su Atleti. A Rulo las peñas le pidieron que se encargase del Himno del Centenario cuando el Racing estaba en Primera División, y cuando por fin pudo grabarlo, casi sin pestañear, el equipo estaba ya en Segunda B. «Aunque sople el sur o aunque llueva... que bien te sientan tus cien primaveras», dice una parte de la letra que el compositor cántabro le dedicó a una magullado Racing.
La de Rulo y la Contrabanda no es la única aportación del mundo de la música al equipo verdiblanco. Mucho antes, cuando el Racing estaba a punto de alcanzar la UEFA, David Bustamante puso su voz a la campaña de abonados para la temporada 2007-2008, con la canción 'Mi Racing de Santander'. Y poco tiempo después de la creación de Rulo, se editó otro disco recopilatorio, el 'Racing Calling', como parte de los actos del centenario organizados por la Asociación de Peñas. Un álbum colectivo con 'el viejo' como epicentro en el que dieciséis grupos y cantantes cántabros reinterpretaron su sentimiento verdiblanco y pusieron en marcha su batidora sónica, porque la amalgama de estilos es una de las características del disco.
Los racinguistas convirtieron su voz en el instrumento más poderoso para animar su equipo con este álbum. Rock, folk, rap, música clásica, blues y metal conviven en un trabajo que combina nueve temas originales con versiones del 'Himno del Racing', del 'Himno de Cantabria' o de 'La fuente de Cacho', el verdadero cántico popular de la afición racinguista. Phil Grijuela, con la canción '¡Por derecho!'; el rock de Smooth Beans que aportan 'Racing de Santander', y el más tabernario de Jimmy Barnatán & The Cooconers con 'Hijos de la galerna'; el sonido heavy metal de Emboque para reinterpretar 'Himno de Cantabria'; y el ska extrovertido y colorista de Cambalúa con 'Soy verdiblanco', entre otros, rinden tributo a su Racing.
Porque como dice Juan Villoro, un hombre primero es capaz de cambiar de patria, dejar a sus padres, su casa y su mujer, antes que cambiar de camiseta. Y esa premisa en el Racing se entiende a la perfección, porque el racinguismo es una locura aprendida de varias generaciones y El Sardinero un estadio en el que todos hablan el mismo idioma: el de la pasión.
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