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Señores feriantes, en las fiestas de Santiago, no traigan la montaña rusa al aparcamiento de los Campos de Sport. Ya hay una, a escasos metros, que funciona todo el año. Yesta temporada ha sido un fiel reflejo de lo que es la vida del racinguista. ... Centrifugadora de sentimientos. Una campaña con dos caras bien distintas. En dos velocidades. Aunque, por fin, a diferencia de los últimos tres pasos por la Segunda División, con final feliz.
El 'papá, ¿por qué somos del Racing?', elevado a la enésima potencia. Porque frente a las vitrinas llenas de trofeos y brillo metálico está el valor intangible de lo que acelera el corazón. Ysólo los aficionados verdiblancos, los que han soportado en carne viva esta última década de emociones fuertes, son conscientes de la importancia de lo logrado. La permanencia no tendrá una copa como premio, pero sí que es motivo suficiente como para tomarse unas cuantas a su salud.
El racinguista ha recuperado la alegría más pura, porque hasta ahora era muy complicado sentir una sola cosa. A la ilusión tras el ascenso y el regreso al fútbol profesional no se le despegaba el miedo por la posibilidad de volver a caer al averno futbolístico. Es así. Este equipo se ha quemado el trasero tantas veces últimamente, que los parroquianos eran incapaces de creer que les podían pasar dos cosas buenas consecutivas.
Y así comenzó la temporada. Con la esperanza del 'este año sí'. Confianza fuerte en la plantilla. Aunque la campaña de abonados, con una ingente subida de los precios, no ayudó al contento general. Pero el balón empezó a rodar y los fantasmas de sábanas verdiblancas volvieron a poblar el 'Huerto del Francés'. Cuatro derrotas consecutivas. Villarreal B (0-2);Granada (2-0);Oviedo (0-1) y Tenerife (1-0). Con una imagen, además, en línea descendente. No da. Este equipo, no da.
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Jornada 5 y el técnico del ascenso, con la credibilidad en extinción, ya se la jugaba en El Molinón. Con los últimos fichajes que dejó el mercado, Pombo y Sekou Gassama, listos para estrenarse. Yel Racing ofreció otra cara. Sin alardes, pero al menos eliminó al zombi del último paso por Segunda. Esta vez, sí puede competir.
54 puntos
ha sumado el Racing. Ha terminado duodécimo clasificado con catorce victorias, doce empates y 16 derrotas.
7 tantos
ha anotado Íñigo Vicente, máximo goleador del equipo esta temporada. Por detrás de él han termiando Jordi Mboula (6), Roko Baturina y Jorge Pombo (cuatro).
3.262 minutos
ha jugado Miquel Parera. Entre los jugadores de campo lidera la lista Rubén Alves con 3.003. Le siguen Íñigo Vicente (2.889) y Dani Fernández (2.710)
Después de dar síntomas de vida, el Racing empezó a protagonizar lo que se esperaba de él. Un empate agónico contra Las Palmas tras una expulsión rigurosa;una derrota en Eibar;un empate frente al Málaga;dos triunfos ante Levante y Zaragoza;otras cuatro igualadas consecutivas... Ir sumando. Paulatinamente. Era el mínimo exigible. Con la victoria frente al Andorra en el Principado, el equipo cántabro encadenaba ocho encuentros sin perder. Y se colocaba en una decimocuarta posición –la mejor de toda la temporada, hasta el duodécimo puesto final– que devolvía la esperanza al personal.
Sin embargo, desde ahí arriba el batacazo iba a ser peor. El Racing cayó en casa contra el Burgos (0-1). Yen el Carlos Belmonte frente al Albacete (2-1). Bueno, podía pasar. Pero entro en una semana clave. Tres partidos en siete días ante tres rivales directos. Ante un Lugo paupérrimo, en los Campos de Sport, primer sopapo (0-1). Un Racing incapaz. En Ibiza, contra el entonces colista, vale que el colegiado y el VAR se lucieron, pero al hoyo (1-0). Lo del Mirandés (1-2) ya fue inexcusable. Quita derrota consecutiva y tres de ellas muy peligrosas. El club destituyó a Romo.
Porque, además de la evidente malísima dinámica, ya había vuelto a los puestos de descenso. Con apenas diez tantos a favor en veinte partidos y sólo una victoria en los Campos de Sport. Números difíciles de defender, pese a que no se puede obviar que los arbitrajes fueron esperpénticos. Pero cuando juegas en el alambre, cualquier contratiempo te puede llevar al abismo.
Mikel Martija se movió rápido. Oteó el mercado y eligió a José Alberto. Un entrenador poco conocido en Santander, pero con más de cien partidos en la categoría. Y, a diferencia de los últimos que dirigieron en el Racing, no era colega de nadie. Punto a su favor. Se puso manos a la obra de inmediato. No había tiempo que perder.
Con apenas tres entrenamientos, llegó el primer encuentro de la nueva época. El último antes de llegar al ecuador del campeonato. El Racing, a tres puntos de la salvación. Y en Cartagena, ante un candidato al play off de ascenso. José Alberto ya anunció cambios, especialmente de estilo. También sacó del once a jugadores de la guardia pretoriana de su antecesor. El equipo cántabro venció por 0-3. En 90 minutos, un 30 por ciento de todos los goles anotados en los veinte encuentros anteriores. Nada más que añadir, señoría. Caer de pie.
237 balones
recuperó Íñigo Sainz-Maza, mejor jugador de campo, superado porParera (271) en este aspecto.
54 regates
ha completado con écito Jorge Pombo, tres más que Jordi Mboula.
30 pases
acertados ha promediado Juergen Elitim para totalizar 879. Intentó 1.025.
El Racing fue eliminado, sobre la bocina, de la Copa del Rey en casa del Linares (1-0). Tampoco pasó mucho, era un marrón. Ydespués empató en Las Palmas (1-1). Pese al punto, cayó de nuevo a puestos de descenso. Más ofensivo, más alegre, más confiado y también corriendo algunos riesgos más. Así, además del desencadenante goleador, el equipo cambió la otra gran tara anterior:la pobreza como local. Con unos Campos de Sport llenos, el equipo cántabro tumbó con una autoritaria primera parte al Sporting. El Racing ya no llora; el Racing factura. Ahí abandonó para siempre las posiciones de peligro.
A eso había que añadirle el crecimiento exponencial de algunos futbolistas. Como Mboula, Aldasoro o Íñigo Vicente. Especial mención al caso del catalán. Titular indiscutible con Romo, apenas había dado media nota positiva en veinte encuentros. De repente, se rapó el pelo y era un futbolista desconocido. Determinante.
En Mendizorroza se vino abajo el souflé racinguista con una mala actuación de los verdiblancos (3-0). Con el empate en casa ante el Tenerife (1-1) parecía que la efervescencia del cambio en el banquillo empezaba a agotarse. Yel Racing afrontaba, ya en la jornada 26, su primera gran final. Ya con los dos fichajes invernales listos: Marco Sangalli y el desconocido delantero croata Roko Baturina.
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El equipo cántabro visitaba a su bestia negra en tiempos recientes en Segunda División:la Ponferradina. Y los monstruos del recuerdo regresaron cuando, antes del descanso, los bercianos se pusieron por delante en el marcador. En una buena segunda parte y liderado por los jóvenes Mario García y Yeray, los de José Alberto lograron empatar el choque (1-1). Ellos fabricaron el gol que daba un punto al Racing y, de paso, le quitaba dos a su gran rival.
De vuelta a su mejor versión y con el estreno goleador de Baturina, los verdiblancos tumbaron a un Leganés que venía en racha (2-1). Después tocó la de arena ante el Villarreal B (2-1). Y llegó el día del 110 cumpleaños del club. Terreno abonado para papardas. Pues no, aunque fuese con sufrimiento, el Racing venció al Andorra y empezó a abrir hueco con los que tenían el agua al cuello.
Una brecha que se amplió hasta los siete puntos –con respecto a la Ponferradina; once con el Málaga– cuando los cántabros superaron su segunda final. En La Rosaleda. 0-1. Casi parecía definitivo, pero aún quedaba mucho por remar.
Porque los andaluces se levantaron con fuerza del sopapo y los verdiblancos encadenaron cuatro encuentros sin ganar: los empates contra Huesca y Lugo y las derrotas frente a Levante –la única en casa desde la llegada de José Alberto– y Burgos.
El miedo regresaba a la parroquia racinguista, aunque en el vestuario juraban y perjuraban estar confiados en su trabajo y sus posibilidades. Pero los aficionados verdiblancos, magullados de tanto disgusto, siempre tenían en mente que algo terrible podía pasar. Había dudas que despejar y el Racing lo hizo frente a un Albacete de play off. 4-1. Golpe sobre la mesa.
La visita a Zaragoza se planteaba de nuevo como clave, pero tras una serie de catastróficas desdichas, el equipo verdiblanco se quedó con nueve futbolistas antes del minuto 25. Reto imposible. Pese a la goleada (4-1) los futbolistas dieron la cara y la afición un auténtico recital en la grada.
Eso sí, el Málaga se acercaba hasta los cinco de distancia. Que fueron dos cuando el Racing saltó al césped de los Campos de Sport para recibir al gran favorito:el Granada. Ahí sí, el equipo de José Alberto puso una pancarta enorme en el estadio verdiblanco:'Esta permanencia no se negocia'. Además, el triunfo ante el Ibiza el viernes siguiente, antes de que el Málaga jugase su compromiso de la jornada 38, volvía a colocar la renta, de forma virtual, en ocho puntos. Esto ya no se podía escapar.
En la siguiente fecha, el Racing ya dispuso de su primera oportunidad para finiquitar la permanencia. Aunque no estaba en sus manos. Debía ganar al Mirandés y esperar a que los andaluces perdiesen. El empate a uno en Anduva dejó todo en espera.
Ahora sí, jornada 40, los verdiblancos dependían únicamente de sí mismos. Pero llegaba a Santander otro de los gallos: el Eibar. Dio igual. El Racing logró el triunfo y puso la bandera en Segunda División. El éxtasis llegó a los Campos de Sport. Como las grandes celebraciones, porque el racinguismo era consciente de la importancia del logro. A falta de dos jornadas para el final. Ni los más optimistas. Esta permanencia devuelve gran parte de la estabilidad perdida al club. Y, sobre todo, permite al racinguismo levantar la cabeza, dejar de mirar con recelo lo que hay por detrás y, sin despegar los pies del suelo, poder mirar hacia al frente y quien sabe si también hacia arriba. Pero, poco a poco. Como dice José Alberto:«Lo más importante es que este club no vuelva a pisar nunca más el fútbol no profesional».
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