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Que al Racing se le iba a torcer el partido se vio pronto. Más en concreto, a los cuatro minutos, cuando Quintero González le señaló a instancias del VAR un penalti a favor. El primer desbarajuste tras la incertidumbre que precedió a la decisión ... del andaluz fue antes del propio lanzamiento, Marco Sangalli cogió el balón y lo colocó en el punto de penalti. Por un momento pareció que iba a ser el guipuzcoano quien se encargara de ejecutarlo. Hasta que Jorge Pombo ejerció su jerarquía. Él es el lanzador y él debía tirarlo pese a su error ante el Levante. Se veía con ganas y ya lo había dicho esta semana: «Me fastidió fallar el penalti, pero habrá que meter el siguiente».
Sin embargo, su disparo a media altura se topó con el poste. Además, Caro le había leído bien las intenciones en la que fue la primera demostración de su enorme partido. El balón iba duro y a media altura, pero el portero había sabido aguantar lo suficiente.
Desde que José Alberto López sustituyó a Guillermo Fernández Romo, Pombo es el encargado de tirar los penaltis. En los entrenamientos ha acreditado que es quien mejor lo hace. El propio entrenador lo confirmó: «Estaba claro que lo iba a tirar Jorge y luego se ha dado esa circunstancia -el error-, pero siempre digo una cosa: los penaltis los falla quien los tira».
El de ayer fue el segundo fallo consecutivo del aragonés, que hasta entonces se había mostrado resolutivo desde los once metros. Sin embargo, sus dos errores consecutivos pueden pesar y ahora el técnico debe decidir si seguirá ejecutando las penas máximas, siempre que a los cántabros les señalen alguna más a favor.
Esta temporada el Racing ha lanzado seis penalti y ha errado la mitad. Lo hicieron Íñigo Vicente y Sekou Gassama en la etapa de Romo. El primero, ante la Ponferradina en un partido que terminó con empate a uno. El segundo, en el 0-1 que precisamente el Burgos le endosó al Racing en los Campos de Sport.
José Alberto López convirtió a Jorge Pombo en su lanzador y el maño respondió con goles. Convirtió dos penas máximas: la del empate a uno frente al Huesca y la de las tablas con idéntico resultado ante la Unión Deportiva Las Palmas.
Sin embargo, la semana pasada falló frente al Levante en un partido que los verdiblancos perdieron por la mínima. Exactamente lo mismo que sucedió ayer en El Plantío. En consecuencia, y aunque el hecho de anotar o no marca la tónica del partido y por lo tanto hacer cábalas resulta difícil, las matemáticas dejan un dato: los errores desde los once metros le han costado ya a los cántabros cinco puntos. O, dicho de otro modo, tener la permanencia poco menos que asegurada.
Preguntado sobre la situación de ayer, José Alberto no se escondió: «Está claro que cuando fallas es más desacierto del lanzador que acierto del portero», dijo después de excusar a su futbolista por haber aceptado la responsabilidad. Pero resultaba evidente que condicionó el encuentro: «Hemos desaprovechado otra oportunidad de ponernos por delante en el marcador y el partido hubiera cambiado», se lamentaba en la sala de prensa pocos minutos después de concluir el duelo. Cambiado y mucho, porque en el minuto 4 un Racing que había salido bien plantado al campo -otro asunto es lo que sucedió después- podía haberse puesto por delante y obligar al Burgos a asumir muchos más riesgos.
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