Un político de otra época

Juan Hormaechea se inició en la política en el tardofranquismo y nunca se adaptó bien a los modos institucionales, pues le faltaba el talante ponderado que requería el nuevo régimen democrático. Su ímpetu ejecutivo y su carácter autoritario eran más propios de un presidente de ... la vieja Diputación Provincial. En Santander utilizó hasta el límite los amplios poderes que la ley concedía a los alcaldes, pero en el Gobierno regional se le atragantaron el control parlamentario y el debate político. Frente a sus múltiples adversarios y frente a los propios de la vieja Alianza Popular con los que se llevó a matar. La UPCA fue después su marca personal, más que un partido una corte para jalear a quien tomaba todas las decisiones. Hormaechea quería hacer algo y lo quería ya, sin demoras, sin frenos legales ni trabas administrativas. Esa forma de gestión expeditiva fue muy celebrada por sus muchos partidarios y votantes, y luego se convirtió en la fosa política donde le sepultaron los tribunales activados por sus enemigos.

Lo que no se le puede discutir a Juan Hormaechea es que tenía en la cabeza un modelo de ciudad para Santander y un modelo de región para Cantabria, en ambos casos orientados al turismo y los servicios. No se puede decir lo mismo de todos los líderes políticos que le han sucedido. Hormaechea dio un impulso importante a la capital y mejoró las comunicaciones en muchas comarcas y en los principales ejes del medio rural, en Liébana y en Cabuérniga, en las cuencas del Besaya y Pas-Pisueña. El Parque de Cabárceno, tan denostado en sus orígenes, ha sido bendecido por todos los gobiernos posteriores como uno de los grandes recursos turísticos de la región. Es el legado lleno de claroscuros de un líder populista 'avant la lettre', a la vez autoritario y carismático, audaz y clarividente, de un político fuera de su época. Descanse en paz.

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